En América Latina se han promulgado leyes más estrictas de control del tabaco . En Uruguay, por ejemplo, han implementado el empaquetado neutro para los cigarrillos, mientras que en Brasil se expidió una ley de carácter nacional que prohíbe la publicidad del tabaco y crea espacios 100% libres de humo.

En México, las cosas han sido distintas: solo la mitad de la población está protegida del humo de cigarro por leyes locales y las advertencias en los paquetes son relativamente pequeñas, pues solo cubren el 30% de las cajetillas de tabaco.

Esta falta de acción tiene consecuencias graves: cada año mueren 50 mil mexicanos por enfermedades relacionadas con el tabaco que le cuestan al gobierno casi 80 mil millones de pesos. Además, el consumo de tabaco agrava las desigualdades en un país, donde 5 millones de fumadores tienen bajos ingresos y la compra de este producto mortal reduce su capacidad para costear alimentos o atención médica de calidad.

Por otro lado, en México y en todo el mundo, la pandemia de COVID-19 ha puesto a la salud pública en el centro de atención más que nunca, incluidas preocupaciones que van más allá de la muerte y la enfermedad causadas por el virus en sí.

Desde marzo, las llamadas a la Línea de la Vida han aumentado significativamente, especialmente las que solicitan ayuda para dejar de fumar. No es de extrañar que, dado que las personas están encerradas y piensan más en su salud, una enorme cantidad de ellas pidan ayuda dejar de fumar.

México tiene un gran problema: el 17.6% de la población entre 12 y 65 años fuma. Y parece que las próximas generaciones también se están enganchando. Ya que la industria del tabaco se dirige a los jóvenes para reemplazar a sus clientes moribundos. Hoy, el 4.9% de los jóvenes entre 12 y 17 años ya fuma.

Estos hechos reafirman la importancia de que los tomadores de decisiones trabajen en políticas comprobadas para evitar que la industria se dirija a las nuevas generaciones de jóvenes. No hay mejor momento para actuar, porque ayudar a los fumadores a dejar de fumar y evitar que los niños comiencen también, ayudará a reducir la cantidad de muertes por COVID-19.

Por suerte, hay una solución. La mejor forma de que los gobiernos combatan al tabaquismo es siguiendo las prácticas estipuladas por la Organización Mundial de la Salud.

La estrategia de mayor impacto recomendada por la OMS es utilizar una política fiscal inteligente para hacer que los cigarrillos sean menos asequibles. Es una estrategia de doble beneficio: reduce las tasas de tabaquismo y genera ingresos extraordinarios que los gobiernos pueden usar para apoyar la salud. Además, cuando varias naciones aplican políticas de la OMS al mismo tiempo, tiene un efecto multiplicador, pues este tipo de acciones se han traducido en una reducción drástica del consumo de tabaco, en algunos lugares hasta un 17%.

El empaquetado neutro de los cigarrillos podría aumentar la eficacia de las advertencias sanitarias al aumentar su notoriedad, recordación y credibilidad, y reducir el atractivo de fumar, ya que el diseño y las imágenes del empaque son particularmente efectivos para dirigirse a los jóvenes. Se ha identificado que un tercio de los jóvenes que comienzan a fumar se ven influidos por la publicidad, la promoción y el patrocinio del tabaco.

Los gobiernos deben implementar regulaciones para proteger a las personas del mortal humo de segunda mano. En México, 40 millones de personas están expuestas al humo de segunda mano en lugares públicos, bares, restaurantes, transporte público, en el trabajo o en casa. Por lo tanto, los espacios 100% libres de humo de la OMS son una estrategia de mejores prácticas para reducir la exposición al humo de segunda mano y mejorar la salud de las personas. Es importante señalar que diversos estudios científicos han demostrado que los países que cuentan con esta medida no han afectado negativamente la economía de las empresas del sector de la hostelería incluyendo bares, restaurantes y hoteles.

Hoy más que nunca, los jóvenes deben estar protegidos contra el consumo de tabaco y los fumadores deben recibir apoyo para dejar de fumar. Para las empresas tabacaleras, los jóvenes solo son un reemplazo de los 8 millones de personas que mueren en todo el mundo por los daños relacionados con el tabaquismo.

En México, 50 mil personas mueren anualmente por consumo de tabaco. Al apoyar a México sin Humo y luchar por el derecho a lugares 100% libres de humo, podemos mejorar la salud de la población mexicana y proteger las vidas en riesgo debido a la exposición al humo de segunda mano.

Los legisladores y en general los gobernantes deben trabajar para garantizar que la próxima generación esté a salvo de los daños del tabaco implementando estas tres políticas y haciendo un México Sin Humo.

Visite www.mexicosinhumo.org.mx/cuidarmisalud para obtener más información.

Gerente de Comunicación para México de Vital Strategies

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