Las medidas desplegadas en todo el mundo para hacer frente a la pandemia de COVID-19 han puesto de manifiesto la necesidad de construir relaciones más igualitarias y solidarias: entre mujeres y hombres, entre empleadores(as) y trabajadores(as), entre los gobiernos y la sociedad civil.
La situación que atravesamos en todos los países ha evidenciado, por un lado, la contribución y el rol imprescindible de las mujeres en la primera línea de respuesta en momentos de crisis y, por el otro, que la desigualdad de género es una barrera para la implementación de respuestas efectivas durante la emergencia sanitaria, con importantes impactos sociales diferenciados en mujeres y hombres.
En primer lugar, debemos destacar el rol de las mujeres en los cuidados a la salud, al estar en la primera línea de la respuesta de la atención médica, asumiendo costos físicos y emocionales. A nivel mundial, las mujeres representan 70% de los trabajadores del sector social y de salud y, en México, casi 500 mil personas se dedican a la enfermería, de las cuales, 79% son mujeres. Por ello, es central garantizar la seguridad de las enfermeras y las médicas y que las opiniones, intereses, contribuciones y propuestas de las mujeres sean incorporadas en todas las etapas de la respuesta.
En segundo lugar, las mujeres están siendo considerablemente afectadas por el impacto económico de la emergencia sanitaria, tanto en el trabajo remunerado como en el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado. Más del 60% de las mujeres mexicanas están en la informalidad, sin seguridad social. Esto hace que millones de mujeres deban cubrir sus necesidades de subsistencia, sin ninguna red de apoyo o posibilidad de sustituir el ingreso diario.
Igualmente, al no haber una adecuada corresponsabilidad en las tareas de cuidado, las mujeres están asumiendo de manera amplificada esta carga, al haberse suspendido la asistencia a las escuelas. A nivel mundial, las mujeres dedican 2.6 veces más tiempo que los hombres a realizar trabajo doméstico y de cuidados no remunerado y, en México, el triple de horas. Las trabajadoras del hogar también están afrontando dificultades por esta crisis al tener que compatibilizar los cuidados de su familia con su trabajo y ante la reducción/atraso en su remuneración.
Es indispensable adoptar medidas directas de compensación y protección social a trabajadoras informales, incluyendo trabajadoras sanitarias, migrantes y de los sectores más afectados, a fin de que se garanticen sus ingresos y medios de subsistencia.
En tercer lugar, la violencia contra las mujeres y las niñas -pandemia que nunca ha cesado- se está agudizando por las medidas de aislamiento social. Antes de declarase la emergencia sanitaria, todas las mujeres y las niñas en el mundo habían vivido alguna forma de discriminación y violencia, lo cual se había visibilizado en la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible y en las manifestaciones y el paro del 8M y 9M. Sin embargo, el aumento del riesgo en el contexto actual obliga más que nunca a desplegar acciones urgentes. Cuando los hogares están bajo tensión, la violencia doméstica tiende a aumentar, al igual que la explotación sexual.
Países como China, Francia, España o México han registrado alzas considerables en los reportes por violencia, lo cual hace inaplazable asegurar la adecuada operación de las líneas de atención telefónica y garantizar que los refugios y centros de atención y protección de las mujeres en todo el territorio se consideren como “servicios esenciales” y dispongan del presupuesto requerido.
Como señala el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres “Muchas mujeres bajo encierro por la COVID-19 enfrentan violencia donde deberían estar más seguras: en sus propios hogares. Insto a todos los gobiernos a que prioricen la seguridad de las mujeres en la respuesta a la pandemia”.
Desde ONU Mujeres, hacemos un llamado al gobierno, al sector privado, a la cooperación internacional y a la sociedad en su conjunto a implementar acciones efectivas, con el compromiso común de garantizar los derechos humanos y la igualdad de género, así como a aprender de esta crisis para asegurar la construcción de sociedades más igualitarias, pacíficas e inclusivas que serán más resilientes frente a las pandemias y los muchos otros desafíos que enfrentaremos.
Representante de ONU Mujeres en México