Señor Presidente: Aparentemente se salió con la suya. Redactó un Plan B para descuartizar al INE y matar la democracia. Ordenó a los diputados y senadores de Morena asesinar con su voto a una institución que le ha dado paz y estabilidad a México. Les pidió avalar el desollamiento de un órgano dedicado a proteger el derecho de los ciudadanos a tener elecciones libres y creíbles. Tomó la pistola y le dio un tiro al Estado de Derecho, a la vida institucional del país, a la división de poderes. Convirtió a sus legisladores en cómplices de un golpe del Estado electoral y en aplaudidores del fraude que usted prepara para el 2024.

Porque ése, y no otro, es el objetivo de su Plan B. No venga a decirnos que quiere una democracia más barata o menos onerosa, tampoco nos cuente que los consejeros ganan más que usted, que hay demasiada burocracia en el INE o duplicidad de áreas y funciones. No. El móvil del golpe artero que usted ha dado a la democracia tiene que ver con la intención de impedir que en el 24 gane la oposición. Quiere imponer al próximo presidente o presidenta de México. Y no sólo eso: busca que Morena, su partido, se apodere de una vez por todas del Congreso, las gubernaturas y las presidencias municipales.

Quiere que el voto sirva para reciclar el régimen canalla y autoritario que usted ha inventado. Pretende anular a la ciudadanía libre, a esa clase media esforzada, víctima y consciente del gobierno destructivo que encabeza y que está decidida como nunca a echarlo a usted y su pandilla de Palacio Nacional. Su iniciativa no solo fue elaborada para favorecer a sus futuros candidatos, también fue pensada para borrar la participación de la sociedad, para ponerle grilletes y bozal a la protesta expresada en las urnas. Eso explica el odio, el resentimiento, el veneno que hay en un texto que sólo pudo redactar un enemigo de México y los mexicanos.

Pero esto no ha terminado. Usted cree que ganó, pero su victoria es la de un déspota. El que echa mano del abuso y el poder absoluto para aplastar la Constitución. El daño que le ha hecho al país lo pagará usted mismo y su gobierno. De aquí en adelante, y si la Corte no se atrever a anular su arbitrariedad, la sombra ominosa del fraude, de la trampa electoral, de la manipulación del voto, del resultado falso ensombrecerá las futuras elecciones.

Intentará imponer a un ganador o a una ganadora en los comicios presidenciales. Pero ese candidato no tendrá legitimidad. La silla presidencial en la que siente será apócrifa, manchada por un crimen de Estado y envuelta en una duda permanente que le impedirá gobernar.

Y es que, Señor Presidente, ha revivido el México de la violencia política. Ha sacado de las catacumbas a ese país que estaba enterrado, superado. Aquel, donde las luchas por el poder se resolvían a balazos, con sangre, engaños y traiciones. No se extrañe, entonces, de que usted, su régimen y aspirantes a la presidencia sean víctimas, también, de lo que sus legisladores aprobaron.

Ríase y festeje mientras pueda porque la inestabilidad que provocará su Plan B puede ser la pala que cave su propia tumba política.

Exdiputada