Justin Trudeau consiguió la reelección a pesar de perder el voto popular. En Canadá no hay una historia de coaliciones de partidos, así que habrá un gobierno Liberal en minoría. Trudeau perdió su mayoría en el Parlamento y tendrá que negociar —sobre todo con el Nuevo Partido Democrático y el Bloque Quebequense— para formar mayorías por tema, que podrían ser esquivas.
Los liberales no ganaron la elección federal de 2019 —sólo perdieron menos que los conservadores, lanza el periodista Andrew Coyne en The National Post.
A los canadienses jóvenes por supuesto que les importan las elecciones, pero no las ven como un instrumento para modelar su futuro, afirma Ryan Heath en Politico. Ambos periodistas son citados por el sitio www.ozy.com
Al parecer, tras la cita electoral Canadá es un país más polarizado. Esta polarización es política, geográfica, ideológica y de expectativas.
1. Política: Nunca en una elección federal la suma de los dos partidos más votados había sido tan reducida. Hoy la agregación de liberales y conservadores es de 67.4 por ciento del voto popular, aunque 82.2 por ciento de los escaños, dado que el sistema electoral favorece a los partidos grandes; el resto se divide entre el Nuevo Partido Democrático, el Bloque Quebequense, el Partido Verde.
2. Geográfica: la base de poder de los Liberales está en el Canadá Atlántico, que incluye las provincias de Nueva Escocia, Nuevo Brunswick, Terranova y Labrador, y la Isla del Príncipe Eduardo, y asimismo en las dos provincias más pobladas, Ontario y Québec. Es la economía de la industria, el comercio global, los servicios financieros y el gobierno.
La base de poder de los Conservadores radica en las provincias de las praderas: Manitoba, Saskatchewan y Alberta, y en menor medida Columbia Británica. Es una economía basada en los recursos energéticos y en general, recursos naturales. Son grandes exportadores de granos a nivel global.
Históricamente ha sido la provincia de Québec la que ha albergado movimientos soberanistas e independentistas. Hoy muchos en Alberta se dicen decepcionados con el gobierno en Ottawa, sea liberal o conservador, porque no valora la contribución de esta provincia inmensamente rica en recursos energéticos, y por lo tanto, da pie a la tentación separatista en el oeste canadiense.
3. Ideológica. Trudeau declaró la victoria de la agenda progresista: de los derechos humanos, la legalización de la cannabis, el asilo, el cuidado del medio ambiente, las preferencias sexuales diversas. Su cálculo fue arriesgado, pero al final afortunado: se movió en el filo de la navaja entre estos principios y valores, y un corrimiento hacia el centro en temas de negocios y de inversión. Le funcionó.
4. Expectativas. Canadá seguirá siendo un país oasis en un escenario internacional donde se multiplican gobiernos crecientemente autoritarios, de hombres fuertes que dejan de lado los pesos y contrapesos democráticos para apelar a su liderazgo unilateral. Sin embargo, no sabemos qué tan estable será el gobierno Liberal en minoría y por lo tanto, si Trudeau encabezará el gobierno los cuatro años que debe hacerlo o se verá obligado a ir a las urnas antes de lo previsto.
La magia del apellido Trudeau no será suficiente. Nadie lo iguala, pero el desdoro experimentado podría profundizarse de no encontrar Trudeau la mezcla idónea entre los grandes temas globales y las preocupaciones cotidianas de los canadienses. El federalismo como principio articulador hoy parece desvanecerse. Trudeau puede impulsar agendas sectoriales o regionales, pero todas parciales; la gran pregunta es si puede postular e instrumentar para el Estado canadiense una agenda nacional que hagan suya y apoyen la gran mayoría de los canadienses.
Profesor asociado en el CIDE.
@ Carlos_Tampico