El martes 8 de junio se aprobó en el Senado estadounidense, con dos tercios de los votos, un plan de inversión de casi 250 mil millones de dólares en ciencia y tecnología presentado por la administración Biden como un texto histórico para contrarrestar la amenaza económica de China y su modelo "autoritario". La aprobación de dicho plan dejó claras dos cosas, la primera, que a pesar de que no ha habido un apoyo bipartidista en Washington para avanzar las reformas propuestas por la Casa Blanca, sí existe un consenso entre republicanos y demócratas en cuanto a la rivalidad con China. La segunda, confirmar que la lucha por la hegemonía global entre el gigante asiático y los Estados Unidos no tendrá como principal arena la comercial, ni la militar (que traería consigo una destrucción total), sino la digital.
Si bien Estados Unidos continúa a la cabeza de la innovación tecnológica global, China es el segundo inversionista del mundo en investigación y desarrollo y su tasa de crecimiento en este rubro en los últimos años ha sido cuatro veces mayor a la de Estados Unidos. La presión internacional no ha evitado que Pekín haga pública su ambición por convertirse en el líder mundial en materia digital; en 2015, publicó el plan "Hecho en China 2025", en el que describió los sectores en los que aspira a convertirse en líder global, y a finales del año pasado anunció que para 2035 pretende ser el puntero internacional en innovación.
La carrera a venir entre las dos mayores economías del mundo se centrará en las tecnologías disruptivas, inteligencia artificial, robótica, y computación cuántica, y en un intento por reducir la dependencia exterior en la producción de componentes clave como los semiconductores.
En ese sentido, el plan aprobado la semana pasada en la cámara alta del congreso estadounidense podría tener implicaciones de gran alcance. Concretamente se prevé que el gobierno aporte 52 mil millones de dólares, a lo largo de cinco años, para fomentar la fabricación de semiconductores en Estados Unidos. La escasez actual de estos chips, indispensables para una amplia gama de sectores, desde la industria automotriz hasta la fabricación de electrodomésticos, pasando por los equipos necesarios para el despliegue de la 5G, es un punto débil para el país del dragón que consume cinco veces más semiconductores de los que produce y debe importar de países aliados de Washington, como Taiwán y Corea del Sur.
El proyecto estadounidense también planea financiar la National Science Foundation para impulsar la inteligencia artificial, área en la que Beijing ha tomado la delantera. Además se incluye una disposición que impide comprar drones a empresas chinas que estén ligadas al sector militar, y prohíbe descargar aplicaciones chinas, como la popular TikTok, en teléfonos del gobierno federal de los Estados Unidos.
El nuevo plan representa un esfuerzo estadounidense para no perder la carrera por la innovación tecnológica frente a China. “¿Queremos que el mundo del mañana, moldeado por quienes dominarán las tecnologías del futuro, refleje nuestra visión democrática o vamos a dejar que se imponga un modelo autoritario como el que promueve Xi Jinping?” Dijo Chuck Schumer, líder de la mayoría demócrata en el Senado.
El tono del debate legislativo disgustó a Beijing. Este "proyecto de ley revela el egocentrismo paranoico" de Estados Unidos, criticó el miércoles la Comisión de Asuntos Exteriores del parlamento chino.
El presidente chino, Xi Jinping, ha dicho: "oriente está en auge y occidente en decadencia". Lo que está en juego para Estados Unidos es demostrar a China y al resto del mundo que esto no es así, el plan aprobado busca ser pieza fundamental de la respuesta. Pero en medio de la guerra tecnológica la diplomacia será crucial. Al estilo del leitmotiv de la guerra fría, ha regresado al discurso dicotómico que busca obligar a los países a tomar partido entre “la tiranía y la libertad”, decisión harto compleja para quienes tienen intereses comerciales, de seguridad o geoestratégicos con ambas potencias.
La perspectiva de ver el mundo digital dividido en dos universos tecnológicos, uno estadounidense y otro chino, cada vez más herméticos, comunicándose poco entre sí y pretendiendo el apoyo del resto de los países es una amenaza que debe tomarse en serio.
@B_Estefan