Está en curso una de muchas escaramuzas entre el partido en el poder, Morena, y el árbitro electoral, el INE, y tiene que ver con el centro de la batalla política de este año: la forma de asignar la mayoría en la Cámara de Diputados.
Que un partido difiera del árbitro y litigue sus decisiones es lo más normal en la contienda democrática y ocurre todo el tiempo. La autoridad decidirá y el tribunal electoral tendrá la última palabra. Nada que llame la atención.
Pero los tiempos no son normales. La disputa ocurre después de meses de golpeteo verbal directo del presidente López Obrador contra el Instituto Nacional Electoral y en particular contra su consejero presidente, Lorenzo Córdova.
También inmediatamente después de que el presidente AMLO forzó un acuerdo con los gobernadores para tratar de convertirse en garantes de la limpieza electoral, papel que por ley corresponde al INE.
El Consejo del INE modificó la regla para que al asignar el número de diputados plurinominales no ocurra una sobrerrepresentación indebida como la que tiene hoy Morena y que tuvo anteriormente el PRI.
Gracias a esa fórmula hoy eliminada por el INE, Morena ganó 37% de la votación pero subió a 52% y con los diputados que prestó a sus aliados y luego reintegró a su grupo hoy tiene 62% de los asientos en la Cámara.
Morena impugnó la decisión y, fiel a la retórica de Palacio Nacional, acusó al INE de querer hacer fraude y de urdir un plan con la oposición para “arrebatarle” la mayoría en el Congreso. No importa que los líderes de Morena hayan combatido con la misma vehemencia la regla que hoy les beneficia cuando favorecía al PRI.
El acuerdo para que la asignación de diputados de representación proporcional sea equivalente a la votación de cada partido ya está tomado. Morena lo impugna. El tribunal decidirá. Pero el partido en el poder ya habla de cambiar la Constitución, aunque sea inviable con el proceso ya en marcha.
Hasta ahora, López Obrador no se ha metido a esta batalla específica contra el INE. Si se mantiene fuera de ella será un buen signo. Si decide retomar los ataques y hacer suya esta pelea, será preocupante.
De todos sus esfuerzos por debilitar a otros poderes y a los organismos autónomos para concentrar el poder en el presidente, decidir hacerle la guerra y anular al árbitro electoral a dos meses de los comicios sería cruzar una línea roja.
Meterse con las elecciones sí sería una decisión de avanzar al absolutismo. No pasaría inadvertido para el país ni para el mundo democrático.
SACIAMORBOS
Rafael Caraveo es un personaje central en los escándalos de Lozoya y García Cabeza de Vaca. Él era brazo derecho en el Senado del panista Jorge Luis Lavalle “Pachita” y apareció en un video recibiendo maletas de billetes –acusó el presidente AMLO– a cambio de los votos panistas para la reforma energética de Peña Nieto.
Cuentan algunos con acceso a información privilegiada que el tal Caraveo habría llegado hace poco ante la Fiscalía General de la República a contar que, con el anzuelo de ofrecerle ayuda y protección, el gobernador García Cabeza de Vaca lo “secuestró” en uno de sus ranchos en Tamaulipas. Que él al principio pensó que lo estaban genuinamente escondiendo fuera del alcance de quien quisiera ejecutarle una orden de aprehensión, pero que luego se dio cuenta que no podía salir... hasta que escapó aprovechando una distracción de los guardias que lo acompañaban.
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