¿En qué momento el gobierno federal cerró la puerta a los espacios cívicos independientes? ¿por qué ‘se estableció una pausa’ a la puesta en práctica de la agenda progresista en tantos ámbitos? ¿cómo fue que este gobierno acabó enemistado con los movimientos sociales que de manera natural podrían ser sus compañeros de lucha?
José Woldenberg lanza un S.O.S. a quienes desde distintas trincheras rechazamos la militarización de la seguridad pública, respaldamos las luchas de las mujeres y preconizamos la equidad de género, apoyamos las reivindicaciones de las familias con víctimas de la violencia, sostenemos la exigencia de trato digno hacia los migrantes, y defendemos la libertad académica.
Todas estas reivindicaciones han sido despreciadas por las autoridades actuales, con muy valiosas excepciones individuales, que no llegan a convertirse en política pública.
El gobierno no incorpora otras voces, sino que las descalifica. Agrupa a todos sus críticos como ‘los conservadores’, o ‘la derecha’. La etiqueta depende de un solo criterio: ¿apoyan o no de manera incondicional al presidente, por equívoco que sea su desempeño?
Dentro del gobierno y su partido hay ciudadanos que vienen de la izquierda democrática, es decir, que creen tanto en el valor de la libertad como en el de la igualdad. Rechazan que la libertad tenga que ser conseguida al precio de sacrificar la igualdad, y les repele la inmolación de la libertad como vía para tener igualdad. Woldenberg apela justo a esas personas, que no están acostumbradas a la sumisión.
Preocupa mucho también el despropósito de desaparecer o disolver instancias institucionales dedicadas a la interlocución con movimientos y organizaciones sociales.
En el caso de migración, es muy difícil ubicar responsabilidades, porque un decreto administrativo que dio el mandato a la SRE no puede sustituir a las leyes que la ubican en Gobernación. Sería fatal que la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados, que asiste a solicitantes de refugio, se vaya al Instituto Nacional de Migración, convertido en policía migratoria junto con la Guardia Nacional.
También se disolvió Indesol, que ha hecho un valioso trabajo con mujeres víctimas de violencia y en la capacitación del funcionariado que atiende a personas migrantes, desde Matamoros hasta Tapachula.
Si el camino para concertar acciones con el gobierno federal está vedado o vetado, de manera natural los movimientos sociales en resistencia construyen una indispensable coalición amplia, diversa e inclusiva.
Es la hora del diálogo con la sociedad misma.
El #AsaltoAlCIDE ha detonado alianzas con los profesores y estudiantes de la Universidad de Guadalajara (UdeG), de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), de la Universidad de Las Américas Puebla (UDLAP), e incluso internacionales.
Estas estrategias de resistencia tienen que ir más allá de quien es hoy el presidente, porque este sexenio termina en 2 años, 7 meses y 19 días. Un programa para revertir injusticias y transformar estructuralmente a la sociedad no puede descansar en filias y fobias personales, sino, como plantea el presidente electo de Chile, Gabriel Boric: “en la búsqueda incansable de la justicia social, la ampliación de la democracia, la defensa de los DDHH, y la protección de las libertades”.
@Carlos_Tampico