El epicentro de la pandemia del Covid-19 se ha venido moviendo. El brote original ocurrió en China, en la célebre ciudad de Wuhan, pero rápidamente se desplazó a Europa. Hoy en día tan sólo Italia y España juntos tienen un mayor número de casos confirmados (63,927 y 33,089, respectivamente) de infección que China (81,496), según el corte del 22 marzo. Cerca de la mitad de los portadores del virus en el mundo se encuentran en el Viejo Continente.

Pero el epicentro de la pandemia sigue moviéndose y todo parece indicar que se desplaza hacia América del Norte. Con 43,214 casos confirmados, Estados Unidos representa ya más del 10 por ciento del brote pandémico. En Canadá hay 2,046 portadores del virus. En México, las autoridades sanitarias llevan tan sólo 367 casos confirmados. Todavía, la mayoría de ellos son importados; personas que se contagiaron en el extranjero y trajeron el virus a México. Sin embargo, el contagio local del virus ya ha empezado.

Así las cosas, México enfrenta una doble amenaza. El crecimiento de los casos importados a través de los cruces fronterizos con EU y la multiplicación de los casos de contagio comunitario. Una proyección basada en el crecimiento promedio de portadores del virus durante el mes de marzo indica que, en un par de semanas, México llegará al punto donde se encuentra España hoy.

Desde luego, la tasa de crecimiento de casos confirmados puede cambiar y pequeñas variaciones tienen grandes efectos en los totales proyectados. La variable clave es la exposición de las personas al virus. Las medidas que se han venido tomando en México, en atención a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), buscan precisamente disminuir este factor.

La exposición al virus se ha atacado mediante la identificación y aislamiento de personas portadoras, así como aquellas que han estado en contacto con ellas. Asimismo, se han tomado algunas medidas de cierre de lugares de concurrencia y “distanciamiento social”, que buscan reducir el contacto y la interacción física de las personas. Además, se ha puesto en marcha una campaña de educación sanitaria a la población en general para minimizar la probabilidad de contagio.

Aún es muy temprano para que su efecto se vea reflejado en las tasas de crecimiento de casos confirmados. La expansión de la epidemia puede estar ocurriendo sin ser detectada y de pronto estallar, como ha sucedido en Nueva York. Desconocemos qué tan avanzado va el contagio comunitario en México, debido a que un porcentaje significativo de los portadores son asintomáticos o tienen síntomas leves.

La experiencia en Asia y Europa advierte que la principal amenaza de corto plazo para México es el colapso del sistema de salud. Su capacidad de atender a los casos severos de Covid-19 es limitada y, si el contagio sigue creciendo de forma exponencial, puede verse rebasada, como ha ocurrido en China, Italia y España.

La estrategia para prevenir el colapso del sistema de salud consiste en el “aplanamiento de la curva” de casos de Covid-19; en evitar que la ola de casos graves rebase la capacidad de atención. Pero hay un problema. Las medidas para contener el contagio tardan en dar resultados, como lo estamos viendo en Europa, y conllevan la paralización de la economía. El costo de las medidas de distanciamiento social es enorme.

Sin embargo, posponer las medidas drásticas de contención hasta la acumulación de más casos, como propone el presidente López Obrador, puede agravar el problema. Se corre el riesgo de terminar en el peor de los mundos: tener una grave crisis sanitaria en medio de profunda recesión económica. Por ello, urgen ideas nuevas sobre cómo aplanar la curva de manera económicamente sostenible. Y, desde luego, un gobierno dispuesto a escucharlas.

Consejero Electoral del INE.

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