Por: Jose R. Xilotl Soberón, Mariana P. Yáñez García y Luis E. Varela Cuevas
La presencia de estaciones migratorias en las ciudades es un fenómeno cada vez más relevante en el panorama global, especialmente en regiones con altos flujos migratorios. Aunque fue con la Ley General de Población de 1947 que se utilizó el término “Estaciones Migratorias” para designar los lugares de alojamiento de las personas migrantes con condición de estancia no documentada que eran presentadas por las autoridades, en 2023 México contaba ya con 54 estaciones alrededor del país. Sin embargo, esta manifestación tangible de la política migratoria del país no es popular en todas las comunidades donde se ubican visto no solo en el incendio provocado por migrantes al interior de la estación de Ciudad Juárez en 2023, sino en las manifestaciones ocasionales fuera de las mismas.
Sin embargo, este malestar esconde el beneficio económico local que conlleva una estación migratoria ya que estas contratan personal de seguridad, administrativo, médico y protección incluyendo agentes federales de migración con los beneficios de ley. Esto ultimo es importante ya que justifica la inversión en guarderías y clínicas, por ejemplo, de otras dependencias resultando en una cascada de inversión en las comunidades con estas estaciones. Igualmente, al ser el punto designado para la presentación de migrantes irregulares, aumentan los servicios aliados como de ONG, abogados y demás que representan un beneficio para el comercio local, así como una diversificación de la economía de la región. Lejos de sentir competencia por reducidas oportunidades de trabajo, la llegada de una estación migratoria es una oportunidad para que los gobiernos locales incrementen el trabajo formal y den las garantías necesarias de la inversión mediante la correcta regulación del uso de suelo.
Aun cuando las instalaciones son gestionadas por el Instituto Nacional de Migración (INM), la participación del gobierno local es importante para mitigar los costos sociales que estas pueden conllevar. Es importante recordar que las estaciones migratorias juegan una parte en las más de 140,000 deportaciones llevadas a cabo por México en 2019. Igualmente, a pesar de no ser prisiones ni contar con prisioneros, muchos en las comunidades alrededor de las estaciones migratorias pueden perder esto de vista dada la arquitectura de muchas de estas. En este sentido los gobiernos locales pueden aprovechar la iniciativa del INM anunciada el año pasado para transformar las estaciones migratorias en espacios abiertos, seguros y amigables para plantear propuestas que se extiendan alrededor de la misma. Esto con el ánimo de mejor consolidar las estaciones dentro del tejido físico y del imaginario local.
Fundamentalmente, hay que insistir en el dialogo circular entre el INM, los gobiernos locales, la comunidad local y los migrantes usuarios de las estaciones migratorias en animo de combatir temas de discriminación donde se implementen programas y campañas que ayuden a la población a eliminar estereotipos en torno a la migración y que en conjunto se creen políticas para poder salvaguardar los derechos de los migrantes. Para esto es indispensable el diálogo intercultural y el respeto, el intercambio de conocimientos, experiencias, culturas y puntos de vista es clave para reducir tensiones locales y no provocar situaciones de vulnerabilidad y violencia. Si bien no cabe duda que las estaciones migratorias representan un desafío para las administraciones locales, en la medida de su trabajo y compromiso con la sociedad civil se debe buscar lograr un ambiente más justo y equitativo para hacer de estas desventajas, ventajas que ayuden a la prosperidad y al buen desarrollo de sus ciudades.
Finalmente, una aportación que debería considerar la Secretaria de Gobernación es acompañar la colocación de nuevas estaciones migratorias con garantías para el acceso equitativo a servicios básicos como la educación, la salud y la vivienda para todas las personas dentro de la localidad. Esto puede implicar la ampliación de recursos para que gobiernos locales puedan actualizar sus programas de desarrollo urbano, así como la adecuación de parques y espacios públicos al servicio de todos.
El establecimiento de una estación migratoria en una ciudad puede tener un impacto significativo en su economía y su tejido social. Aun cuando generan empleo y actividad económica en la comunidad, también conllevan costos sociales. Por lo que es fundamental implementar políticas y programas locales que promuevan la inclusión y la convivencia pacífica entre todos. Al fin que es vecino solo aquel que conozco.