El reloj del cambio climático no se detiene. A pesar de los compromisos globales establecidos en la Agenda 2030, un reciente comunicado de la Organización Meteorológica Mundial destaca una verdad incómoda: nuestra lucha contra el calentamiento global está en serios problemas.
El cambio climático no es una amenaza futura, es un presente doloroso. Los gases de efecto invernadero siguen en aumento, las temperaturas globales rompen récords, somos testigos de importantes sequías, océanos que se calientan y frecuentes fenómenos meteorológicos extremos. Y lo más doloroso es que más del 90% de las víctimas y el 60% de las pérdidas económicas de los desastres relacionados con el clima a lo largo de las últimas cuatro décadas afectaron a países en desarrollo. Baste ver las terribles inundaciones en Libia la semana pasada, en las cuales, de acuerdo con un reporte de la ONU, 40,000 personas resultaron desplazadas y 11,300 perdieron la vida. Sí, leyó usted bien, 11,300 personas murieron a causa de las inundaciones.
Latinoamérica, a pesar de no ser uno de los mayores emisores de gases de efecto invernadero, es una de las regiones del mundo más vulnerables a los efectos del cambio climático. Como dato relevante, de acuerdo con el informe de la OCDE, "Perspectivas Medioambientales de América Latina y el Caribe", publicado este verano, países como Perú, Chile, Argentina y México experimentan una disminución de hasta 40% en la humedad del suelo en las tierras de cultivo, lo cual tiene un fuerte impacto en la productividad agrícola y suscita preocupaciones sobre la seguridad alimentaria.
Los esfuerzos en curso son claramente insuficientes. Es fundamental impulsar acciones colectivas a nivel global, ahondar en las ciencias climáticas, mejorar la calidad de la información sobre el medio ambiente y el desarrollo sostenible, diseñar indicadores ambientales confiables e impulsar creativas soluciones verdes desde el sector público y privado.
La semana pasada, en la sede de la Organización de las Naciones Unidas en Nueva York, tuve el gusto de acompañar al presidente de Guatemala, Alejandro Giammattei, quien de la mano del arquitecto Francisco de Paula, presidente de "For a Better World Foundation", y del empresario mexicano Francisco Cabrera, presentaron el Centro Internacional de Sostenibilidad MAYA. Una iniciativa respaldada por la ONU, que se define como una Feria Mundial Permanente para la Sostenibilidad, en donde se reunirá en diversos pabellones a actores corresponsables del cambio climático: los 194 países miembros de la ONU y las cien empresas transnacionales más importantes del mundo. Además, MAYA, que se desarrollará a cien kilómetros de la capital de Guatemala, incluirá entre otras cosas un Centro Internacional de Investigación para la Sostenibilidad, dedicado a analizar y financiar proyectos que busquen combatir el cambio climático. De acuerdo con De Paula, el propósito de esta iniciativa será mostrar y compartir los avances, tecnologías, soluciones científicas, proyectos de investigación e ideas creativas que los países y las grandes corporaciones están desarrollando en materia medioambiental. Este es un ejemplo tangible de cómo se pueden crear espacios de colaboración entre actores clave para la preservación del equilibrio ecológico de nuestro planeta.
El proyecto MAYA fue presentado a López Obrador al inicio de su sexenio, pero al presidente mexicano el tema no le pareció atractivo, a pesar de que la mayor parte de la inversión vendría por parte de la iniciativa privada y de gobiernos de otros países. Ante la negativa de México, Guatemala vio la oportunidad e hizo suya la iniciativa.
Los retos que plantea el cambio climático son colosales y la presión pública para que los gobiernos actúen se acentuará en los próximos años. Si queremos asegurar un futuro sostenible para todos, el fortalecimiento de la cooperación internacional en la materia será crítico y México no puede ni debe quedarse al margen. No hay tiempo que perder.
@B_Estefan