La democracia es sinónimo de libertad y garantía de nuestros derechos fundamentales consagrados en la Constitución y que, el Estado, debe proteger para que la ciudadanía pueda desarrollarse plenamente.

La democracia significa la plena vigencia del Estado de Derecho, igualdad, equidad, así como una forma de gobierno en la que el poder político se ejerce, de forma directa o a través de representantes para buscar el beneficio de la población.

Algunos analistas consideran que la democracia se ha instaurado en México en diversos momentos.  El primero en 1953 cuando en la Constitución Política se determina que las mujeres pueden votar y ser elegidas a todos los cargos de elección popular, condición fundamental para lograr una igualdad sustantiva.

Otro momento importante, fue la reforma en materia político electoral del 1977 en la que, entre otras consideraciones, el sistema mayoritario prevaleciente hasta entonces dio paso a un sistema mixto que combinó la representación de mayoría relativa con la de la representación proporcional (con 100 diputaciones electas en circunscripciones plurinominales).

El impulso, en mi opinión, de esta emblemática reforma fueron los movimientos estudiantiles de 1968 y 1971.

Desde entonces la Constitución hace varias referencias a la democracia en las que la considera como un sistema de vida, con principios y valores que le permiten a su ciudadanía contar con las herramientas para que alcanzara su bienestar.

Hoy el artículo 40 de la Constitución Política dispone que, “Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República representativa, democrática, laica y federal, compuesta por Estados libres y soberanos en todo lo concerniente a su régimen interior, y por la Ciudad de México, unidos en una federación…”.

Esta disposición legal forja el cimiento de lo que se ha alcanzado luego de muchos años de lucha y que todas y todos debemos proteger: nuestra democracia.

Bajo este contexto, a través de la resolución A/RES/62/7, la Asamblea Generas de las Naciones Unidas en 2007, determinó que cada 15 de septiembre de cada año, se conmemore el Día Internacional de la Democracia con el objetivo de alentar y promover la democratización, el desarrollo y respeto a los derechos fundamentales y a las libertades universales.

La fecha del 15 de septiembre coincidió con la conmemoración de la adopción de la Declaración Universal de la Democracia por la Unión Interparlamentaria de 1997.

En 2002, la entonces Comisión de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) determinó nueve elementos fundamentales para un auténtico sistema democrático:

1. Respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales;

2. Libertad de asociación;

3. Acceso al poder y su ejercicio de conformidad con el imperio de la ley;

4. La celebración de elecciones periódicas, libres y justas por sufragio universal y por voto secreto como expresión de la voluntad de la población;

5. Un sistema pluralista de partidos y organizaciones políticas;

6. La separación de poderes;

7. La independencia del poder judicial;

8. La transparencia y la responsabilidad en la administración pública, y

9. Medios de comunicación libres, independientes y pluralistas.

En nuestra nación contamos, como hemos visto, con un sistema democrático que se funda en el principio básico de “una persona, un voto” en el que todas las personas tenemos incidencia frente a quiénes nos representarán en el ejercicio público y con ello, es la ciudadanía quien ejerce un control sobre el poder del Estado.

En el marco del Día Internacional de la Democracia es importante reflexionar sobre su importancia, así como los parámetros para seguirla defendiendo y consolidarla para beneficio de esta nación.

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