Ayer jueves, el gobierno mexicano lució pasmado ante la información, primero periodística y luego del gobierno de los Estados Unidos, de la , histórico capo del cártel de Sinaloa. Hoy viernes no ha cambiado mucho.

La DEA, el FBI, el Departamento de Justicia y de Estado festejaron cada uno por separado la caída del narco, quien según sus comunicados ayer por la tarde entró en custodia de autoridades de ese país luego de aterrizar en un aeródromo entre Texas y Nuevo México. También fue detenido un hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán.

Esta mañana, en la conferencia mañanera del presidente López Obrador, la secretaria de Seguridad, Rosa Icela Rodríguez ; sin embargo, fueron más las dudas que las certezas.

Con titubeos, la secretaria de Seguridad reconoció ante la prensa que no tiene información sobre si fue una detención o si es cierta la versión de una entrega pactada. Dijo que el gobierno mexicano no participó de la operación, y que si bien se recibió el aviso ayer por la tarde por parte de la embajada, en Palacio Nacional no saben mucho más. La falta de información es evidente.

Si bien la cooperación en materia de seguridad entre México y Estados Unidos suele funcionar, en esta ocasión lejos quedaron las expresiones que suelen acompañar este tipo de anuncios, como “colaboración estrecha entre ambos países”, “operación coordinada” o bien “esfuerzos conjuntos”.

Esta vez la captura de un narco tan simbólico como “El Mayo” fue toda, obra de agencias estadounidenses. Recordemos que en especial, la DEA ha tenido fuertes diferencias con el gobierno del presidente López Obrador y como en estos casos, esas diferencias dejan muy mal paradas al gobierno mexicano, que un día después, sigue sin saber qué pasó con “El Mayo”.

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