La crisis de violencia armada en México facilita la operación de 23 delitos contemplados en la Convención de Palermo sobre la lucha contra la criminalidad organizada y el terrorismo. El tráfico de personas, que incluye la venta de seres humanos, es uno de los negocios que, bajo la protección de autoridades migratorias corruptas, se lleva a cabo en nuestro país con mayor intensidad desde hace 20 años.
Una familia compuesta por una mujer adulta, una adolescente y dos niñas salieron de su hogar con la ropa que llevaban puesta. La violencia en Centroamérica las obligaba a dejar atrás familia, hogar, estudios y sueños. Pasaron varios días hasta que cruzaron la frontera hacia territorio mexicano con la esperanza de alcanzar el sueño americano. Sin embargo, lo que encontraron fue una pesadilla en México.
Tratando de llegar a algún albergue en territorio chiapaneco, se toparon con un secuestro masivo. Ellas, junto con más de cien personas migrantes, estaban retenidas en una gran casa de seguridad en Chiapas. Sus captores obligaban a la madre, durante el día, a trabajar como esclava preparando alimentos, lavando ropa y limpiando las habitaciones de los secuestradores. A cambio de que su hija no fuera tocada, ella accedía a todos los “caprichos” de sus captores.
Las personas migrantes fueron testigos de que en diversas ocasiones, los secuestradores, quienes hablaban español para comunicarse con agentes migratorios y también usaban su lengua materna para comunicarse entre ellos, decidían torturar hasta la muerte a alguna de las personas migrantes, generando terror y presión para el pago de los rescates.
La violencia armada y la escalada de hostilidades entre grupos de la delincuencia organizada alcanzaron el territorio y la casa de seguridad en la que se encontraban. En medio del enfrentamiento armado, uno de sus captores dejó abierta la puerta de dicha casa, y ellas, junto con otros migrantes, aprovecharon para escapar. Corrieron con todas sus fuerzas y durmieron en el monte. De alguna manera, lograron llegar a un albergue donde estuvieron a salvo.
Después de varios días de recuperación, partieron hacia la Ciudad de México. Al llegar, buscaron algún albergue, pero todos estaban saturados; la ola de migrantes había crecido y la emergencia humanitaria no tenía precedentes. La familia logró encontrar un lugar en un albergue religioso, donde se asearon y cenaron antes de irse a dormir, pensando que finalmente estarían tranquilas. Sin embargo, al despertar, descubrieron que la mujer adolescente había desaparecido.
Así comenzó su angustiante búsqueda. Presentaron una denuncia en la Fiscalía de la Ciudad de México, recorrieron el territorio en su búsqueda, enfrentaron la negativa de información por parte del albergue y buscaron ayuda para tejer una red que les permitiera encontrar a la mujer adolescente y reunirla con su familia.
Madres de migrantes desaparecidos contactaron a Cauce Ciudadano AC y no nos separamos de ellas hasta encontrar a la mujer adolescente con vida y gestionar su asilo. Implementamos una ficha de búsqueda, grabaciones de video, brindamos acompañamiento jurídico en la fiscalía y apoyo psicológico. Revisamos sus redes sociales; aunque algunos consideran que se “invade la privacidad”, nosotros afirmamos que por encima de esta está la urgencia de que la persona regrese con vida. Accedimos a sus perfiles para activar reconocimientos faciales, activamos alertas y pudimos acceder a su ubicación en tiempo real. Además, enviamos mensajes concretos en diversas zonas y promovimos todas las imágenes y videos producidos en redes sociales.
Su madre describía que la mañana de la desaparición sentía un letargo, como si hubiera dormido demasiado, como si no tuviera fuerzas. Notamos algo diferente en su manera de dormir, así que iniciamos la búsqueda con una entrevista detallada para comprender y encontrar momentos y situaciones clave. Analizamos diversas y correlacionadas características, tiempos, uso de tecnologías, presencia de enfermedades físicas y mentales, riesgos psicosociales, y comenzamos a planificar una búsqueda con vida.
Los días pasaban sin noticias y como organización sentíamos que no estábamos haciendo lo suficiente. Sabíamos que era necesario abarcar todos los aspectos: lo social, lo cultural, lo jurídico, la salud, lo civil, la comunicación, el análisis criminal y la presión política. Para que esta persona regresara con vida, se debía hacer todo lo necesario. No escatimamos esfuerzos, sobre todo porque la queríamos viva, “VIVA SE LA LLEVARON, VIVA LA QUEREMOS”.
Un mensaje de texto al Vaticano, un video de respuesta del Canciller Monseñor Sánchez Sorondo haciendo un llamado a los captores para que la adolescente de 16 años regresara a casa. Días después, una alerta de Facebook nos dio la noticia de su paradero en Nuevo Laredo, Tamaulipas. Establecimos comunicación con el fiscal general del estado y con la Fiscal de desaparecidos en Tamaulipas y realizamos videollamadas durante el operativo de rescate para asegurar su identidad y conocer su condición.
Agentes de la Fiscalía la rescataron y la protegieron. Se restableció la comunicación con su mamá y con sus hermanas, lo que generó la sensación de que ya estaba a salvo. Sin embargo, aún era necesario viajar por ella. Las horas pasaban y se solicitaron los boletos de avión a SIPINA y a la Comisión Nacional de Búsqueda, pero no hubo respuesta. Un empresario decidió pagar los boletos de avión.
Despegamos de la Ciudad de México con la madre y aterrizamos en Nuevo Laredo, donde de inmediato un agente de migración nos detiene. Habíamos aumentado la difusión en redes sociales para que todo el mundo supiera que estábamos buscando a esa adolescente. El agente nos conmina: “NO SE QUEDEN A DORMIR, LES VAN A OFRECER QUE SE QUEDEN, NO LO HAGAN”. Llegamos a las instalaciones de la fiscalía, entre montañas de expedientes, donde agentes investigadores y ministros públicos hacen malabares como buenos domadores de leones. Es un lugar donde no hay suficiente inversión para realizar su trabajo, donde duele ver lo que han hecho con las instituciones de justicia en México.
Nos trasladan al albergue para niñas. Entramos al albergue y ahí salen con ella: la madre y la hija se abrazan, se besan llorando. La niña le pide a su madre que la cuide y que no la deje ahí. Firmamos el papeleo. Una persona nos ofrece quedarnos, pero en ese instante solicito un servicio de taxi. Pregunto: “¿Cuánto cuesta el viaje a Monterrey?” El chofer responde: “Cobramos 2400, pero ya es tarde”. Yo le ofrezco: “Te doy 5000, pero nos vamos ahora mismo”. ¡¡El chofer acepta con un “¡¡Arre!!”. A ellas les pido que no hablen durante el viaje, que nos sometamos al silencio del trayecto. Estamos en la carretera y llegamos entrada la noche al aeropuerto de Monterrey. La niña no tiene identificación con fotografía, solo tenemos su ficha de búsqueda, pero la difusión pagada en redes sociales tuvo éxito. La encargada del mostrador de Aeroméxico la reconoce y dice: “No se preocupe, yo me encargo de que aborden”".
Tomamos una botella de agua y algo de comer. El silencio continúa mientras abordamos el avión. Cuando despegamos, ya podían hablar; estábamos seguros. Nos dirigimos a un lugar donde estar, y ahí se reinició la vida, terapia individual y familiar, albergue seguro, gestión jurídica del asilo y protección permanente, atención de paidopsiquiatra, acompañamiento sociolaboral y mucho dialogo para entender a la adolescente y a su familia.
El sufrimiento de esta adolescente en tres momentos es inimaginable. Primero, “Esta está buena para venderla, que no la toquen”, decía un médico después de revisarla. Segundo, “Estas están embarazadas, hay que llevarlas a otra casa”, afirmaba otro. Tercero, “No sé quién eres, pero te están buscando con mucha fuerza, te quedas para siempre o te dejo ir”, decía uno de sus captores, después de haber sido usada para pasar drogas a Estados Unidos. La presión, la suerte, la bondad y el trabajo de búsqueda, o todo en su conjunto, le permitieron regresar con vida a casa.
La búsqueda con vida de personas desaparecidas es crucial por varias razones importantes. En muchos casos, el factor tiempo es crítico cuando se trata de encontrar a una persona desaparecida con vida. Las primeras 12 horas después de la desaparición son especialmente importantes en los casos de las mujeres adolescentes, ya que la persona puede estar en peligro de ser utilizada por redes de explotación sexual.
No se debe escatimar en nada cuando se trata de salvar vidas. Esto implica que, por norma y sistema, las compañías telefónicas Telcel, AT&T, Movistar, y las redes sociales YouTube, Snapchat, Instagram, WhatsApp, Kik, Telegram, Twitter, Tumblr, Facebook, TikTok, Discord, Reddit, y las familias que permiten servicios telefónicos y cuentas para personas de 10 a 17 años, deben habilitar por defecto la función de ubicación en tiempo real. Esto significa que las aplicaciones de redes sociales podrían utilizar la funcionalidad GPS del dispositivo para determinar la ubicación de la usuaria y así salvar su vida.
Mientras más tiempo pase una persona en situación de desaparición, menores son sus probabilidades de supervivencia, especialmente si se encuentra en un entorno hostil como México. Por lo tanto, una búsqueda rápida y efectiva aumenta las posibilidades de encontrar a la persona con vida.
Para los familiares y seres queridos de la persona desaparecida, cada minuto que pasa sin tener noticias de su paradero aumenta su angustia y sufrimiento. Una búsqueda activa y rápida puede proporcionar respuestas y aliviar parte del dolor emocional que experimentan los familiares; es una exigencia dar la seguridad en la búsqueda con vida en México.
Encontrar a la persona lo antes posible puede ayudar a evitar o reducir estos daños psicológicos. En algunos casos, la búsqueda activa y rápida puede ayudar a recopilar evidencia crucial que pueda ser útil para resolver el caso de la desaparición, ya sea identificando testigos o recopilando pistas forenses que puedan ser útiles para las autoridades.
Cuando familiares de las víctimas, colectivos de familiares de desaparecidos, organizaciones de la sociedad civil, empresarios e instituciones del Estado Mexicano y las iglesias trabajan juntos, se salvan vidas. Por fortuna, esta familia hoy vive en un lugar donde la democracia es justicia, y donde el pacto contra la delincuencia organizada lo firman autoridades y ciudadanos. Ahí donde el pacto no se firma entre políticos, el pacto es por la democracia, la verdad, la justicia, la dignidad con las víctimas y sus familias, pues por eso BUSCAR CON VIDA ES UN DERECHO.
Presidente fundador de Cauce Ciudadano AC.
X: @carloscauce