El Presidente ya se dio cuenta que cuando su corcholata favorita está a ras de tierra, aquello se vuelve una tragedia política. La deducción es automática: Andrés Manuel López Obrador va a tener que entrarle a la campaña presidencial mucho más de lo que se esperaba porque en apenas semana y media que llevan los recorridos morenistas, Claudia Sheinbaum es una versión todavía más triste de lo que era: le quitaron la investidura de jefa de Gobierno y fue como si le vaciaran lo poco que le quedaba de combustible.

En los mítines repite un día después lo que AMLO dijo en la mañanera del día anterior. No siempre llena. No entusiasma. No da nota. Y Marcelo Ebrard la trae asoleada. Primero orilló a que renunciara, cosa que ella no quería. Luego la evidenció como la que no quiere debatir. Ahora la exhibe con sus gastos de campaña.

La narrativa morenista la marca Ebrard y Sheinbaum sólo atina a reaccionar. “No pienso renunciar al cargo de jefa de Gobierno de la Ciudad de México —yo fui electa— hasta que en su caso gane la encuesta”, y diez días después estaba renunciando y para la encuesta faltan dos meses. Marcelo la retó a debatir y la respuesta fue: “No voy a entrar en un debate porque no creo que nos ayude”. Marcelo denunció que para los actos que organiza ya se ha de haber gastado los 5 millones que le dio el partido. “No hay derroche de recursos”, tuvo que atajar Claudia.

Hay cargada del gobierno, del partido, de los propagandistas del régimen… y ni así. López Obrador no se puede dar el lujo de que el barco de Claudia se hunda. Tendrá que acudir al rescate y eso lo va a poner en una todavía más flagrante violación de la ley electoral. Lo bueno para él es que el nuevo INE se inclina a su favor.

Lo que no queda claro es si un presidente popular es capaz de hacerle la campaña a quien ha decidido que sea su relevo. Bill Clinton, un fenómeno del templete, no pudo hacerle la campaña a Al Gore. Barack Obama, otro fenómeno de las campañas, no pudo levantar a Hillary Clinton. Ni siquiera la popular y admirada estadista alemana Angela Merkel pudo hacer ganar al candidato de su partido, Armin Laschet. Pero en Brasil, Lula sí pudo hacerle la campaña a la poco carismática Dilma Rousseff y dejarla de presidenta. A ver en qué listado de la historia queda López Obrador.

SACIAMORBOS

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