Al cumplirse el primer centenario de la muerte de Ricardo Flores Magón , su figura y pensamiento han vuelto a ocupar un espacio importante en la vida política nacional. Durante muchos años, Magón fue asimilado por los gobiernos priistas y formo parte de su panteón de héroes patrios; pero a partir de 1968 el movimiento popular y, en particular, el de los pueblos indígenas lo reivindican recuperando su propuesta radical y destacando la vigencia de sus ideas.
Desde hace muchos siglos, la historia ha sido torcida por los dueños del país, con el fin de legitimar su dominio. Es decir, la historia se cuenta y se escribe como más convenga al grupo en el poder. Esta práctica ha sido recurrente a lo largo de los tiempos, y en el México contemporáneo ha cobrado gran importancia. En 1945, en medio de la parafernalia propia de los regímenes herederos de la Revolución mexicana, su cuerpo fue depositado en la entonces llamada Rotonda de los Hombres Ilustres. Reducida su trayectoria a la de mero precursor del proceso que estalló en 1910, cada año los gobiernos en turno y el sindicalismo corporativo le rendían un desabrido y burocrático homenaje. En esos años su nombre fue usado para identificar calles, escuelas y sindicatos charros.
Sin embargo, a raíz de la revuelta estudiantil-popular de 1968, la obra de Flores Magón se empezó a divulgar de nuevo. Con el libro antológico elaborado por Gonzalo Aguirre Beltrán y editado en 1970 por la UNAM -y después con el intenso trabajo de Ediciones Antorcha- los escritos de Ricardo y de otros integrantes de la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano fueron difundidos a lo largo del país. También a principios de los años 70, el nombre de Ricardo se asocia a las intensas luchas del pueblo mexicano. El movimiento urbano popular independiente recupera su nombre y a partir de la toma de tierras, nacen las colonias Flores Magón en Chihuahua, Durango y Cuernavaca. Con su nombre se denominarán también el Consejo Popular Juvenil, sindicatos independientes, ejidos y colectivos estudiantiles.
Insobornable y enemigo de todo poder, Ricardo Flores Magón ha permanecido presente en muchas de las movilizaciones populares en nuestro país, lo mismo entre los rebeldes zapatistas de Chiapas, como entre algunas organizaciones indígenas de Oaxaca, o de bandas juveniles de la ciudad de México; también en sindicatos independientes de zapateros en León, Guanajuato, o entre los estudiantes de la Normal Rural de El Saucillo, en el norteño estado de Chihuahua. Aunque muchos desconocen su ideología, se identifican con su actitud rebelde, irreductible y comprometida.
En Oaxaca, estado natal de Ricardo, a fines de los años 90 se movilizó intensamente el Consejo Indígena Popular de Oaxaca Ricardo Flores Magón, el cual fue brutalmente reprimido. Y años después, en 2006, la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca rebautizó con su nombre a la capital del estado. Por su parte, los zapatistas le dieron el nombre de Ricardo Flores Magón al municipio autónomo ubicado en Taniperla, Chiapas.
La lucha de Flores Magón duro un poco más de 22 años, en una primera etapa con una impronta liberal, para luego asumir una posición abiertamente anticapitalista y antiestatal que le era propia a su filiación anarquista. En su larga trayectoria Ricardo, fiel a sus principios, nunca aceptó un cargo público, y cuando por pedido de Francisco I. Madero, su hermano Jesús y su antiguo compañero Juan Sarabia lo buscaron para ofrecerle la vicepresidencia de la República, Ricardo con insultos se negó siquiera a conversar con ellos.
También es sabido que estando Ricardo preso en el penal de Leavenworth, ya muy enfermo y casi ciego, se negó a recibir ayuda del Congreso federal, aduciendo que no aceptaba dinero del gobierno. Ricardo era así, testarudo de carácter, con una ética poderosa e inflexible y firme en sus ideales.
Ricardo nos ha dejado importantes enseñanzas cuya vigencia es innegable. Entre ellas destacan el valor que tiene para la transformación profunda de nuestro país la resistencia y la comunalidad indígena; la importancia que tienen la independencia política del movimiento popular y la acción directa y también el rechazo al personalismo, es decir, la lucha del pueblo mexicano no puede estar orientada al encumbramiento de un individuo.
Ahora, que, al cumplirse cien años de su muerte, funcionarios y legisladores, le dedican homenajes. Ricardo, el llamado “Escorpión”, un personaje que fue enemigo de todo gobierno seguramente rechazaría su oportunismo y a los promotores -dada su trayectoria- los consideraría traidores. Ricardo el eterno rebelde, el ilegal, está de regreso. ¡Viva Tierra y Libertad!