El gobierno gringo estima que hay poco más de seis millones y medio de mexicanos viviendo ilegalmente en EU. El riesgo al que se enfrentan es, desde luego, la deportación. Casi toda la conversación se centra en el papel de esos migrantes en EU: Trump asegura que son criminales, promete que los detendrá con una pared, otros nos muestran que las nacionalidades son un anacronismo.

Sabemos -tenemos los datos- que los migrantes mexicanos (y de otras nacionalidades) no solo no son una amenaza para EU, sino que los ciudadanos gringos les deben las gracias: los migrantes desempeñan los cargos que nadie quiere y cobran un salario mucho menor que los gringos. Es decir, contribuyen a que la sociedad esté mejor.

Poco sabemos de qué pasa con aquellos que son devueltos a sus países. Podemos pensar, por ejemplo, que después de tener una vida hecha en Indiana, un padre de familia que es deportado de un día a otro a su natal Atlixco cae en una profunda depresión y se suicida.

Dos economistas mexicanos, Daniel Osuna Gómez y Eduardo Medina Cortina, estudiaron el impacto de la deportación de migrantes mexicanos en sus comunidades. En particular, el efecto sobre los negocios en esas localidades. Cuando personas con doctorado empiezan a mudarse a nuestra colonia es difícil que algún vecino se oponga. Sin embargo, cuando la calle empieza a llenarse de trabajadores de la construcción y otros sectores donde los salarios son bajos (como tiende a ser el caso de los migrantes deportados) es fácil que los comentarios despectivos proliferen.

Utilizaron los datos de uno de los programas de deportación más grandes que se han implementado en EU, Secure Communities, para rastrear la cantidad, el tipo de deportaciones y el lugar a dónde fueron deportados. Por tipo de deportación me refiero a la cantidad de tiempo que el migrante pasó en EU antes de ser deportado.

Al correr las regresiones encontraron que en los municipios mexicanos a donde llegaron más deportados hubo un incremento estadísticamente significativo en el número de nuevos negocios, especialmente negocios informales y pequeños.

¿Cómo es que aquellos que son deportados (lo cual podría ser visto como un fracaso para ellos) se vuelven emprendedores? Hay dos mecanismos: por un lado, los migrantes deportados envían sus ahorros a México. En muchos casos vendieron las pertenencias que tenían en EU y también enviaron ese dinero a México. Al regresar, desempleados, usan ese dinero acumulado para iniciar un nuevo negocio. Otros migrantes, preocupados por una posible deportación, probablemente también envían más dinero a sus familias, lo que significa que el programa de deportaciones pudo incluso provocar un incremento en el emprendimiento entre las personas que ya vivían en México.

Por otro lado, la acumulación de capital humano y financiero. Los migrantes deportados aprendieron los gajes de ciertos oficios en EU, e incluso cómo administrar un negocio, e implementaron esos conocimientos al volver a su municipio natal. Los datos muestran que aquellos deportados que pasaron más tiempo con los gringos son los que tuvieron más influencia en el éxito de los nuevos negocios.

Los beneficios no son solo para aquellos que recién llegan de Estados Unidos. Los datos muestran que ahí donde llegan más migrantes deportados incrementa la probabilidad de que los negocios que ya existen sobrevivan, incrementen sus ganancias y hasta exporten por vez primera. Esto se explica por el incremento en la demanda que resulta de los nuevos habitantes.

La contraparte de esto es que los negocios creados son informales. En México más de la mitad de los empleos siguen en la informalidad. Eso implica que no pagan impuestos, lo cual nos afecta a todos, pero también implica que quienes trabajan en esas empresas no tienen seguro médico, carecen de las protecciones que todo empleado debe tener.

Estos resultados no significan que debemos aplaudir las deportaciones. Además de la potencial separación de familias, violaciones a derechos humanos durante el proceso y los efectos adversos en la salud mental, hay un argumento más esencial: ¿cuál es la diferencia entre una persona que tiene un pasaporte que dice Francia y otro que dice Honduras, salvo las letras y el diseño de ese pequeño cuadernito rectangular? ¿A qué propósito atienden hoy las demarcaciones fronterizas?

La moraleja es que en esas ciudades, me refiero a aquellas a donde se van los migrantes mexicanos en busca de una mejor vida, de hecho sí les dan una mejor vida, no solo en la forma de más dinero, sino de capacitación para abrir un negocio por su cuenta y que ese negocio funcione. Nuestros legisladores deberían estar estudiando qué aprenden los migrantes mexicanos en EU, para implementar políticas públicas que les permitan aprenderlo aquí, sin necesidad de irse. Pero no, en cambio están empeñados en destruir la autonomía del poder judicial.

Google News

TEMAS RELACIONADOS