El 29 de marzo de 1976, la revista estadounidense “The New Yorker” publicó su más reproducida portada, la icónica ilustración de Saul Steinberg: “Visión del mundo desde la Novena Avenida”. La famosa imagen representa la visión del mundo de los ensimismados neoyorquinos. Un par de calles de Manhattan ocupan la mayor parte de la ilustración, en el tercio superior se observa el Rio Hudson seguido de algunos estados de la Unión Americana y una pequeña referencia a México y a Canadá, en el último octavo de la imagen se aprecia el Océano Pacifico y finalmente unas mínimas montañas marcan la existencia de Japón, China y Rusia. Siguiendo esta misma lógica, ¿cómo representaría usted la visión del mundo que tenemos desde México? En mi mente se vería más o menos así: el Ángel de la Independencia y el Zócalo ocuparían la mayor parte de la imagen, hacia la parte superior veríamos unas cuantas ciudades del occidente y norte del país seguidas de una representación relevante de Estados Unidos y una pequeña referencia a Canadá, al sur veríamos una incipiente muestra de América Latina (sin distinciones de Centro y Sudamérica y mucho menos del Caribe), en nuestra costa este se apreciaría el Océano Atlántico y al fondo una tímida referencia a Europa, en nuestra costa oeste el Océano Pacífico rematado por una borrosa franja que simbolizaría a China. No habría referencia al Continente Africano, ni a la mayor parte de Asia y desde luego nada sobre Oceanía.

La visión del mundo desde la avenida Reforma
La visión del mundo desde la avenida Reforma

Al vivir en un país tan extenso, que cuenta únicamente con tres países por vecinos y que sostiene una relación tan intensa con la mayor potencia mundial, se puede generar una peligrosa miopía respecto a lo que sucede en otros rincones del planeta y sus implicaciones para México. Poco sabemos de las situaciones delicadas que se viven hoy en otras latitudes como en Hong Kong o el Líbano. Pero la realidad se impone, nos guste o no, lo que sucede en otros países nos afecta de manera relevante. Y para muestra basten un par de ejemplos recientes, mientras que en el Medio Oriente y Europa se hablaba ya en 2015 de una Crisis Global de Migrantes y Refugiados aquí nos negábamos a ver lo que venía, no se aumentaron las capacidades institucionales y financieras de la COMAR (Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados), ni mucho menos se echó a andar un plan regional para prever lo que podría venir en materia migratoria, y de esta forma cuando comenzamos a ver las caravanas de migrantes centroamericanos y cuando pasamos de 3,424 solicitudes de asilo en 2015 a más de 66,000 en 2019 nos dijimos sorprendidos del cambio en las tendencias y advertimos que no estábamos preparados para enfrentar esta nueva realidad.

Pero el mejor ejemplo es el que estamos viviendo actualmente, desde diciembre de 2019 se reportó el brote de Covid-19 en Wuhan China, sin embargo todavía en el mes de febrero México le vendió a China grandes cantidades de tapabocas, que después hubo que recomprar a un precio mucho más alto. ¿Se pensaba que el virus se detendría en Asia o en Europa? Mientras que en otras naciones, como Corea del Sur, se mostró desde inicio de año la eficacia de realizar un basto número de pruebas para buscar romper las cadenas de contagios, en México nos hemos rehusado a incrementarlas de manera sustancial. Mientras que en Lombardía, la región que fue mas azotada por el coronavirus en Italia, ya desde inicio de abril se hizo obligatorio el uso de cubrebocas, en México aún en este momento la autoridad federal sigue sin recomendarlo de manera clara. ¿De qué nos sirvió ser la última región del planeta en ser atacada por el virus, si no aprendimos de lo que vivieron otros países?

De continuar con esta miopía y no reconocer la vulnerabilidad de México ante lo que ocurre en otras latitudes, podemos seguir esperando que los problemas nos encuentren con los dedos en la puerta y no habremos de capitalizar los importantes aprendizajes y buenas prácticas de otros países y regiones.

Brenda Estefan

@B_Estefan

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