Terminó el 2024, pero no debemos olvidar, pues aún somos incapaces de imaginar qué país derivará de la reconfiguración, que, a capricho de un hombre, volvió a los ciudadanos rehenes, a los opositores enemigos y a los críticos adversarios. Acumuló un poder desmedido que se convirtió en una bomba de tiempo, la cual decidió estallar antes de irse de la Presidencia, pero dejó tantas minas activadas que, en cualquier momento, puede ordenar que exploten, y para ello usará a sus leales, entre ellos su heredero político, su hijo Andrés Manuel López Beltrán.
Enero, el silencio. Un implacable presidente arremetía contra todos quienes emitían alguna crítica en contra de él o de su gobierno. Sin autorregulación y con amenazas directas y constantes, repetidas desde su conferencia, amedrentó a muchos, quienes optaron por alinearse con él en lo público, aunque la gran mayoría hablaba con desprecio en privado.
Febrero, la herencia. Faltando solo siete meses para terminar su gobierno, Andrés Manuel López Obrador diseñaba ya el sexenio siguiente, por lo que envió a la Cámara de Diputados 20 reformas constitucionales que, bajo sus órdenes, se volvieron prioridad.
Marzo, falsas expectativas. El primer viernes del mes iniciaron las campañas presidenciales. Por primera vez en la historia de nuestro país, una mujer tenía asegurada la Presidencia. La oposición, desorganizada y soberbia, creía que el fenómeno político en que se convirtió Xóchitl Gálvez lograría arrebatarle a Morena el poder. Incluso el emecista Jorge Álvarez Máynez, quien llegó tarde a la competencia, aseguraba que podía darle la vuelta al marcador.
Abril, el Presidente rompe relaciones con el gobierno de Ecuador luego de que, para arrestar al exvicepresidente Jorge Glas, policías y militares irrumpieran en la embajada mexicana en Quito.
Mayo, manipulación de encuestas. Un mes antes de la elección presidencial, hubo casas encuestadoras que apuntaban a una elección cerrada entre Sheinbaum y Gálvez. Su “error” fue monumental, pues CSP ganó por una diferencia de 22 puntos. Este mes fue el más violento del año.
Junio, el tsunami guinda. El partido de Andrés Manuel López Obrador logró ganar la presidencia con casi 36 millones de votos para Claudia Sheinbaum, la mayoría en las cámaras y seis de las nueve gubernaturas en disputa. La oposición alegó intervención de López Obrador, uso de programas sociales, participación del narco, pero nada hizo que el país volteara a cuestionarse el resultado.
Julio, El Mayo. El 25 de julio, autoridades estadounidenses dieron a conocer que Ismael Zambada y uno de los hijos del Chapo, Joaquín Guzmán López, habían sido detenidos en Texas. Se dieron varias versiones, una de ellas, que El Mayo se había entregado por voluntad propia. Durante los siguientes días, el gobierno morenista se preocuparía por dejar claro que no habían intervenido en la captura, acusar al gobierno de Estados Unidos de llevar a cabo un operativo ilegal y exigirles información sobre el legendario capo, lo que nunca sucedió. Joe Biden deja la candidatura demócrata a la presidencia de EU.
Agosto, el escándalo. El Mayo, a través de una carta enviada por su abogado, reveló que fue traicionado por su ahijado, quien lo secuestró y lo llevó vía aérea a Estados Unidos tras citarlo en una reunión, donde estuvo y fue asesinado Héctor Melesio Cuén. Esto dejó en evidencia que el gobierno de Rubén Rocha Moya había mentido y armado un montaje al asegurar y “mostrar” en un video que el exrector fue asesinado durante un intento de asalto en una gasolinera. Zambada además aseguró que en esa reunión se reuniría también con Rocha Moya, lo que el morenista ha negado, al asegurar que viajó a Estados Unidos, aunque no ha logrado demostrarlo. Rocha Moya inexplicablemente sigue al frente de ese gobierno.
Septiembre, el sexenio más violento. Llegó a su fin el sexenio con mayor número de homicidios en dos décadas, pero además la guerra entre los chapitos y los mayos se había desatado. López Obrador dejó a México convertido en un país de ejecuciones, desaparecidos y fosas clandestinas. A pesar de ello, los legisladores aprobaron que la Guardia Nacional fuera encabezada por un militar, cumpliendo con ello la primera orden presidencial.
Octubre, histórico. Claudia Sheinbaum asume como la primera presidenta de México, lo que tiene un gran significado en un país donde la violencia contra las mujeres sigue siendo altísima y el machismo continúa presente, aunque camuflado. Sheinbaum fue recibida con una escena de terror en Guerrero: la decapitación del alcalde de Chilpancingo. Además, los lopezobradoristas, con Miguel Ángel Yunes como aliado, lograron aprobar la reforma al Poder Judicial y la supremacía constitucional. Con ello, inició la desaparición de los contrapesos.
Noviembre y la desvergüenza. Como un abierto desplante hacia la presidenta, fue interpretado el que los lopezobradoristas reeligieran a Rosario Piedra Ibarra como presidenta de la CNDH, a pesar de ser la peor evaluada y frente a la obvia preferencia de Sheinbaum por Nashieli Ramírez. Trump es reelecto como presidente de EU.
Diciembre. Se publica el decreto con el que desaparecen los organismos autónomos: Inai, IFT, Cofece, CRE, CNH, Coneval, Mejoredu. Además, se presenta la primera fractura pública entre las tribus de Morena, en medio de acusaciones de corrupción entre Adán Augusto López y Ricardo Monreal, señalamiento, por cierto, que no han sido investigados. El Mencho deja claro quién manda en algunos municipios de México.
Vayamos ahora descubriendo el 2025, que inicia con el peso a 20.75 y la gasolina al alza por los aumentos al IEPS (Impuesto Especial sobre Producción y Servicios) que finalmente pagamos los ciudadanos. Este nuevo año no solo será un desafío para los que gobiernan, sino para cada uno de nosotros. Mis mejores deseos siempre, porque lo que está por venir, también dependerá de lo que decidamos hacer.
@azucenau