La final del Mundial vuelve a demostrar la belleza que es el futbol; ningún deporte se le acerca. Un partido que Argentina tenía controlado -vaya, anestesiado- 10 minutos antes del pitazo final se volteó en dos minutos con un golazo de Mbappé . Hombre a hombre, Francia era mejor que Argentina. Como equipo (incluyendo la banca), Argentina era mejor que Francia. Martínez salvó el partido para Argentina con un paradón bestial ya en tiempos extras. Y para matar ya el debate -y que debiera estar saldado desde hace mucho- en torno a si es Messi o Maradona el mejor, hoy Messi ya tiene su Mundial .
Pero la enorme calidad del futbol en esta final demostró una vez más el enorme dilema de esta particular copa del mundo: mantener los ojos sobre el campo de juego o sobre los tantos temas -corrupción en el futbol y del futbol (el escándalo en curso en el Europarlamento con respecto a sobornos para no criticar o cuestionar al país anfitrión); derechos humanos fundamentales y derechos laborales y la mordaza avalada por la FIFA ; la muerte y situación apremiante e inexcusable en la que vivieron trabajadores migrantes- que han sido la banda sonora del Mundial en Qatar.
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