Que si el covid es invento de Obrador, que si el covid es invento del PRIAN. Que si en lugar de vacunas nos van a poner agua, que si nos van a controlar a todos.
Parece mentira, señores, pero no lo es.
En las calles del centro, escucho una conversación del otro lado de la acera: ‘No, yo no me la voy a poner’. ‘Nombre, yo tampoco. Imagínate, te van a meter un chip y te van a controlar’. ‘Sí, y después te van a decir ahora vota por el PRI, ahora vota por Morena. Yo no me la pongo’. ‘Yo tampoco, ni de loca’.
El loco parece que soy yo, que se está inventando esta conversación para contársela a ustedes, pero las señoras iban tan campantes regando su eterna sabiduría por las calles de nuestro país, mostrando que aquello del adultocentrismo no es una mamufada, ni mucho menos, honorable lector, sino que los años le enseñan a uno cómo descreer siendo un gaznápiro pero, eso sí, ejerciendo la autoridad de la experiencia.
Me gustaría haber imaginado todo esto antes de que sucediera. O verlo en un planeta lejano desconocido en la Tierra, traerlo aquí y sentarme a escribir un enorme mamotreto de ficción. A lo mejor tendría en mis manos el Guerra y paz del siglo veintiuno, o algo más parecido a la obra de Rabelais, pero seguro un lugar en la historia. Porque vamos a ser sinceros, a nadie sorprende que la estulticia sea hoy tan mayestática como hace veinte años, y acaso peor, porque los humanos nos multiplicamos a diario, pero ¿cómo alguien puede ir por la vida creyendo que la mayor crisis en la historia fue provocada por un puñado de malévolos que se están beneficiando? Ojalá -de veras ojalá- la realidad fuera tan sencilla, porque entonces los problemas del mundo hace mucho que estarían resueltos. O bastaría con ir y enjuiciar a esos pillos todopoderosos para que el sufrimiento termine. Sin embargo, hay quienes creen que los cárteles en México no existen, todo es un invento del gobierno para militarizar el país. Seguro también piensan que la pobreza se soluciona si el gobierno le da un millón de pesos a cada familia…
Y es que en este país la imbecilidad es peligrosamente contagiosa. Se pasa de un partido político a otro, de un espectro ideológico al extremo opuesto sin el menor empacho. Igual que nuestros diputados. Ambos, diputadetes e imbecilidad, han de ser parientes cercanos del covid. En campaña, el gobierno afirmó que los corruptos de antes conspiraron para que el país estuviera en la ruina; ahora, ya con el poder, aseguran que los ladrones siguen arreglándoselas para mantener a México en la quiebra. El tío de pelos blancos no es responsable de nada, todo se debe a esa escoria confabuladora de mafiosos fraudulentos, como Bartlett (con el que Obrador, por supuesto, no tiene nada que ver). Por otro lado, la oposición hoy no se sabe otro cuento que no sea el de la conspiración de la enfermedad de Obrador, porque seguro eso lo hará ganar la cámara este año, y esa solo es la última joya en la muestra de su pensamiento perspicaz. He tenido el honor de escuchar a intelectuales -con título universitario- asegurando que Andrés Manuel habla como lelo para espantar a los más inteligentes y quedarse con los brutos -que según mi informante son la mayoría- para ganar en las urnas. Él, por supuesto, es un ser sumamente inteligente que no se deja engañar tan fácil, ha encontrado el secreto del señor presidente, y por eso se chuta a diario la mañanera, completita. Esos sí que son buenos ciudadanos. A mí discúlpenme, soy un pobre tonto que jamás soportaría semejante tortura. Así que en la gesta de junio no habrá para dónde arrimarse, esto es como el covid: mejor quédese en casa.
Pero ahora, estimados, regresemos a nuestro asunto: las verdades ocultas que tantos genios han descubierto y quedan en el olvido. ¿Cuál su favorita? Yo, ya hablando en serio, creo que todo esto es un invento del CEO de Zoom para hacer que yo me peine mejor, porque las tres horas diarias que tengo que pasar en conferencias inútiles han hecho que empiece a considerar un cambio de look. No se preocupe si está en desacuerdo, usted puede afirmar lo que prefiera: el coronavirus lo diseñó su vecina para que ahora la tenga que escuchar cada mañana mientras canta en la regadera, o su jefe para bajarle el sueldo o correrlo injustificadamente, usted me dice, al fin que en nuestra era racionalista lo que más vale son los datos alternativos. Y dicho esto mejor me retiro, porque me registré para las vacunas y empieza a descrismarme que los rateros vayan a venir a mi casa por haber metido mis datos en internet.