López Obrador ha dejado correr la idea de que Claudia Sheinbaum es su favorita para sucederlo en la Presidencia.

Ha invertido horas, saliva y recursos para defenderla en todo momento y a toda hora. Salió a dar la cara por ella cuando se desplomó la L ínea 12 de Metro que costó la vida a 23 personas. Cuando Morena perdió nueve alcaldías en el 2021 y acusó a los conservadores de hacer campaña en contra de la Jefa de Gobierno. Cuando la policía reprimió a vecinos de San Gregorio en la alcaldía de Xochimilco y dijo que ella no había dado la orden o cuando —en una “mañanera”— la exoneró por el colapso del Colegio Rébsamen siendo ella alcaldesa de Tlalpan y donde murieron 17 niños.

Ahora, con el choque de trenes de la Línea 3, en el que murió una joven de 18 años y hubo varios heridos, llamó “zopilotes electorales” a quienes la responsabilizan de la tragedia y critican por desviar recursos de la Ciudad para promover su candidatura a la Presidencia de la República.

En resumen, López Obrador no ha dado a ningún otro funcionario, llámese secretario de Estado, gobernador, alcalde o legislador un pasaporte de impunidad como el que ha entregado a Sheinbaum desde el principio del sexenio. Le perdona todo, hasta los malos gestos. AMLO ha cumplido cabalmente y en exceso con los compromisos, lealtades familiares o sentimentales que de tiempo atrás la atan a ella. La pregunta es: ¿Cuáles son los límites de esa complicidad?

La pregunta vale porque la señora se está convirtiendo en un lastre. En un personaje de mal augurio porque donde se para hay una tragedia humana o política. El presidente se ve obligado a invertir cada vez más tiempo y esfuerzo en pegar los “platos rotos” de una funcionaria que no aporta ni votos ni resultados y sí muchos muertos. Es una anticandidata encaprichada —sí, encaprichada— con suceder a su protector cuando no es capaz siquiera de garantizar la seguridad y la eficacia del Metro.

¿De dónde le viene la idea de que merece ser la próxima presidenta de México? ¿Es una obsesión que nació en la cuna de su propia ambición, que le exigió a él por creer que le debe importantes silencios o favores o es algo que le ofreció López Obrador por saberla incondicional? ¿Hasta dónde llega el “pacto de sangre” con quien fuera su secretaria de Medio Ambiente en el gobierno del Distrito Federal?

Muy de izquierda, pero sus estrategas están dedicados a copiar la publicidad de las marcas más emblemáticas del capitalismo para hacerle propaganda a una supuesta representante de las causas populares. Los espectaculares donde aparecía la silueta de Sheinbaum con una cola de caballo al aire era idéntica a la que utilizó Givenchy en 2022 para promocionar a la cantante Ariana Grande. La leyenda con el hashtag #EsClaudia pretendía disimular una campaña adelantada y convertir en un enigma a la “corcholata favorita” del presidente.

La cantidad de espectaculares que fueron colocados por todo el país no solo provocó el reclamo de las otras “corcholatas” — Marcelo Ebrard y Adán Augusto López — sino la crítica ciudadana: ¿Por qué el gobierno de la Ciudad de México tiene dinero para difundir la imagen de una mujer que tiene prisa en ocupar la silla presidencial y no tiene para impedir que mueran bajo la tierra los usuarios del Metro?

Sheinbaum tiene abandonado el transporte de los pobres. Su administración lo ha convertido en una tumba segura para los capitalinos de menos recursos. Es el único tren subterráneo en el mundo que anda a ciegas por la falta de señalización y de un sistema de comunicación que permita conocer la localización en tiempo real de los trenes. ¿Dónde está el dinero para el mantenimiento? ¿Por qué no hay inversión en tecnología? ¿Por qué los subejercicios?

La aspirante a gobernar México es igual o peor a sus antecesores. Sigue permitiendo que los recursos obtenidos por la venta de 800 millones de boletos al año se manejen con absoluta discrecionalidad. Bajo el suelo de la capital hay una “caja chica” y una caja opaca. Nadie sabe a dónde va a parar el dinero que pagan los pobres para quedar prensados entre los fierros retorcidos de los trenes.

Los compañeros universitarios de Yaretzi, víctima del choque en la Línea 3 del Metro, convocaron a una protesta pacífica en las estaciones del Metro y pidieron colocar flores y veladoras. No hay mejor manera de recordar que la corrupción de las autoridades ha convertido al Metro en un cementerio de ciudadanos inocentes. También en la tumba política de quien hoy ya no le sirve a López Obrador. A menos, claro, que #EsClaudia sea utilizada para enterrar también a Morena en el 2024, lo que sin duda muchos mexicanos aplaudiríamos de pie.

Exlegisladora

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