Hoy se celebra la fiesta nacional ucraniana y se cumplen seis meses del inicio de la guerra.

El 24 de febrero caían las primeras bombas sobre Ucrania, marcando el comienzo de un nuevo conflicto bélico cuyo fin y resultado, medio año después, son aún inciertos. No hay tregua, continúan los combates de alta intensidad, los bombaerdeos, las muertes y el dolor.

Podríamos decir, grosso modo, que en el terreno militar la guerra ha pasado por tres etapas. La primera fue aquella de la inicial ofensiva rusa a gran escala en la cual Moscú tenía como objetivo el control de Kiev y el derrocamiento de su gobierno. Ante las limitantes logísticas del ejército ruso y la férrea resistencia del pueblo ucraniano, la guerra entró en una segunda etapa en la cual el ejército invasor concentró sus ataques en el Este ucraniano teniendo como objetivo el control de la región de Donbass, al tiempo que Occidente comenzó a proveer abiertamente ayuda militar y financiera a Ucrania. Ahora parece que estamos entrando en una tercera fase, en la cual el movimiento en los frentes de batalla es mínimo, pero el ejército ucraniano ha comenzado a llevar a cabo ataques estratégicos de contraofensiva a kilómetros del frente de batalla, en Crimea.

Entre marzo y junio el ejército ruso se hizo del control de unos 82,000 km 2, sin embargo desde el inicio del verano su avance ha sido extremadamente lento, conquistando apenas unos cientos de kilómetros. Los rusos no han logrado el control total de Donbass y han sufrido importantes pérdidas: 80,000 soldados han quedado fuera de combate (muertos o heridos) de acuerdo a los servicios de inteligencia estadounidense y 5,240 vehículos han sido destruidos o inmovilizados.

Por su parte, el ejército ucraniano, a pesar de haber sufrido grandes pérdidas, debido al apoyo de Occidente parece un poco menos debilitado que hace apenas tres meses. Kiev ha logrado en las recientes semanas llevar a cabo ataques en Crimea, a 250 kilómetros de la línea de combate, dañando depósitos de municiones y una importante base aérea rusa. Las imagenes de humo negro en el cielo de Crimea le han dado la vuelta al mundo y significan un golpe duro para Putin, quien desde el comienzo de la guerra advirtió que cualquier ataque en dicho territorio sería considerado como un ataque a Rusia.

Sin embargo los servicios de inteligencia de Estados Unidos, los mismos que, a pesar de sus muchos errores históricos, en enero y febrero de este año advirtieron de la inminente invasión rusa a Ucrania, ayer alertaron sobre posibles ataques mayores de Rusia en Ucrania. ¿Qué podría significar esto en medio de la guerra? Bueno pues si nos guiamos por los comentarios de la editora en jefe de Russia Today, Margarita Simonyan, podría tratarse de ataques a los centros de toma de decisión del gobierno ucraniano.

Estos grandes ataques podrían o no suceder, nadie lo sabe de cierto, pero el hecho es que Rusia suele conferir gran importancia a las fechas simbólicas, como lo es hoy, también es claro que no ha habido hasta ahora reacción rusa a los ataques ucranianos en Donbass y que el atentado contra Darya Dugina, hija del ideólogo ruso de extrema derecha Aleksandr Duguin, podría ser usado como un móvil adicional.

Sobre el tema de Dugina, más allá de teorías complotistas, pues no tenemos claro quien fue el verdadero autor intelectual del asesinato, está claro que su padre no es un hombre cercano a Putin pero sí un aliado ideológico, que representa una significativa corriente de pensamiento. Ayer durante su velorio los mensajes ultranacionalistas estuvieron muy presentes y ella fue condecorada, post mortem, con la Orden de Valentía por Vladimir Putin. Mientras que el Kremlin parece haber perdido el monopolio de los crímenes políticos, lo que es claro es que los responsables del atentado vieron la posibilidad de dar un golpe mediático y que esta muerte atiza el sentimiento antiucraniano.

Los gobiernos de Estados Unidos y Europa continúan reafirmando su compromiso con la causa ucraniana. Se espera que Biden anuncie hoy mismo un paquete adicional de ayuda a Ucrania de alrededor de 3 mil millones de dólares, mientras que el titular de la diplomacia europea, Josep Borrell, informó este lunes que la Unión Europea tiene previsto organizar una misión de “entrenamiento y asistencia” al ejército ucraniano, fundamental para los objetivos militares de Kiev.

Pero el apoyo occidental no llevará a Rusia a doblar las manos en el corto plazo. Y el gobierno ucraniano tampoco cederá, pues de acuerdo a una reciente encuesta 98% de la población considera que su país ganará la guerra y están en contra de ceder territorio.

El doctor en geopolítica, Frederic Encel, ha descrito a Rusia como una “superpotencia pobre”, dado que el tamaño de su economía es catorce veces más chica que la estadounidense y se basa esencialmente, desde hace un siglo, en la producción de gas y petróleo, así como en la producción de cierto armamento. Es por esto entendible que Rusia haya llevado la guerra a terrenos fuera de los militares, buscando instrumentalizar como arma la dependencia de otros países a sus hidrocarburos o sus cereales, en una batalla multidimensional. Es ahí donde radica su mayor fortaleza y es también ahí donde Occidente, y de manera muy particular Europa, está sufriendo las consecuencias de esta guerra.

@B_Estefan

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