Una sindemia es el proceso epidemiológico en el cual dos enfermedades o epidemias coexisten y comparten morbilidad y mortalidad, causando un daño mayor que la simple suma de ambas enfermedades. Si partimos del análisis epidemiológico de la violencia, que es profundamente contagiosa, en el caso mexicano, nuestra propia epidemia se inicia en torno al homicidio y la desaparición, principalmente de personas adolescentes y jóvenes. Por lo tanto, frente al fentanilo, el riesgo inminente de la sindemia es una realidad.

La Naloxona es un medicamento que salva vidas, ya sea inyectado o inhalado, y revierte rápidamente los efectos de los opioides durante una sobredosis. Es en la actualidad el mejor recurso para atender a usuarios de fentanilo. El Estado debe garantizar el acceso y uso de este medicamento. Todas las personas que sufren una sobredosis de opioides, ya sea debido a un medicamento recetado o a una droga ilícita, necesitan Naloxona.

Son las 4:45 de la mañana. Suena el despertador. Alicia, una migrante mexicana que trabaja como enfermera, siente un frío extraño que le recorre la espalda. Desciende las escaleras de su casa y en el piso de la sala se encuentra con su hermano de 17 años, parece que está dormido. Su experiencia con sobredosis le acelera el corazón y la vida. De inmediato asume su papel de hermana y enfermera. “¿Qué hiciste? ¿Qué te metiste?” sacude con fuerza el cuerpo y grita su nombre. Recorre con la mirada y el tacto el cuerpo del joven beisbolista. Los síntomas observables: respiración detenida, labios y uñas azul pálido. Él no está durmiendo, tiene una sobredosis de fentanilo.

Decidida, corre por su bolso. En la bolsa lateral, muy a mano, encuentra un atomizador nasal de Naloxona. Lo coloca profundamente en la nariz y aplica la dosis. Pasan los minutos más largos que ha vivido. De repente, la respiración regresa. Lo acomoda entre sus piernas y toma el teléfono de su bolso. Marca el 911 y reporta el hecho. La operadora entiende perfectamente que acaba de iniciar el salvamento de una vida y que es necesario un traslado urgente. La Naloxona solo le dará 90 minutos como máximo para que entre en un tratamiento hospitalario. Alicia, decidida, salva la vida de su hermano.

La epidemia del fentanilo cobra más de 100,000 vidas al año solo en los Estados Unidos. Canadá no escapa a esta realidad. Esta epidemia fue provocada por farmacéuticas que, sin ningún escrúpulo, convirtieron a cientos de miles de personas en adictas a los opioides y abrieron la puerta a la “oferta y la demanda” para el tráfico ilegal de fentanilo.

Miles de “zombies” deambulan por las calles de Norteamérica, personas afrodescendientes, blancas, afroamericanas, indígenas americanas, latinas, asiáticas o isleñas del Pacífico, en su mayoría jóvenes, no escapan de las garras del fentanilo. El sueño americano se desmorona para miles de personas. La educación, el empleo y los programas sociales no logran contener que las juventudes se deslicen hacia el consumo de sustancias. Para el joven beisbolista era su primera vez consumiendo cocaína, debut y despedida. “Hoy no lo pienso, simplemente digo no”, afirma. Otros usuarios de drogas recurren al uso de tiras reactivas de fentanilo. En muchos casos, tienen que tirar la droga. “Está contaminada con fentanilo”, comenta una usuaria de cocaína en Washington.

Aprender de la realidad norteamericana e iniciar una gran cruzada en México por la promoción de hábitos de vida saludable en las escuelas, ampliando las actividades artísticas, sociales y culturales que generen pensamiento crítico y creativo, así como la prevención de riesgos en poblaciones adolescentes, es fundamental para aprender a decir “NO”.

Atender el daño por consumo de fentanilo es prepararnos en el uso de Naloxona. Hoy en día, las personas docentes, operadoras de salud, de bienestar social en el sector público y privado, del 911, así como todos los elementos de seguridad ciudadana y fuerzas armadas, y toda persona que viva en zonas de riesgo por consumo de sustancias, iniciando urgentemente por las fronteras, las ciudades, en las zonas rurales y en los pueblos originarios, deben recibir capacitación para identificar sintomatología por consumo de fentanilo, aplicar la Naloxona y salvar vidas.

Solo así México evitará entrar en una sindemia, ya que la epidemia de desaparición y homicidio nos consume. No sumar la epidemia del fentanilo es una responsabilidad del Estado Mexicano en alianza con toda su población. Las personas usuarias de drogas que hoy corren el riesgo de morir envenenadas con fentanilo deben entender que la Naloxona no es un medicamento preventivo, es con todas sus letras un recurso que debe ser usado en una situación de emergencia donde el riesgo es MUERTE. Garantizar el derecho humano a la vida y a la salud de miles de jóvenes a través del acceso gratuito a la Naloxona es una política de Salud Pública de corte progresista.

Pues, con la extradición de Ovidio Guzmán a Chicago, se corre un gran riesgo de que la respuesta del Cartel contra México sea inundar con drogas combinadas con fentanilo por distribución directa o porque se inicie el pago de servicios criminales con fentanilo. Poner manos a la obra es salvar la vida del presente de niñas, niños, adolescentes y jóvenes. “Decidida, Salvé una Vida” es un gran epíteto para miles de mexicanas y mexicanos. No perdamos la oportunidad.

Presidente fundador de Cauce Ciudadano AC

Suscríbete aquí para recibir directo en tu correo nuestras newsletters sobre noticias del día, opinión, y muchas opciones más.
Google News

TEMAS RELACIONADOS