Por Juan L. Kaye López

La decisión unilateral del gobierno federal para transformar el icónico Centro Internacional de Convenciones de Acapulco en un hospital de tercer nivel del ISSSTE, en lugar de hacerlo en Chilpancingo donde los trabajadores de las distintas delegaciones federales prestan sus servicios, genera muchas dudas respecto al sentido de esta obra, ya que un hospital de esta magnitud si bien se edifica con una perspectiva de carácter regional con el nivel de especialización que ofrece requiere ubicarse geográficamente en un sitio que cuente con la mejor accesibilidad para pacientes y sus familiares.

La población beneficiaria, que presta sus servicios en las delegaciones federales ubicadas en Chilpancingo tendrá que viajar a través de la autopista 1 hr. 30 minutos o en el peor de los casos por la carretera libre aproximadamente 2 hrs 35 minutos, tantas horas por carretera y hacer el cruce por la ciudad para llegar al Centro de Convenciones.

La población beneficiaria adscrita al ISSSTE, radicada en Acapulco trabaja y vive en el Centro de la Ciudad a una distancia de 7.4 km, desde donde a pie se llega en 1hr. y 39 minutos, en bicicleta en 28 minutos y en transporte público en 45 minutos.

Al no ser un Hospital abierto a toda la población, sino que ha de atender solo a beneficiarios del ISSSTE, la ubicación generara varios conflictos.

La saturada Av. Costera Miguel Alemán o la Av. Cuauhtémoc, únicas dos vías de acceso verán incrementado un volumen adicional de tránsito que no tiene nada que ver con la actividad turística del entorno.

Hacer que los empleados federales acudan desde Chilpancingo a Acapulco a atenderse en un hospital de alta especialización es simplemente incomprensible, provocándoles gastos altísimos de traslado y pernocta (los hoteles de precios más accesible se encuentran precisamente hacia el centro de la ciudad).

El Centro Internacional de Convenciones de Acapulco está enclavado en una de las zonas de más alto valor turístico de la bahía y ha sido durante décadas uno de los destinos para eventos, convenciones y actividades culturales y comerciales de la ciudad. Así, organizar eventos en este emblemático lugar deja de ser atractivo y se vuelve inadecuado ante los inconvenientes que habrá de generar al hospital y viceversa: ¿conciertos junto a un área de hospitalización? Absurdo.

Es un verdadero atentado contra un inmueble cuyo valor arquitectónico lo convierte en un verdadero ícono de la arquitectura mexicana “moderna”, reconocido como sitio patrimonial cultural por el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, en los términos de la Ley Federal sobre monumentos.

¿Por qué hacer un hospital del ISSSTE ahí?

Porque ante la “dificultad” de adquirir un terreno a bajo costo en el sitio adecuado, entendiéndose en colonias como la E. Zapata de donde urge reubicar el centro penitenciario de Acapulco y donde hay disponibilidad de suelo apto en un predio que es reserva territorial del penal, por razones políticas se llega a la idea de hacerlo en las inmediaciones del Centro de Convenciones quizá con la idea de que como obra de infraestructura para la salud sea valorada hasta por los turistas que no tendrán acceso a él.

Esperemos que ahora con la latente amenaza de los efectos del Cambio Climático, las autoridades reflexionen y lleven a cabo los estudios urbanos necesarios para una mejor localización de este tipo de equipamiento, el cual, dicho sea de más deberá tener normas constructivas mucho más estrictas para garantizar la seguridad de los usuarios ante fenómenos climáticos adversos.

Finalmente, realizar un hospital de tercer nivel, es decir de alta especialidad es sin duda una necesidad para una región como en la que está enclavado Acapulco con sus cerca de 800, 000 habitantes, claro, si fuera una Institución médica abierta a todos…

Hacerlo en Acapulco, en lugar de Chilpancingo donde se concentran la mayoría de los empleados federales, generando a los derechohabientes enormes costos de traslado, hospedaje y alimentos provocará entre otros fenómenos la presencia de puestos ambulantes en las afueras del hospital para dar servicio de alimentación barata a los acompañantes de los pacientes.

Construirlo en terrenos del Centro de Convenciones en el corazón del área turística de Acapulco, es simplemente un atentado, no solo contra una obra icónica patrimonial sino contra los trabajadores a los que por esa ubicación se les condena a padecer largas horas de traslado en una vialidad plenamente turística conocida como la Costera.

Debemos repensar Acapulco, el gobierno federal no puede continuar tomando decisiones sobre las rodillas.

Presidente de la Asociación Mexicana de Urbanistas

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