Por Juan L. Kaye López
De acuerdo con el Servicio Meteorológico Nacional, el fenómeno de El Niño es el efecto de un débil calentamiento en la temperatura superficial del mar, a lo largo de las costas de Perú y Ecuador que ya era manifiesto durante el periodo navideño por eso se asoció el nombre al “Niño Jesús”, aunque es obvio que sus efectos se sienten claramente en otros momentos del año.
Es provocado por un cambio en los patrones climáticos que se manifiestan en el comportamiento de los vientos y las lluvias en todo el planeta.
Sus efectos se ven reflejados en la agricultura, la pesca y en otras actividades humanas porque conllevan sequía extrema, inundaciones, huracanes que se convierten todos ellos en verdaderos desastres.
¿Este fenómeno es algo aislado? No, es uno de los componentes de otro fenómeno aún mayor, conocido como. El Niño Southen Oscilattion que como contraparte incluye el enfriamiento de las aguas del Pacifico conocido como “La Niña”, que por cierto tiene efectos climáticos opuestos, pues en este último se produce un enfriamiento anormal.
A partir del comienzo del Verano (entre mayo y julio), se podrán observar: cambios en los patrones de lluvia, sequía y temperaturas en diferentes regiones del país, con la situación de que se presentan diversos frentes fríos que para estas épocas del año resultan absolutamente inusuales.
El 2016 se vivió en el país uno de los años más cálidos de nuestra historia y esto se debió a un doble efecto que puede repetirse. Un fenómeno del Niño muy fuerte y el ya sensible calentamiento producido por la emisión de gases efecto invernadero causados para industria y otras actividades.
Son recurrentes las enfermedades trasmitidas, por mosquitos transmisores como el dengue, chikungunya y zika en el sur y sureste del país debido a lluvias torrenciales o bien porque en zonas de sequía las personas se ven obligados a almacenar agua en recipientes que no están limpios o cubiertos, que se convierten en criaderos de mosquitos.
Agreguemos el riesgo que conllevan los conocidos golpes de calor para quienes padecen enfermedades cardiovasculares, hipertensas o por diabetes.
Todo ello obliga a las autoridades municipales a monitorear los riesgos, revisar la disponibilidad de agua, sus formas de almacenamiento y evitar la propagación de mosquitos.
Estas son algunas recomendaciones que coadyuvan a reducir o mitigar los efectos del Niño.
-Mantener limpias las azoteas para que el agua escurra naturalmente
-Evitar acumulación de basura en alcantarillas en las calles
-Proteger cables y conductos eléctricos de azoteas para evitar “cortos circuitos y posibilidad de incendios”
-Disponer de información oportuna de las autoridades locales de prevención y atención de riesgos
-No arrojar colillas de cigarros o hacer fogatas en zonas de pastizales secos que sean causa de incendios forestales.
-Prepararse para un eventual pero probable racionamiento de agua potable
El fenómeno del Niño es recurrente, pero de efecto cada vez más grave por el efecto del calentamiento global, por lo que en nuestro país se hace imperativo impulsar una cultura para producir más con menos agua. Necesitamos investigar y llevar a cabo nuevas culturas acorde a las nuevas condiciones climáticas.
Debemos buscar consumir productos alternativos; la pesca se ve afectada porque el fenómeno perturba los ecosistemas marinos, pero no olvidemos que ciertas especies como “el Bonito” se reproducen con temperaturas “altas”.
Se debe priorizar en políticas públicas que permitan revisar y corregir hábitos de consumo de agua, su enorme desperdicio y su nulo receso.
Presidente del Consejo Directivo Nacional de la
Asociación Mexicana de Urbanistas, AC