El viernes pasado dieron comienzo los Juegos Olímpicos de Invierno en el Estadio Nacional de Pekín, conocido popularmente como “Nido de Pájaro”, el mismo lugar en el cual hace catorce años se inauguraron los Juegos Olímpicos de verano. Pekín se convirtió así en la primera ciudad del mundo en albergar los Juegos Olímpicos de verano y de invierno. Pero entre las dos citas olímpicas (2008 - 2022) China y el mundo han cambiado brutalmente.
El contexto actual es muy distinto, tanto por la pandemia como por las tensiones geopolíticas. Estas olimpiadas se desarrollan sin espectadores, con delegaciones reducidas y dentro de una estricta burbuja sanitaria en torno a los 2,900 atletas participantes y a los miembros de la prensa. Pruebas PCR diarias, tomas de temperatura continuas, áreas comunes delimitadas y espacios de aislamiento designados para casos positivos. Unos olímpicos prácticamente a puerta cerrada. Vaya, nada que se haya visto en otras ediciones.
Por otra parte, hace catorce años el mundo era decididamente unipolar. China era la tercera economía mundial, por detrás de Estados Unidos y Japón. Pero en este periodo hemos sido testigos de un vertiginoso crecimiento de la economía del gigante asiático, su PIB se ha multiplicado por tres de 2008 a la fecha y se ha colocado como la segunda economía global con miras a convertirse en la primera.
Los Juegos Olímpicos de 2008 marcaron el regreso de China a la escena global. Pekín buscaba dejar claro su lugar en el mundo, se había preparado durante años para ser sede de la justa olímpica, una transformación de gran escala en la megalópolis y la construcción de impresionante infraestructura eran prueba de ello. La colosal ceremonia de apertura dejó boquiabierta a la comunidad internacional que seguía con atención lo que sucedía en el país del dragón, que en 2001 se había incorporado a la OMC y se había convertido de facto en “la fábrica del mundo”. Es increíble, pero hace apenas catorce años, no pocos analistas estaban convencidos de que el crecimiento económico y la creciente apertura económica de China terminarían por producir una apertura política y que los Juegos Olímpicos de 2008 eran parte de esta tendencia. No fue así.
Entre las dos citas olímpicas China se dotó de un nuevo presidente, Xi Jinping, un hombre que ha concentrado enorme poder político y cuyo segundo mandato ha dado un importante giro en términos de control por parte del estado. Se ha consolidado el poder chino en el mundo pero esto no ha venido aparejado de un camino a la democracia. Hoy es muy claro que las grandes potencias no son forzosamente democráticas y que el liberalismo occidental no es la vía que todos terminarán por seguir. Visiones divergentes gobiernan a los gigantes de la política global, regresando al mundo un tufo de guerra fría en el cual la geopolítica ha vuelto a ocupar un lugar central del análisis público.
De acuerdo al periódico francés Le Monde “en 2008 China era admirada, en 2022 es temida”. Es temida porque no tiene que convencer a nadie, se sabe fuerte, se sabe líder mundial en una enorme cantidad de arenas. La fascinación por el “milagro chino” ha sido poco a poco reemplazada por la preocupación de la comunidad internacional respecto a la perseguida minoría musulmana Uigur, la disminución de libertades en Hong Kong y las continuas demostraciones de fuerza del gobierno chino en torno a Taiwan.
Estados Unidos encabeza un boicot diplomático, al cual se unieron países como Canadá, India, Australia, Nueva Zelandia y el Reino Unido, en señal de protesta por “el genocidio y los crímenes de lesa humanidad que se cometen en Xinjiang”. Se acusa al gobierno chino de la persecución de la minoría musulmana Uigur que habita en dicha región.
Pero eso no evitó que a la inauguración de los Juegos Olímpicos del pasado viernes asistieran el Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas y el presidente ruso, Vladimir Putin, invitado de honor a la ceremonia. En plena tensión internacional entre Rusia y occidente. La dupla Xi Jinping - Vladimir Putin, que desafía el orden mundial dominado durante décadas por Estados Unidos, se mostró unida ante los ojos del mundo. Los presidentes ruso y chino se reunieron antes de la ceremonia y en un comunicado conjunto expresaron que se oponen “a cualquier futura ampliación de la OTAN” y denunciaron “la influencia negativa de Estados Unidos para la paz y la estabilidad en la región de Asia-Pacifico”.
China no es una amenaza para Rusia y viceversa, porque la amenaza para ellos es occidente y su modelo liberal democrático. Mao Zedong decía que Rusia era su enemigo preferido y los Estados Unidos su amigo detestado. Han habido momentos de tensión entre China y Rusia en las últimas décadas pero cada vez que Pekín ha tenido que elegir entre Estados Unidos y Rusia, siempre ha elegido a Rusia es decir que ha elegido sus intereses.
El espíritu olímpico de la mitología está hoy marcado por un mundo de brutales relaciones de poder. La nieve que por primera vez en la historia de estos juegos es 100% artificial permite tener la gélida atmósfera requerida para la práctica de las disciplinas deportivas invernales, pero la atmósfera gélida no se limita a las sedes de las competencias deportivas también está presente en las relaciones entre países.