¿Quién será el sucesor de Angela Merkel? Esto es lo que está en juego en las elecciones federales alemanas del próximo domingo 26 de septiembre. Merkel dejará el poder, la edad de jubilación en Alemania es 67 años y justo a esa edad la canciller alemana ha decidido retirarse y no buscar un mandato adicional.
El retiro de la icónica líder alemana ha abierto muchas incógnitas. Un espectro político pulverizado y un sistema electoral muy particular dan como resultado un alto nivel de incertidumbre respecto a lo que estas elecciones traerán para la mayor economía de Europa.
De los seis partidos políticos que se espera obtengan escaños en el Bundestag (parlamento alemán), solo tres postularon candidatos a la cancillería: el Partido Socialdemócrata (SPD), la Unión Demócrata Cristiana (CDU) y los Verdes (Die Grünen). Es importante recordar que el sistema político alemán es parlamentario por lo que en realidad los alemanes no votarán directamente por los candidatos a canciller sino que elegirán a los diputados y será la coalición parlamentaria mayoritaria la que a través de un acuerdo político elija a la futura o futuro canciller, quien deberá ser confirmado de manera oficial con el voto del nuevo Bundestag.
Los verdes han impulsado a Annalena Baerbock, que se ha convertido en la segunda mujer en la historia de Alemania que busca la cancilleria. Con la joven diputada de 40 años como candidata, los verdes tuvieron un excelente arranque en las encuestas pero una dura campaña en contra de ella y algunos errores, como haber inflado su curriculum, han mermado las posibilidades del campo ambientalista. Actualmente los verdes se encuentran por debajo del 20% de las preferencias en los sondeos de opinión.
La CDU, el partido al cual pertenece Angela Merkel, ha propuesto como canciller a Armin Laschet, actual jefe de Renania del Norte-Westfalia, el estado más poblado de Alemania. El candidato demócrata cristiano ha cometido errores durante su campaña, como haber sido captado por las cámaras riéndose en plena ceremonia de homenaje a las victimas por las inundaciones. Adicionalmente, la CDU no atraviesa por un buen momento. Merkel gobernó muy al centro e incluso impulsó algunas propuestas socialdemócratas y con ello el electorado tradicional de su partido perdió algunas referencias ideológicas. Por ejemplo, la ortodoxia presupuestal, históricamente uno de los puntos de referencia de la Unión Demócrata Cristiana, salió volando por la ventana con el plan de relanzamiento económico ante la crisis por Covid-19. Quizás por estas razones la CDU, que inicialmente estaba a la cabeza en las preferencias electorales, se ha desplomado en la intención de voto, cayendo del 27% al 20% entre principios de agosto y principios de septiembre. Ni siquiera Angela Merkel parece estar muy entusiasmada con la campaña de su compañero de partido, a quien solo ha apoyado abiertamente en las semanas más recientes.
Los socialdemócratas (SPD), tienen como candidato a Olaf Scholz, ex ministro de finanzas y actual vicecanciller. A diferencia de sus opositores, Scholz no ha cometido graves errores durante la campaña y ha logrado que su partido crezca de manera fulgurante en la intención de voto, llevándolo del 15% en las primeras encuestas al 25% o 27% en las más recientes, dándole una ventaja de entre el 3% y 5% por encima de la CDU. El socialdemócrata busca transmitir que él representa el sacrosanto valor alemán: la estabilidad. Incluso ha dicho “un ministro alemán de finanzas, siempre será un ministro alemán de finanzas”. A pesar de no pertenecer al partido de Merkel muchos ven a Scholz como su natural sucesor.
Tradicionalmente ha llegado a la cancillería el líder del partido del grupo parlamentario que obtiene mayor número de escaños pero dado que en esta ocasión aparentemente se requerirá de tres partidos políticos para formar una coalición el verdadero ganador de la elección no necesariamente será el partido que encabece los resultados, sino aquel que logre articular una coalición mayoritaria. Pudiera, por ejemplo, darse un escenario en el que la CDU quede en segundo lugar en las elecciones pero logre formar una coalición mayoritaria y Laschet llegue a ser canciller.
Adicionalmente, el sistema electoral alemán tiene sus particularidades. El Bundestag no tiene un número fijo de miembros; en teoría esta previsto que sean 598 pero en la práctica desde 2002 siempre han habido más y en esta elección se espera que incluso superen los 800. Esto sucede porque cada votante tiene la posibilidad de ejercer dos votos: el "primer voto" (Erststimme) le permite elegir de manera directa a un candidato de su circunscripción; el “segundo voto” (Zweitstimme) le permite votar por una lista de candidatos presentada por cada partido en el marco de su estado federado. Es este segundo voto el más importante, pues es el que define la conformación proporcional del parlamento entre los partidos que tengan más del 5% de los votos. Pero llegado el caso de que algún partido obtenga un mayor número de candidatos electos por la vía directa de los que la conformación proporcional le permite, se crean escaños adicionales.
Después de todas estas sumas y restas del resultado electoral, cuando finalmente quede integrado el nuevo Bundestag comenzarán las negociaciones entre los liderazgos de los partidos políticos pero también se tomará en cuenta la opinión de los diputados electos. Por lo que no solamente será importante conocer los porcentajes de integración del parlamento sino también las características de los nuevos diputados; ya que dentro del mismo partido puede haber, por ejemplo, quien prefiera una coalición con los verdes, que proponen incrementar los impuestos a los más ricos en un 40%, mientras que alguien más prefiera aliarse con el FDP, que se opone a todo tipo de impuestos y tiene una visión pro mercado.
Los partidos que participan en esta elección representan una paleta ideológica muy amplia, desde la extrema derecha (Alternative für Deutschland) hasta la extrema izquierda (Die Linke), y las alianzas políticas en Alemania son acuerdos sumamente específicos, por lo que las negociaciones podrían durar varias semanas, durante las cuales Merkel se quedaría en su posición hasta que se designe un nuevo canciller.
El resultado de las elecciones de este domingo será mucho más complejo que una mera suma de porcentajes y tendrá que ser leído como una especie de tetris político. Todas las opciones están en la mesa.