A principios de 2022 el mundo parecía entrar en un momento esperanzador, por fin comenzábamos a dejar atrás la fase más dura de la pandemia por Covid-19 y la economía global empezaba a recuperarse. Pero el 24 de febrero Rusia invadió a Ucrania y con ello lejos de dejar atrás una crisis, estas se multiplicaron.
Se han acumulado nubarrones en todos los frentes, economía, política, relaciones internacionales, cambio climático… El mundo se encuentra en pleno proceso de reestructuración. La sucesión de crisis globales que vivimos —pandemia, disrupción de cadenas de suministro, tensiones entre países, crecientes ciberataques, crisis energética, desastres climatológicos— son prueba de un cambio hacia una nueva era.
La guerra en Ucrania ha sido el catalizador de transformaciones profundas y está remodelando el horizonte global. Estados Unidos se vio forzado a voltear la mirada a Europa cuando el interés de Biden era concentrarse en la rivalidad con China, la OTAN se fortaleció y se colocó al centro del debate global, la Unión Europea comenzó a actuar como una fuerza geopolítica y no únicamente como un mercado común, las potencias medias que tradicionalmente habían sido aliadas estadounidenses como India, Turquía y Arabia Saudita no se alinearon ni con Occidente ni con Rusia y la ya anunciada “cercanía” entre China y Rusia se fortaleció.
En este contexto, diversos países buscan rearmarse. Por ejemplo, Polonia ha anunciado programas masivos de compra de tanques y artillería. India lanzó su primer portaaviones construido a nivel nacional. Alemania realizó un gasto extraordinario de 100,000 millones de euros para modernizar su defensa y un aumento en el gasto militar a poco más de 2% del PIB. Rusia anunció el lanzamiento de un nuevo submarino de propulsión nuclear y de nuevos misiles hipersónicos. Estados Unidos informó sobre la venta de más de mil millones de dólares en equipo militar a Taiwán. Corea del Norte amplía su programa de misiles balísticos. La lista continúa.
El 2022 se caracterizó por una inflación elevada en gran parte del mundo, lo cual obligó a los Bancos Centrales a aumentar las tasas de interés de la manera más acelerada que se haya visto en décadas. En 2023 podremos esperar los resultados de estas medidas, con riesgos de recesión en todo el mundo y una inflación que está pasando del sector de bienes al de servicios lo cual la hará más persistente.
El fenómeno inflacionario es particularmente dramático cuando se trata de países de bajos ingresos, aquellos en los cuales el gasto en alimentación representa más de la mitad del presupuesto de las familias y que con el aumento de precios se ven en una situación angustiante. Este factor explica en cierta medida la efervescencia social en diversos países del planeta y los crecientes flujos migratorios que estamos atestiguando en la frontera entre México y Estados Unidos, y otras regiones del mundo. Las personas no se resignan a una vida sin horizontes, ni esperanzas, y deciden emprender el duro camino de la migración.
La nueva estrategia de Washington para explícitamente “contener” a China está trayendo tensión a terceros países que con frecuencia son presionados por uno u otro bando para tomar partido, al menos en cuanto a cadenas de suministro y proveeduría de tecnología refiere.
El cambio climático es un peligro inminente para el mundo, que ya tiene efectos devastadores. La mitad de Pakistán, que tiene una población de 220 millones de personas, se ha visto cubierta por agua debido al derretimiento acelerado de los glaciares y a un tremendo huracán. India vivió este año sequías que afectaron sus cosechas. Europa experimentó uno de los veranos más calurosos del que se tenga registro y ahora somos testigos de una tormenta polar histórica en Estados Unidos.
Del trumpismo al bolsonarismo, pasando por la Italia de Giorgia Meloni, el populismo de derecha sigue generando influyentes movimientos políticos; mientras que el populismo de izquierda crece en importancia, particularmente en América Latina con gobiernos como los de López Obrador, en México, o Luis Arce, en Bolivia. El común denominador de los populistas: un discurso nacionalista, anti-establishment, que busca proponer soluciones superfluas a problemas complejos y que pinta a quien no esté de acuerdo con el proyecto político como un enemigo del país.
Todos estos temas, que han sido el centro de los debates globales en 2022, persistirán durante 2023. Los cambios que vivimos dan una sensación de caos e incertidumbre a la cual habremos de acostumbrarnos. Y para navegar en medio de este mundo volátil, que sin duda traerá ganadores y perdedores, habrá que poner atención a los temas centrales en las relaciones internacionales. Para ello la geopolítica seguirá siendo la mejor herramienta con la que contamos.
Cierro esta última entrega del año con mis mejores deseos para usted en 2023, deseando de corazón que el mundo encuentre un camino de paz y prosperidad en el cual el sufrimiento humano sea cada vez menor.
Internacionalista. @B_Estefan