El trabajo se transforma, se habla ya de que al menos un tercio de los empleos son susceptibles de ser automatizados en un futuro próximo. ¿Qué pasará en México? Tenemos una gran cantidad de empleos que usan mano de obra de baja especialización; podemos inclinarnos a pensar que estos empleos serán los primeros en ser automatizados. Muchos trabajadores de ramos como el automotriz, tendrán que encontrar la forma de obtener una más alta especialización, o irán a sumarse al alto porcentaje de desempleados, hoy significativamente engrosado por la pandemia. Estamos atascados en una profunda zanja.
En muchos aspectos nuestro país no está preparado para entrar en un nuevo ciclo cuando aún se está acomodando en el actual. No tenemos empleos formales en número suficiente como para que la fuerza laboral dé el salto a una nueva forma de vida y de trabajo. Hoy, 31 millones de personas ocupadas de 15 y más años, se encuentran en el empleo informal, lo que representa 56% de la población ocupada. Este gran segmento no puede progresar porque no se está produciendo crecimiento económico.
En el Marco de Acción para la Educación 2030, el plan acordado a nivel internacional para implementar el cuarto Objetivo de Desarrollo Sostenible, “Educación de Calidad”, se pide expresamente a los países que aprovechen las tecnologías de la información y comunicación para “reforzar el aprendizaje efectivo y de calidad”. Queda claro que la educación no es una prioridad en este sexenio, por lo que oportunidades de auto aprendizaje a través del acceso al conocimiento directo en la nube tampoco representarán una opción porque no existe la infraestructura suficiente para su aprovechamiento. No hay manera de que se dé la conversión a modos técnicos competitivos cuando esa técnica se limita a un teléfono inteligente; es necesario tener conexión y estar inserto en redes de apoyo que motiven y dirijan la educación en línea.
El pobre nivel de educación básica y la falta de conectividad son aspectos que nos regresan a inicios del siglo XX, por lo que la única solución para evitar la pobreza extrema y el hambre es regresar a formas de producción informales, y esperar a que pase la crisis. Así han sobrevivido muchas generaciones. Se ha demostrado además que la informalidad laboral funge como mecanismo para mantener bajas las tasas de desocupación y evitar niveles peligrosos de inseguridad y pobreza extrema. ¿Pero no estamos ya ahí? Queda poco claro como podrán ser cubiertas las necesidades mínimas para la subsistencia de tantos millones de desempleados, tanto más que las medidas para contener la propagación del coronavirus provocaron la destrucción de más de un millón de empleos formales.
No hay otra salida, a falta de acciones de apoyo a MYPYMES y otras fuentes de empleo de subsistencia, tenemos que apoyar desde la sociedad civil. Ya vivimos rodeados de informalidad, y en un mundo ideal, todos deberían tener acceso a servicios de salud y educación de calidad. Pero este no es el momento de pensar en ideales. Es necesario crear acciones de apoyo a tantas familias cuya única oportunidad, solo surgirá desde la sociedad civil.
Es Vicepresidenta de la Asocación Mexicana de Urbanistas AC
contacto@amu.org.mx