El conflicto entre Israel y Hamas involucra a diversos actores regionales, cada uno con sus propias agendas y perspectivas. A continuación, un breve análisis de algunos de ellos.
Hezbollah. En español “Partido de Dios”, es uno de los movimientos islamistas más importantes de Medio Oriente. Este grupo, con base en el Líbano, cuenta de forma paralela con un poderoso brazo militar y con una presencia significativa en la política libanesa. Originalmente fue creado por los Guardianes de la Revolución iraníes en 1982 para luchar contra las fuerzas israelíes que habían entrado en territorio libanés. Pero Hezbollah ha extendido sus tentáculos, estableciendo grupos paramilitares en Siria e Irak, y sirviendo de inspiración para otras fuerzas armadas, como los Hutíes en Yemen, todos ellos aliados de Irán.
Debido a que Hamás proviene del movimiento sunita de los Hermanos Musulmanes, mientras que Hezbollah, chiita, extrae su ideología de la revolución iraní, la relación entre estos dos grupos no es particularmente buena, sin embargo, tienen un objetivo común: destruir a Israel y oponerse a cualquier normalización de relaciones entre el Estado hebreo y los países árabes.
A partir del ataque del 7 de octubre en Israel y los ataques del ejército israelí (Tzahal) en Gaza, se ha generado la escalada más grave de tensiones en la frontera entre Líbano e Israel desde 2006, cuando Hezbollah e Israel libraron una guerra. La amenaza de la apertura de un "segundo frente" contra Israel, por parte de esta milicia que se ha fortalecido mucho en los años recientes a partir de su participación en la guerra en Siria, preocupa a Occidente, que constantemente advierte al grupo islamista, proxy de Irán, de la importancia de que ello no suceda.
Irán. Este país teocrático desempeña un papel destacado en el conflicto a través de su respaldo al llamado "Eje de la Resistencia", integrado por Hamas, Hezbollah, los Hutíes en Yemen y otras milicias chiitas en Siria e Irak, que buscan ejercer presión sobre Israel y sus aliados.
Como adversario de Estados Unidos e Israel, y principal potencia chiita en la región, Irán ve como una amenaza los Acuerdos de Abraham, procesos de normalización de relaciones diplomáticas y comerciales alcanzados en 2020 entre Israel y un puñado de países árabes sunitas bajo la égida de Washington. Por lo que no parece fortuito que los ataques de Hamas en Israel se hayan dado justo en el momento en el cual Arabia Saudita avanzaba en el posible establecimiento de relaciones con Israel, una negociación que hoy se ha puesto en el congelador.
Líbano. Este país vecino de Israel y sede de Hezbollah, se encuentra en una posición delicada, ya que, si por algún motivo Hezbollah decide involucrarse en el conflicto, Israel no dudaría en tomar acciones retaliatorias en territorio libanés.
La economía libanesa, que ya de por sí enfrenta desafíos colosales, con una crisis financiera y una inflación descontrolada, se vería muy afectada si termina formando parte del actual conflicto. Además, los libaneses drusos o cristianos maronitas no coinciden con la visión de Hezbollah, por lo que, si este grupo terrorista arrastrara al Líbano a la guerra, le pasarían una importante factura política.
Arabia Saudita. Esta monarquía del Golfo Pérsico ha cancelado las negociaciones para una eventual normalización de relaciones con Israel. Y, de hecho, el gobierno saudita ha experimentado un cambio significativo en su postura respecto a Palestina. Si bien hace cuatro años, el gobernante de facto, el príncipe heredero Mohammed bin Salman (MBS), afirmaba que la cuestión palestina no era de interés de los sauditas, a partir del inicio de la nueva guerra, MBS se ha convertido en un férreo defensor de los palestinos, sabiendo que hoy la causa de este pueblo ha tomado centralidad dentro de la opinión pública árabe y musulmana.
La tensa relación que tienen con el conflicto estos actores, a los que podríamos sumar otros como Turquía, Siria, o incluso a los rebeldes Hutíes en Yemen, le agrega complejidad a la actual guerra.
No obstante, hay que tener claro que si bien Irán tiene la mano en el gatillo de los integrantes del “Eje de la Resistencia”, Teherán tendría mucho que perder en una guerra abierta contra Israel apoyado por Estados Unidos. En todo caso, el interés iraní es el de continuar influyendo en la región a través de su red de aliados. Mientras que a Israel no le convienen más frentes abiertos, tomando en cuenta que su ejército (Tzahal) ya está presente en Gaza, en la frontera con el Líbano y en Cisjordania, en donde la situación se ha tensado mucho en los días recientes.
Por lo que, si bien una expansión del conflicto no puede descartarse por completo, las posibilidades de que esto suceda no son mayúsculas, debido a que a ninguno de los actores les conviene una escalada.
@B_Estefan