En México, la actitud indiferente de la mayor parte de las élites económicas frente a la pobreza y la desigualdad, y la corrupción extrema del gobierno de Peña Nieto, pavimentaron la llegada de AMLO a la Presidencia de la república.
En 2024 la economía mexicana medida por el producto por habitante será menor que en 2018. De acuerdo con datos del Inegi y de Coneval, aumentó la desigualdad, y los programas sociales llegan hoy a un menor número de beneficiarios en pobreza extrema que en el sexenio anterior.
Con todo, amplios sectores de la población mantienen su preferencia por un liderazgo como el de AMLO. No olvidan el desprecio que durante décadas les mostraron las élites. Estas no son monolíticas, pero su irresponsabilidad se ha manifestado (con muy escasas y valiosas excepciones) en al menos cuatro ámbitos:
1. Una sociedad segmentada en castas, con muy escasa movilidad social ascendente. Los descendientes de la población blanca de origen europeo prácticamente monopolizan el poder económico y en otros ámbitos. Sus hijos no se mezclan con los hijos de mestizos, negros e indígenas, ni en la escuela, ni en el hospital, ni en la calle.
2. La promiscuidad entre poder económico y poder político. Los sectores de las élites que apoyan al poder político en turno reciben grandes beneficios, denominados fomento económico, mientras que en el caso de los pobres los subsidios son considerados dádivas injustificables.
3. La corrupción gubernamental y la empresarial son hermanas gemelas que se necesitan una a otra para ‘aceitar’ al sistema.
4. La democracia, las instituciones y el acceso a la justicia pueden ser sacrificadas en el país de un solo hombre. Dicen: me importa mi situación personal, no el interés general.
El actual gobierno incrementó las remuneraciones a los asalariados; su participación en el PIB subió de 26.3% a 28% entre 2018 y 2021, de acuerdo con cifras del Inegi. Sin embargo, se encuentra aún muy por debajo del 40% registrado al inicio de los años 1980, y del 60% que alcanza en los países desarrollados.
Un México más igualitario nos beneficiaría a todos. Un incremento en la inversión en nuestra propia gente llevaría a un aumento en la productividad del trabajo, que puede convertirse en crecientes remuneraciones a los trabajadores, si una mayor competencia en los mercados evita que las empresas con poder de manipulación de precios acaparen los beneficios, señala el economista Rodolfo de la Torre (http://bit.ly/3WOwduY)
Faltan 21 meses para que termine el sexenio, y algunos en las élites mexicanas añoran la restauración del pasado. Le reclaman a AMLO lo que a su parecer hizo mal, sin asumir ellos una mínima dosis de autocrítica.
En contrapartida, otros sectores empresariales impulsan lo que llaman ‘capitalismo consciente’, con principios como generar valor económico, social y comunitario, conducir éticamente la empresa, y promover la armonía con la naturaleza.
Un objetivo plausible es incrementar de manera sostenida la participación del trabajo en el ingreso nacional, así como reducir los impuestos al trabajo y sustituirlos por contribuciones progresivas del capital y de la riqueza. Como lo ha señalado reiteradamente Jesús Reyes Heroles en EL UNIVERSAL, no procede la restauración, sino una reconstrucción incluyente, equitativa y sostenible.
Profesor Asociado en el CIDE.
@Carlos_Tampico
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