Por Claudia Aguilar Barroso
El pasado miércoles 6 de septiembre la Primera Sala de la SCJN resolvió un amparo en revisión promovido por la organización feminista y de derechos humanos GIRE, en el cual declaró que es inconstitucional el sistema– jurídico que penaliza el aborto en el Código Penal Federal, ya que viola los derechos humanos de las mujeres y personas con capacidad de gestar. GIRE es ejemplo de México para el mundo, no solo por el acompañamiento, o por el litigio estratégico, sino en general por su convicción, compromiso y estrategia. Gracias a su trabajo tenemos resoluciones como la que nos ocupa, donde hemos pasado de debates en la SCJN que se limitan a resolver sobre esferas competenciales de las legislaturas; a debates en clave de derechos humanos, donde se analiza el aborto a partir de: la dignidad humana; la autonomía y el libre desarrollo de la personalidad, la igualdad jurídica, el derecho a la salud y a la libertad reproductiva; el derecho a decidir y sus implicaciones específicas. Y eso en si mismo es algo que debemos celebrar, pues contribuye a dejar de lado un absurdo y falaz debate planteado por los grupos antiderechos que inundan el país y ejercen en el mismo un enorme poder político y económico: el debate sobre “la vida”. El derecho al aborto legal y seguro no es un debate sobre la vida; es un asunto de justicia social, es una cuestión de salud pública y una aspiración democrática.
Adicionalmente, para aquellos que confunden argumentos ideológicos con argumentos jurídicos, la SCJN lo ha dicho ya varias veces: proteger constitucionalmente la vida no implica que se tiene que criminalizar el aborto. Lo cierto es que condenar a las mujeres (y personas con capacidad de gestar) a la cárcel, a poner en riesgo su vida o a la clandestinidad por el ejercicio de un derecho es negarles su carácter primigenio de personas, es restarles dignidad, significa verlas como un medio y no como un fin.
El camino por recorrer es todavía muy largo y las presiones no serán pocas. Los argumentos en contra de la despenalización del aborto entrañan un absoluto desconocimiento de los derechos humanos de las mujeres y personas gestantes. Como mujer, madre y feminista, estoy convencida de que la maternidad debe ser voluntaria. No me explico otra manera de ser madre, creo en el derecho irrestricto de la mujer (y de las personas gestantes) a decidir sobre su propio cuerpo, sobre su sexualidad, su vida reproductiva y su maternidad. Celebramos este fallo, pero no pararemos hasta que la decisión de ser o no madre sea un derecho de todas y no un privilegio de unas cuantas.
Integrante del Consejo Directivo de la BMA.