Por: Mariana Aguilera del Castillo
El Parque La Mexicana, inaugurado en noviembre de 2017, es un espacio que ha sido considerado un pulmón verde y un lugar de recreación en medio de una ciudad agitada. Sin embargo, surge la pregunta: ¿Es verdaderamente un parque público o se está convirtiendo en un jardín privado para los edificios de departamentos circundantes?
El Parque La Mexicana fue construido gracias al Sistema de Actuación por Cooperación (SAC) La Mexicana. Los SAC son un instrumento previsto por la Ley de Desarrollo Urbano del Distrito Federal, el cual busca llevar a cabo proyectos y obras específicas de infraestructura, equipamiento y espacio público que generen beneficios directos para las personas y el entorno urbano de zonas específicas (SEDUVI, pág. 2).
El Gobierno de la Ciudad de México otorgó una concesión a la Asociación de Colonos de Santa Fe para operar y mantener el parque público con recursos autogenerados. El convenio del SAC implica la posibilidad de construir desarrollos inmobiliarios en el 30% del terreno, mientras que el otro 70% se destina al parque.
En principio, esto suena muy bien; todos nos beneficiamos, los desarrolladores ganan dinero y los colonos, y la población en general tienen un parque público para disfrutar. Pero no todo ha sido tan maravilloso. Desde que el parque abrió, se han reportado varios incidentes de discriminación y clasismo que han ocurrido en su interior. En su mayoría, han sido casos en los que los policías actúan de manera prepotente, amparados por el reglamento del parque.
Revisando el reglamento, podemos notar algunas normas ambiguas, como la prohibición de impartir clases en las zonas deportivas, ya sea de manera gratuita o con costo. Esta normativa plantea algunas preguntas: ¿Puede un padre enseñar a su hijo a andar en patines sin temor a ser multado? ¿O deberá demostrar parentesco para hacerlo? También, la prohibición de actividades en grupo suscita preguntas como: ¿Cuántas personas conforman un grupo? ¿3? ¿4? ¿Está prohibida cualquier actividad colectiva? ¿Qué sucede si un grupo de amigos desea dibujar juntos?
Otro punto de discordia es la prohibición de ejercitarse en las bancas del parque. ¿Una persona no puede estirarse en una banca antes de correr sin infringir el reglamento? Estas regulaciones, aunque diseñadas con la intención de mantener el orden y el bienestar común, a menudo se sienten ambiguas y podrían ser utilizadas para discriminar a ciertos individuos, amparándose en el reglamento del parque.
Es importante destacar que algunas reglas son comprensibles y necesarias, como la prohibición de introducir armas, sustancias ilegales, pinturas o bebidas alcohólicas. También se prohíben eventos como bodas, quinceaños, reuniones religiosas y actividades políticas. Estas restricciones tienen sentido en un espacio público para mantener un ambiente seguro y respetuoso.
No obstante, la verdadera preocupación radica en la ambigüedad de muchas otras normas, que parecen orientadas a preservar cierta estética del parque. En última instancia, estas restricciones limitan la libertad de recreación en un espacio que debería estar abierto a todos. Así que me pregunto: ¿Se están aplicando estas normativas para favorecer a ciertos grupos y mantener un cierto estatus en el parque?
En conclusión, es necesario replantear el reglamento del Parque La Mexicana para asegurar que cumple su función como un espacio público accesible y de recreación para todos. Es imperativo que las regulaciones sean claras y justas, sin margen para discriminación o clasismo. El Parque Mexicana debe ser un lugar donde la diversidad sea celebrada, no restringida.
Bibliografia:
La Mexicana. (julio 2023). Reglamento La Mexicana parque público metropolitano gratuito. México. La Mexicana Recuperado de https://parquelamexicana.mx/reglamento/
Seduvi ( ). SAC Sistemas de Actuación por Cooperación. México. Seduvi Recuperado de http://www.data.seduvi.cdmx.gob.mx/portal/docs/SAC/Seduvi_SAC_pdf.pdf
Estudiante de la Maestría en Proyectos para el Desarrollo Urbano, Universidad Iberoamericana