Brenda Estefan

En la cabeza de Putin

22/02/2022 |03:07
Redacción El Universal
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En los últimos días el epicentro de la crisis en torno a Ucrania cambió de las fronteras ruso-ucranianas a la región de Donbas, en donde los enfrentamientos comenzaron a escalar rápidamente la mañana del 17 de febrero, generando escenarios en los cuales no pocos analistas apuntaban a que Rusia echaría a andar una “operación de bandera falsa” en la que montaría un escenario de ataque en su contra para después acusar a Ucrania y justificar una invasión. A pesar de que los elementos para ello estaban presentes, no fue así.

Biden había declarado el viernes que estaba convencido de que Putin había decidido invadir Ucrania y el tono de Londres y Washington parecía apuntar a una inevitable guerra. El domingo en un ejercicio diplomático, que el Elíseo calificó como “un último esfuerzo, posible y necesario, para evitar un conflicto mayor en Ucrania” Emmanuel Macron sostuvo dos llamadas telefónicas con Putin y se comunicó con Biden, Zelenski, Johnson, y Scholz. Tras la frenética jornada de diplomacia telefónica, se informó que “en principio” Biden y Putin estaban de acuerdo en sostener una reunión. Aunque la Casa Blanca precisó que la reunión se llevaría a cabo sólo en caso de que Rusia no invadiera Ucrania.

Apenas unas horas después, el presidente Putin dirigió un largo mensaje al pueblo ruso, que fue transmitido con traducción simultánea en diferentes cadenas de televisión del mundo. En su apología habló de la “locura” de haber permitido que las repúblicas nacionales hayan tenido el derecho de abandonar el imperio ruso, de la “traición de los valores comunes”, de la transformación de Crimea en “tierra terrorista”, de la “corrupción” ucraniana y la posibilidad de que Ucrania con apoyo de occidente desarrolle armas nucleares que serían una amenaza para la seguridad rusa. Tras el discurso de Putin, que puso de manifiesto lo delicado de este hito en la historia mundial, Putin firmó los decretos de independencia de las autoproclamadas Repúblicas Populares de Donetsk (RPD) y Luhansk (RPL) a lo cual siguió la instrucción del presidente ruso de enviar tropas a estas regiones bajo el argumento de que son “misiones de mantenimiento de paz”. En respuesta a estas acciones por parte de Vladimir Putin, siguieron una cascada de condenas occidentales y organismos internacionales, que acusaron a Moscú de violar unilateralmente los Acuerdos de Minsk, firmados en 2014 para intentar poner fin al conflicto en el este de Ucrania y que hoy se convirtieron en la primera baja política de esta crisis internacional

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¿Qué sigue ahora?

Con las acciones de hoy, Putin le entregó un arma cargada a occidente para que si así lo decide dispare con sanciones. Pero lo hizo de una forma confusa que complicó la reacción inmediata del bando occidental, al grado de que las sanciones de Europa no se habían anunciado al momento de escribir este texto. Lo que sucedió hoy fue preparado por Putin milimétricamente. La Cámara baja rusa, la Duma, ya había pedido la semana pasada al presidente Putin que reconociera la independencia de Donetsk y Luhansk y esta mañana los líderes de las autoproclamadas repúblicas habían insistido al presidente ruso en que las reconociera como independientes.

En esta crisis el Kremlin con frecuencia ha dado un paso atrás antes de dar dos al frente. Una estrategia de frío - calor, en donde el Kremlin se dice dispuesto al diálogo diplomático, pero continúa aumentando la presión, lo cual ha desatado una guerra de nervios en occidente. Su gran fortaleza es que no hay duda de que la actual ubicación de tropas rusas les permitiría lanzar una ofensiva de gran escala en Ucrania si así lo decidiera Putin. ¿Lo hará? No es seguro. El presidente ruso se ha abierto un mundo de opciones en este juego de ajedrez que ha montado sobre la mesa de la geopolítica global. Podría llevar a cabo una invasión militar masiva que alcance hasta Kiev, como prevé la inteligencia estadounidense. Podría también quedarse únicamente en Donbas, en donde hay dos opciones: permanecer en las zonas controladas por los separatistas rusos, que son apenas un tercio del territorio de estas regiones, o ir más allá de la línea de contacto con el ejército ucraniano y buscar hacerse del control de la totalidad del territorio de estas dos regiones. El Kremlin podría también mantener la espada de Damocles sobre Ucrania, con los casi 190,000 efectivos militares que están en la frontera ruso-ucraniana, mientras intenta obtener alguna concesión tangible en sus negociaciones con occidente. Lo que nos lleva a pensar ¿Cuál es el precio que Occidente está dispuesto a pagar para evitar una guerra?

El resultado de un enfrentamiento entre Rusia y occidente podría traer consecuencias nefastas para ambos bandos y a la luz de los resultados las decisiones de Putin podrán ser juzgadas como negativas para el pueblo ruso, pero por lo pronto Putin continúa siendo como lo ha llamado un documental de la cadena francesa de televisión, France 5, “el maestro del juego” de esta crisis. Nadie está en la cabeza de Putin para saber hasta dónde está dispuesto a llegar.

@B_Estefan