Carlos Cruz

La resiliencia en la Suprema Corte de Justicia de la Nación

Carlos Cruz
09/12/2023 |04:41Carlos Cruz Santiago |

Don Ponciano Arriaga es uno de los grandes intelectuales que contribuyeron al pensamiento social mexicano. Liberal y precursor del Estado Social, Arriaga criticaba el poder concentrado en unas pocas manos, en la élite de los aristócratas, a quienes calificó de la 'crema y nata'. Es a partir del análisis del pensamiento de Don Ponciano Arriaga que me atrevo a hacer una aproximación a la designación de la nueva ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Ponciano Arriaga, defensor del pueblo, actuó siempre contra los poderes fácticos, a favor de la Educación Pública y gratuita, creó la Procuraduría de los Pobres, defendió a los más pobres y vulnerables, a los pueblos originarios. Fue federalista y acompañó la libertad de propiedad siempre colocando límites, y sobre todo luchó por las libertades de conciencia y de culto, del estado laico y de la separación del Estado y las iglesias, porque como bien decía el Dr. Jorge Carpizo, “La democracia es laica o no es democracia”.

En el tejido social de una nación donde el dolor de los desaparecidos, la pérdida de vidas jóvenes en su mayoría, las economías infiltradas por el crimen organizado, los sueños rotos de miles de jóvenes y el miedo de niñas y mujeres de no regresar a casa, se alzan voces que no solo claman por justicia, sino que representan la esencia misma de la lucha contra las adversidades, la voz de aquellas personas que han emergido resilientes de las circunstancias más desafiantes.

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El “esfuerzo personal es insustituible”, decía Arriaga. Este clamor encuentra su eco en tres personas propuestas por el Ejecutivo, tres mujeres que han trascendido la adversidad y han desafiado el statu quo, solo una de ellas abrazando la causa de la promoción, educación, defensa en derechos humanos. Y es en la posibilidad de que una de estas mujeres asuma como ministra en la Suprema Corte de Justicia de la Nación donde reside la verdadera esperanza de un sistema judicial más inclusivo, equitativo y con el estándar de DDHH.

Los actos de ley no siempre son justos, muchas normas jurídicas violan derechos humanos y no han sido armonizadas con la reforma constitucional en materia de derechos humanos de 2011; ahí es donde estoy seguro de que Eréndira Cruzvillegas Fuentes asumirá su responsabilidad en la interpretación de la ley con perspectivas de derechos humanos.

El rol de una ministra en la Suprema Corte no es solo interpretar la ley, sino también comprender las complejidades de la sociedad a la que sirve. Una mujer como Eréndira Cruzvillegas Fuentes que ha vivido en carne propia la desigualdad, que ha alzado su voz contra la injusticia y ha defendido incansablemente los derechos fundamentales de las personas y los grupos de atención prioritaria en México, está excepcionalmente preparada

para enfrentar los desafíos y tomar decisiones que resuenen con la realidad de la población a la que representa.

No me imagino a una nueva ministra simplemente, me imagino a Eréndira, una pequeña niña con sueños que, desde su infancia en las calles polvorientas de un barrio pobre en la Ciudad de México, ha forjado su camino con determinación y coraje. Su camino no ha sido fácil, pero su dedicación al trabajo académico, su incansable activismo a favor de los derechos humanos y su experiencia personal enfrentando abusos de poder la han convertido en un faro de esperanza, cambio y trabajo en red.

Acción política que no inspira a las nuevas generaciones es politiquería, la presencia de Eréndira Cruzvillegas Fuentes en la Corte inspiraría a las generaciones futuras, especialmente a las niñas y mujeres adolescentes y jóvenes que enfrentan circunstancias similares a las que ella superó. Demostraría que la determinación, la educación pública y gratuita y la lucha por la justicia pueden derribar barreras y transformar el panorama, incluso en los espacios más imponentes y tradicionalmente dominados por hombres.

En un momento en el que el mundo clama por una recuperación de lo comunitario, de mayor equidad de género y una representación más diversa en todas las esferas de la sociedad, la designación de la abogada y comunicóloga, con una experiencia casuística poderosa y multifacética para ocupar un cargo determinante para la democracia, como el de ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, sería un paso monumental hacia un sistema judicial más inclusivo y representativo.

La designación de la Defensora de Derechos Humanos como ministra de la Suprema Corte es un paso crucial hacia la reconstrucción del poder político en un entorno donde la autonomía de sus decisiones, fundamentadas en el estándar de los derechos humanos, podría establecer un precedente transformador. Su capacidad para interpretar la ley desde una perspectiva humanitaria, sin presiones externas ni sesgos, potenciaría la integridad del sistema judicial y reforzaría la confianza en una justicia imparcial y equitativa para todos.

Su historia personifica la resiliencia, el poder judicial mexicano también ha demostrado una resiliencia, adaptándose y evolucionando en medio de desafíos estructurales. La llegada de una figura como la Dra. en Docencia e investigación social a la Suprema Corte no solo reflejaría su propia resiliencia, sino que también sería un símbolo del vigor del poder judicial para transformarse y renovarse, adoptando principios más sólidos y progresistas para atender las necesidades cambiantes de la transformación en México.

Las ideas de Ponciano Arriaga se encuentran vigentes en nuestros días. Seguramente, si fuéramos leales al ideario del pensamiento social mexicano, nuestro país no se encontraría en la situación de dolor profundo que atraviesa. Es verdad que necesitamos mujeres y hombres patriotas que continuemos la lucha por las libertades, contra la corrupción política y empresarial, contra la impunidad y por la justicia.

La decisión que tome el Senado de la República es parte del diálogo político intenso que vive México. Sin embargo, seguro estoy de que las Senadoras y Senadores que han vivido hostigamiento, persecución política, violencia de género, que surgen de la vida comunitaria, y de la vida académica, construirán empatía y promoverán un voto para tener una ministra resiliente en una Suprema Corte de Justicia de la Nación que acompañe la resiliencia de México.

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