En sus recientes visitas a Nueva York y Washington, el mensaje del presidente de México ha estado más orientado a nuestros compatriotas, aquí y en Estados Unidos.
Se puede plantear: él es el jefe del ejecutivo, y le corresponde decidir el rumbo de la política exterior. Concedido. De acuerdo, pero no deberíamos de descuidar ni la forma ni el fondo. Ya se va haciendo costumbre que el mensaje no corresponde al foro desde donde se envía.
Se reunieron ‘los tres amigos’ en la Casa Blanca ayer 18 de noviembre: el presidente estadounidense Joseph Biden, el primer ministro canadiense Justin Trudeau, y el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. Llaman la atención cinco contradicciones flagrantes:
1. Los planteamientos del presidente de México han sido en el sentido de apoyo a los migrantes mexicanos, y de presión a los legisladores republicanos para que aprueben la regularización de más de 11 millones de personas. Ni siquiera sabemos si esta iniciativa llegará a ser votada en el pleno de ambas cámaras, pero la promesa de que exhibirá a quienes no voten en sentido aprobatorio cayó muy mal en el Capitolio.
2. Se aplaude a los migrantes mexicanos que al final de 2021 habrán enviado cerca de 50 mil millones de dólares a sus familias y comunidades de origen. La inyección de programas de alivio y de rescate del presidente Biden permite a los migrantes echarles un lazo de auxilio a sus familias acá en nuestro país. Se olvida convenientemente que el gobierno de México no emprendió rescate o alivio alguno.
3. Las posiciones mexicanas en materia energética (persistencia en el uso de combustibles fósiles, combate a las energías renovables, persecución a quienes ya invirtieron en este último rubro) y climática (fuentes de energía contaminantes) equivalen a autodescalificarnos en la industria automotriz, que a partir de 2030 ya no fabricará vehículos impulsados por energía fósil.
Vienen tiempos muy complejos. Las relaciones con Estados Unidos y con Canadá, así como las cumbres entre los tres líderes, requieren una cuidadosa preparación, un conocimiento profesional de la geografía, la diplomacia, los actores económicos y políticos. No se limitan a relaciones entre las capitales, sino que resulta crucial entender los ejes norte-sur, de Columbia Británica hasta la Baja California, las montañas Rocallosas, las zonas productoras de energía desde Alberta hasta Tabasco y Campeche, los Grandes Lagos, la costa este y el golfo de México.
4. La defensa retórica de los migrantes por parte del presidente, en el sentido de que Estados Unidos debería instrumentar una política humanitaria, ha llevado al dirigente de Human Rights Watch, José Miguel Vivanco, a sugerir al mandatario poner en práctica su propio consejo.
5. Finalmente, en el escenario hemisférico, un gobierno que llegó al poder luchando por los derechos humanos y la democracia, los desprecia en los hechos, y se abstiene frente a una resolución que condena las masivas violaciones de los derechos políticos de los nicaragüenses en la fraudulenta reelección de Daniel Ortega.
Y lo más importante: ¿quién va a instrumentar la estrategia? El servicio exterior mexicano está desplazado y en buena medida desmoralizado. Tenemos a diplomáticos relegados, replegados, subvalorados y subrremunerados en un momento en que su experiencia resulta invaluable. ¿Como puede articularse así una política exterior coherente?
Profesor asociado en el CIDE.
@Carlos_Tampico