Por Víctor Oléa Peláez
Todo comenzó cuando en una de sus conferencias mañaneras, el presidente de la República públicamente admitió que durante la gestión del ex ministro Arturo Zaldivar al frente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), existieron injerencias del Poder Ejecutivo en varios procedimientos jurisdiccionales, con la complacencia y sumisión de éste. Desde luego, la Barra Mexicana, Colegio de Abogados, A.C., reaccionó pública, fundada y respetuosamente, emitiendo un posicionamiento en el que reprobamos esas conductas, las cuales sin duda constituyen una abierta violación a los más elementales principios de independencia y autonomía del Poder Judicial de la Federación, mismos que son fundamentales para la democracia y el Estado Constitucional de Derecho.
La respuesta iracunda e irreflexiva de citado expresidente de SCJN no se hizo esperar. Al día siguiente del citado pronunciamiento, en entrevista radiofónica con Ciro Gómez Leyva, despotricó y exteriorizó toda su ira en contra de la abogacía colegiada de nuestro país, calificándonos como solo “uno de muchos Colegios”, que “ni siquiera es el más numeroso”, que “están ligados a los poderes fácticos, económicos y a la oligarquía”, que “nunca han hecho nada por los pobres”, que “están al servicio de la derecha”, que “no pinta, son irrelevantes”.
Cómo habrá calado en el Poder Judicial de la Federación y en toda la ciudadanía el que públicamente el Ejecutivo Federal hubiera ventaneado al ahora investigado expresidente, que precisamente en la inauguración del XIX Congreso Nacional de Abogados que tuvo verificativo hace algunas semanas en Querétaro, específicamente en el marco del histórico Teatro de la República, el Ministro Luis María Aguilar Morales, en su mensaje en representación de la SCJN, hubiese deslizado la categórica frase: “si una persona que se dice juzgador atiende a intereses ajenos a los de la constitución o de la ley, será un mandadero de alguien, pero no será realmente un juzgador”, que claramente todos entendimos a quien estaba destinada.
Y a mayor abundamiento, y en franca contradicción con las ofensivas aseveraciones de Zaldivar, en la conferencia del citado Congreso, la Ministra Presidenta Norma Lucía Piña Hernández, ante casi 750 congresistas, después de agradecer y felicitar a la BMA por su pronunciamiento, se expresó así de nuestro colegio: “es una organización con 100 años de historia que aglutina a miles de profesionales en todo el país, con el objetivo de mejorar la práctica del derecho y el estado constitucional. La Barra es una organización que durante su larga trayectoria ha sido crucial en el desarrollo de la práctica jurídica mexicana, y que sin lugar a la menor duda, ocupa un espacio en la construcción política, social y por supuesto legal de nuestro país.”
¿Qué habrá pensado el mencionado “mandadero” ante las fundadas palabras en contrario de quien afortunadamente ahora preside los destinos del Poder Judicial de la Federación? Y aunque la Barra Mexicana no tiene que defenderse de nada y mucho menos de las insustanciales y dolidas consideraciones del exministro, sí nos vemos ahora obligados a rebatirlas. En primer término, debemos recordarle que efectivamente, y como lo manifestó la Ministra Presidenta Norma Piña, la Barra Mexicana es un Colegio de Abogados de fundación centenaria y que no sólo se ha constituido en la conciencia jurídica nacional, sino que durante esos primeros 100 años hemos sido cruciales en la construcción de una abogacía más ética, socialmente responsable y actualizada, que sirve palpable y eficazmente a la sociedad mexicana; y sí, sí somos -con respeto a nuestros colegios hermanos - la asociación de abogados más nutrida de México y con la mayor presencia en la República.
Durante nuestra larga historia, hemos demostrado cabal y probadamente ser una institución eminentemente apolítica, y jamás hemos estado ligados a los poderes fácticos, económicos, y mucho menos a la oligarquía, en ese sentido, subrayo, se equivoca nuevamente el señor Zaldivar. Es extraño que se exprese así de nuestro Colegio, cuando formó parte de la Barra y fue durante largos 6 años Coordinador de la Comisión de Estudio y Ejercicio Profesional de Derecho Constitucional y Amparo. Seguramente no pensaba igual, signo de la lastimosa incongruencia que lo caracteriza. Afortunadamente ya no pertenece a nuestro Colegio.
También erra cuando afirma que no hemos hecho nada por los pobres, ya que es de todos conocido que a través de nuestra institución hermana, la Fundación Barra Mexicana, desde hace más de 25 años hemos realizado un efectivo, continuo y amplio servicio social pro-bono en favor de los sectores más vulnerables del país.
Tampoco es verdad que estemos, como infundadamente lo asevera el exministro, al servicio de la derecha. Por el contrario, nuestra numerosa y acreditada membresía se encuentra integrada por los más diversos sectores del país y de la abogacía, es decir, por abogados postulantes, servidores públicos y jurisdiccionales, académicos, y muchísimas mujeres y jóvenes, y solo estamos al servicio de México.
La gran mayoría de las y los barristas a diario luchamos para prepararnos mejor y con actitud ética- de la que claramente adolece el oscuro personaje – para mejorar a nuestro atribulado país; y no, no somos irrelevantes, somos un Colegio de la abogacía muy reconocido a nivel nacional e internacional, respetado y respetable. Sí pintamos, y si le molesta y agravia el que la Barra Mexicana se haya opuesto públicamente a su fallida e inconstitucional extensión de mandato, que repudiemos su comprobada sumisión ante el poder ejecutivo, que luchemos a diario por el imperio de la ley, por la independencia judicial y por el libre ejercicio de nuestra amada profesión, sepa que lo seguiremos haciendo con el apoyo de la abogacía y sobre todo, de la sociedad mexicana, que por cierto, está harta de la corrupción, de la injerencia en las resoluciones judiciales por factores externos a la constitución y al orden jurídico, del influyentismo, y más aún, del servilismo.
Presidente de la Barra Mexicana, Colegio de Abogados, A.C.