Por: Alejandra Flores Saldívar
La movilidad de cuidado es un aspecto crucial de la vida urbana que impacta directamente a miles de mujeres que asumen diariamente la responsabilidad de realizar viajes para cuidar a sus familiares, atender el hogar y gestionar actividades esenciales. En el Estado de México, estas mujeres realizan aproximadamente 13 millones de viajes diarios, enfrentándose a una infraestructura y servicios de transporte público que no siempre satisfacen sus necesidades. En consecuencia, este fenómeno refleja una desigualdad estructural que limita la autonomía de las mujeres y obstaculiza su participación plena en la vida social y económica.
En esta ocasión, analizaremos el caso de Naucalpan, un municipio periférico de la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM), para comprender cómo los problemas de accesibilidad, seguridad y falta de infraestructura afectan la movilidad de cuidado y qué acciones son necesarias para transformar la movilidad urbana desde una perspectiva de bienestar.
Un Viaje de Riesgos e Inequidad
Las mujeres en Naucalpan viven una realidad compleja y desafiante al enfrentar viajes que, además de exponerlas al riesgo de violencia y acoso, requieren largas caminatas y uso de múltiples medios de transporte. Este municipio se configura como una zona deprimida y con altos niveles de inseguridad, en la que el 33.4% de las mujeres ha reportado experiencias de acoso o violencia en espacios y transporte públicos, en especial en microbuses y calles consideradas peligrosas. Según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (INEGI, 2021), las mujeres en el Estado de México se sienten particularmente vulnerables en sus comunidades, lo que afecta su percepción de seguridad y limita su capacidad de movilidad.
Adicionalmente, las mujeres de Naucalpan de entre 35 y 65 años y de nivel socioeconómico medio-bajo realizan el 25% más de viajes multimodales que los hombres, principalmente para actividades de cuidado. Estos trayectos suelen ser de corta distancia, pero las carencias en la infraestructura pública, como la falta de accesibilidad en el transporte y áreas de descanso seguras, les impiden realizarlos con la eficiencia que su vida cotidiana exige. Así, las mujeres enfrentan una situación en la que la planificación urbana y las políticas de transporte no contemplan sus necesidades específicas, afectando su desarrollo personal y su acceso a oportunidades laborales.
Impacto Económico del Trabajo de Cuidado No Remunerado
La cuenta satélite del Trabajo No Remunerado de los Hogares de México (INEGI, 2023) estima que el valor económico del trabajo doméstico y de cuidado asciende a 7.2 billones de pesos, el equivalente al 24.3% del PIB nacional. El Estado de México es la entidad con la mayor contribución en este ámbito, alcanzando el 12.3%. Estos datos subrayan la importancia de reconocer y valorar el trabajo de cuidado, que, al no ser remunerado, limita las oportunidades de independencia económica y bienestar de muchas mujeres en Naucalpan y otras zonas metropolitanas del país.
Nuevas Perspectivas para la Movilidad de Cuidado
La movilidad de cuidado debe ser entendida como un pilar de justicia social, cuyo objetivo es hacer de nuestras ciudades lugares seguros e inclusivos para todos sus habitantes. En Naucalpan, la Secretaría de Movilidad del Estado de México ha iniciado la construcción de la Línea 3 del Mexicable, un sistema de transporte que se espera beneficie a más de 700,000 habitantes con una inversión superior a los 4,000 millones de pesos. Este proyecto representa un avance significativo, pero es solo el comienzo de una transformación mucho más profunda necesaria para satisfacer las verdaderas necesidades de movilidad de cuidado en la región.
Propuestas para una Movilidad de Cuidado Justa y Segura
Para que la movilidad de cuidado logre tener un impacto real en la vida de las mujeres y de quienes realizan labores de cuidado, es indispensable implementar las siguientes acciones específicas:
- Corredores de Cuidado Seguros: Crear rutas seguras y exclusivas que conecten los hogares de las personas cuidadoras con servicios esenciales como escuelas, hospitales, mercados y centros de trabajo. Estos corredores deberán incluir infraestructura segura e iluminada para reducir el riesgo de violencia y mejorar la experiencia de los trayectos.
- Subsidios de Transporte para Trabajo de Cuidado: Reconociendo el valor del trabajo de cuidado, se sugiere implementar tarifas de transporte público reducidas o gratuitas para las personas que realicen estos viajes. Este subsidio es una forma de compensar el tiempo y esfuerzo no remunerado que realizan y de facilitar su movilidad en la ciudad.
- Capacitación en Seguridad para el Personal de Transporte Público: La formación de operadores y personal de transporte en temas de seguridad y equidad de género es esencial para reducir los incidentes de acoso y violencia. Además, establecer protocolos de respuesta rápida a estos incidentes puede mejorar la percepción de seguridad en el transporte público.
- Integración del Enfoque de Género en la Planificación Urbana: La movilidad de cuidado debe estar en el centro de la planificación urbana, garantizando que los proyectos de infraestructura se diseñen pensando en los desplazamientos que requieren las personas cuidadoras. Esto implica incluir áreas de descanso, instalaciones sanitarias y espacios inclusivos en el transporte público y en puntos clave de la ciudad.
Ciudades que Cuiden y Promuevan el Bienestar de Todos
La movilidad de cuidado es una faceta de nuestras ciudades que merece atención y acción urgente. La visión de Jane Jacobs sobre ciudades inclusivas, que respondan a las necesidades de todos, debe inspirarnos a transformar Naucalpan y el Estado de México en espacios que promuevan el bienestar y la equidad. Reconocer el valor del trabajo de cuidado y facilitar la movilidad de quienes lo realizan no solo es una cuestión de equidad social; es una inversión en el desarrollo de ciudades más justas y resilientes.
En última instancia, construir ciudades que integren la movilidad de cuidado es construir una sociedad donde cada persona, independientemente de su género o rol social, tenga acceso a una vida digna y a un futuro pleno. Este es el desafío que Naucalpan y muchas otras ciudades deben asumir, transformando los espacios urbanos en lugares seguros, accesibles y justos para quienes cuidan y son cuidados.