Reunión de poco más de 70 personas. Puerta cerrada. Hace poco más de una semana. El dirigente nacional del PRI, Alejandro Alito Moreno , y su coordinador de bancada, Rubén Moreira, ante los diputados que tienen en agenda la discusión y votación de la contrarreforma eléctrica de López Obrador . Empiezan a explicar la postura oficial de la dirigencia del partido… y brota la rebelión, según me cuentan fuentes que estuvieron ahí.

Hablaba Alito: “Hay que darnos tiempo, hay que esperar, hay que analizar, no hay que definir ahorita…”, lo que ha sido su posición desde que se abrió esta discusión: coquetear con el gobierno y Morena, sin dejar de estar casado con el PAN y el PRD en la Alianza .

En eso, levanta la mano uno de los diputados. Se expresa entre la ironía y el reclamo: ¿nos están diciendo que en una de esas vamos a poder votar que sí a esta reforma, votarla al lado de Morena ?

Se levanta otra voz: ¿o sea que vamos a dejar solos a esos p…. del PAN para que ellos sean la única oposición?

La discusión se fue calentando, me relatan. Con varias voces que intervinieron hasta que, subiendo el tono, el dirigente nacional soltó a la audiencia, con algún acento de enojo: ah, pues si quieren anuncien su voto en contra, hagan lo que quieran, pero luego no vengan a pedirme a mí que les pare su expediente en la UIF o en la Fiscalía…

La anécdota, reflejo de una reunión parlamentaria priista, pinta de cuerpo entero las vulnerabilidades de un partido que está dividido y un poderoso presidente que está tratando de acentuar esas divisiones. Uno, hay priistas estatizadores y otros neoliberales. Hay los que se identifican más con Morena y otros con el PAN. La mayoría de los legisladores se la debe a su dirigente nacional, pero hay quienes se la deben a sus gobernadores o incluso a algunas figuras pro-panistas que terminaron en el PRI por el reparto de candidaturas y siglas en la Alianza. Hay priistas con cola que les pisen, que si los extorsionan con sus expedientes pueden doblarse. Y hay quienes no tienen cola, o están dispuestos a que se las pisen y dar la pelea.

Hay en el priismo varios bandos. Son enemigos el dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno, y el gobernador priista más relevante, Alfredo Del Mazo . Lo curioso en este partido de oposición es que la competencia entre estas dos figuras principales no es por ver quién está más lejos del presidente, sino quién está más cerca. Eso sí: les rebasa por cómodo margen otra personalidad tricolor, el gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat . En cambio, en línea dura se manifiestan el gobernador de Coahuila, Miguel Riquelme, y el grupo de senadores coordinado por Miguel Ángel Osorio Chong .

El desafío está lanzado. A ver qué pasa con el PRI.

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