El electorado mexicano es predominantemente conservador. Sin el apoyo de este conjunto de votantes ninguna campaña presidencial puede aspirar al éxito. De hecho, el triunfo de Andrés Manuel López Obrador en 2018 se debe en buena medida al voto conservador. Los votantes de percepción conservadora representan la mayoría en la coalición electoral que lo llevó a la Presidencia.
Éste es uno de los hallazgos del Estudio Nacional Electoral Mexicano (ENEM) 2018, un proyecto de investigación realizado por la División Estudios Políticos del CIDE. El ENEM está basado en una serie de encuestas aplicadas a una muestra representativa del electorado mexicano antes y después de las elecciones. Busca explicar el comportamiento de los votantes.
El diseño del cuestionario, basado en un análisis internacional conocido como Estudio Comparado de Sistemas Electorales (CSES por sus siglas en inglés), lleva al elector a ubicarse a sí mismo en el espectro liberal-conservador. La encuesta levantada en julio de 2018, días después de la jornada electoral, muestra que 54.3% de los electores se ubicó del lado conservador, 28.6% del lado liberal y 17.6% en el centro ideológico. Incluso si se clasifican como conservadores o liberales sólo a quienes se ubican en los extremos, los primeros superan a los segundos por un margen aún mayor. 39.9% sigue siendo conservador, mientras que los liberales se reducen a 19.9% y el centro aumenta a 40.2.%.
El sondeo muestra cómo se decantó el voto conservador en 2018. El 48.8% fue a favor de AMLO, ligeramente por debajo del promedio de 51.3%. Ciertamente, entre los liberales la propensión a votar por la 4T fue mayor. Sin embargo, los electores que se ubicaron del lado conservador le dieron 51.6% de los votos a la 4T, contra 31.7% del lado liberal y 16.8 del centro. Entre los conservadores extremos, AMLO obtuvo 40.8% de sus votos, mientras que los liberales extremos sólo aportaron 23.5%. En suma, el principal mandato electoral del presidente de la República proviene del sufragio conservador, no de la minoría liberal.
Sin embargo, en enero de este año, en una entrevista exclusiva al El Financiero, el presidente López Obrador inició una acometida mediática contra lo que él denomina los “conservadores”. Declaró que veía al país dividido entre liberales y conservadores, y que identificaba estos últimos como los principales adversarios de su gobierno. Definió a los conservadores como una categoría muy amplia que incluía a todos los que “no quieren que haya cambios”.
Posteriormente, en sus conferencias de prensa mañaneras ha fustigado a los conservadores. Los ha acusado de buscar mantener la corrupción y los privilegios, de pretender que el país se convierta en un cementerio y de apostar por que le vaya mal a su gobierno, entre otras cosas. La palabra conservador se ha convertido en una especie de anatema que el presidente lanza constantemente a sus críticos. “Los conservadores están derrotados moralmente”, sentenció en su primer informe de gobierno.
Será interesante ver cómo evoluciona la relación entre la 4T y sus votantes conservadores. La última encuesta del ENEM, levantada en enero de 2018, mostraba un porcentaje de acuerdo con el presidente López Obrador de 63.9%, notablemente más bajo que el 74.5% de los liberales. Pero el desacuerdo con el primer mandatario prácticamente es el mismo entre liberales y conservadores. Lo que distinguía a estos últimos era no tener una respuesta a la pregunta “¿Está usted de acuerdo con la forma de gobernar del presidente?”. Quizá sea esta la primera señal de un desencuentro entre los electores conservadores y un gobierno que eligieron pero que se niega a representarlos.
Consejero electoral del INE