Por: Francisco Ignacio Castillo Acevedo
Dentro del sector emprendedor, en los últimos años en Latinoamérica y en nuestro país se ha venido instaurado un régimen económico interesante desde el punto de vista jurídico, son las empresas denominadas startups. En México empresas como Kavak, Clip o Bitso, entre otras, han escalado enormemente.
Como todo ente económico, dichas empresas pueden abarcar diversos ámbitos interdisciplinarios en el Derecho que requerirán de su atención, como lo pueden ser en las materias de: (i) Derecho corporativo, (ii) Derecho societario, (iii) Derecho bursátil, (iv) Derecho informático (v) Derecho internacional privado, (vi) Derecho civil, (vii) Derecho financiero, (viii) Fiscal, (ix) Propiedad intelectual (x) Compliance en sus distintas vertientes, (xi) M&A (fusiones y adquisiciones), (xii) Competencia económica, entre otras.
No obstante, hay que tener en cuenta que las startups tienen un objetivo particular, que es el crecimiento acelerado a través de la obtención de venture capital o capital de riesgo, además de características especiales que las distingue de otro tipo de PyMES, como lo son:
- Su giro: a las startups también se les denomina empresas emergentes ya que crean productos o servicios derivados de mercados emergentes.
- Su capital: deviene predominantemente de capital de riesgo, es decir, de aquellos inversionistas que apuestan en la empresa para acelerar su crecimiento en el mercado emergente a través de rondas de inversión.
- Su estructura accionaria: debe ser mucho más flexible para permitir la entrada de nuevos accionistas que quieren invertir en la empresa. Comúnmente se adopta a la Sociedad Anónima Promotora de Inversión (SAPI) cuya regulación permite que los inversionistas obtengan derechos preferentes.
Últimamente dentro del mercado han venido instaurándose las startups del sector Fintech, en donde se utiliza tecnología state of the art para otorgar a sus clientes productos o servicios financieros, siendo una alternativa más de la banca tradicional. Algunas son Rappi, Heybanco o Mercadopago.
En 2023, la Ciudad de México es una de las tres mejores ciudades para el desarrollo de startups en toda Latinoamérica, junto con Sao Paulo en Brasil y Bogotá, en Colombia. A nivel mundial, ocupamos el lugar 37. De acuerdo a la revista Forbes, citando los Datos de la Asociación para la Inversión de Capital Privado en América Latina, en el año 2022 hubo una inyección de capital de riesgo de 7,800 mdd en toda la región para las startups, en donde estas tres ciudades captaron el 77%.
Sin embargo, los emprendedores que se aventuran en la travesía de tener una startup, se enfrentan con diversos retos que deben ser tratados con cautela para asegurar el éxito de la futura empresa: uno de ellos, es el aspecto legal. Y es que, la idea de consolidar una startup es asegurar su crecimiento, y no solamente eso, sino que también debe ser rápido, para que la competencia no abarque dicho sector, pero a su vez, derivado de dicha premura, se puede dejar a un lado la seguridad legal en el trayecto, por lo que esa brecha puede representar una gran oportunidad para la abogacía.
No obstante, en la etapa inicial los emprendedores tampoco son ubicuos y en la mayoría de las ocasiones no poseen los conocimientos necesarios para atender las necesidades legales de su negocio, debido a que su principal misión es precisamente es operar la startup y obtener financiamiento de cualquier forma, por lo que dicha brecha es una gran oportunidad para la abogacía que quiera dedicarse a este sector tan novedoso.
Así como las startups son emergentes, los servicios legales en dicha área deberán comenzar a serlo, y como tal, la importancia del asesoramiento y especialización en dicha rama se convierte en un área vital para ir de la mano con el emprendedor y futuro empresario.
Integrante del Consejo Directivo de la Barra Mexicana, Colegio de Abogados, A.C.