El año pasado nuestra pieza Yo soy cenote ganó la convocatoria de arte #CreateCOP26, de Art Partner y la UNESCO. Más que un grito de ayuda, el lamento de los cenotes reclama de manera silenciosa y pacífica que respeten sus aguas sagradas. El mensaje fue seleccionado por los jueces entre miles de propuestas de 154 países distintos. Es una muestra de que, aunque se trata de un problema local, tiene un claro impacto global.
Ahora, a tan sólo cuatro meses de este reconocimiento, el cambio de ruta del mal nombrado Tren Maya pone en riesgo los frágiles ríos subterráneos. La conservación del Acuífero Maya es un asunto de seguridad nacional. El tren, no. Supone una enorme tristeza atestiguar que se planea una construcción así sobre estos ecosistemas tan vulnerables, en un país en el que sus tres ciudades principales están amenazadas por falta de agua y en un mundo que se desmorona a causa de los efectos del cambio climático.
Me pregunto una y otra vez: ¿por qué nuestro gobierno apuesta por proyectos tan destructivos, con beneficios monumentales para pocos y efectos irreparables para muchos? Los nocivos resultados del actual modelo de explotación de los destinos turísticos están ante nuestros ojos. ¿Hasta cuándo repetiremos el mismo error? ¿Entraremos en razón hasta que las vías colapsen sobre los cenotes con todo y tren?
En un futuro en el que los cenotes estén demasiado contaminados para nadar en ellos, como ya sucede en varios casos, ¿qué vendrán a visitar los turistas? En un Cozumel donde los esfuerzos de recuperar el Arrecife Mesoamericano se agoten y los muelles de cruceros, como el cuarto que se pretende construir, acaben con los arrecifes, ¿por cuáles especies de vida submarina será conocida la isla? La playa de El Cielo perderá sus estrellas; los arrecifes, sus corales y peces. ¿Qué veremos a través de sus aguas cristalinas si ya no quedará nada?
Si la Riviera Maya es el principal destino turístico de México, que sea por sus ecosistemas, no a costa de ellos. El paraíso está formado por cenotes, arrecifes, playas, manglares, no por hoteles, cruceros, restaurantes. El paraíso existe porque lo defendemos.
Invito al presidente Andrés Manuel López Obrador, al gobernador Carlos Joaquín, al director del Fonatur, Javier May, y al secretario de la Sedatu, Román Meyer, a visitar uno de los cenotes ubicados en el paso de la nueva ruta del Tren Maya, a sumergirse en sus aguas, a permitir que los envuelvan sus cortinas de rayos de luz, a sentirse suspendidos por su magia, a encontrar esa paz única que sólo habita en el interior de estos inigualables espacios, a bucear y adentrarse en sus cuevas, las venas y arterias por las que corre el agua que nos mantiene vivos y contiene los secretos de donde venimos. Y, después de la experiencia, a que nos vean a la cara y se atrevan a volver a decirnos que los pilotes con los que perforarán la tierra, la tala de árboles y la construcción de las vías no afectarán la estabilidad de nuestros prodigiosos mundos mayas.
#trensobrecenotesno