Luego de la desaceleración de sus ventas por la pandemia de Covid-19, la estrategia de electrificación de la industria automotriz global, y en particular la china, busca su camino para crecer su participación en México y, de paso, poner su granito de arena en la batalla contra el calentamiento global.
En días recientes, tuve la oportunidad de conversar en un foro de egresados del IPADE con directivos de dos empresas: BYD y Giant Motors Latinoamérica, las cuales se declaran listas para impulsar la transición eléctrica en México, aprovechando que la industria automotriz en nuestro país se encuentra en una etapa clave para su crecimiento por las oportunidades que representan fenómenos como el nearshoring y el aumento del interés por este tipo de vehículos.
En el caso de Giant Motors Latinoamérica (GML), cuya apuesta por la industria automotriz inició en el 2016 con capital 100% mexicano, abrió un espacio en el mercado nacional con la marca JAC, la cual actualmente es la marca con más participación de mercado en eléctricos.
Por otra parte, BYD, creada en China en 1995 con el objetivo de fabricar baterías recargables para los teléfonos móviles, pero que desde 2003, tras adquirir Qinchuan Vehicle Factory, lleva dos décadas fabricando y vendiendo vehículos eléctricos en todo el mundo. La compañía está comprometida con el objetivo de enfriar la temperatura de la Tierra en un grado centígrado. BYD inició ventas de vehículos particulares en México apenas en abril de este año, con tres modelos, y espera comercializar alrededor de 5,000 unidades durante su primer año en nuestro país.
Si bien no hay que ignorar el rol de China en el mercado, donde la venta de vehículos impulsados por nuevas energías en 2022 representó 25% de las ventas totales -en 2019 representaba apenas 4.7%- y se espera que para el 2023 la penetración supere 35% sobre la venta total de autos, en México, en 2022, se vendieron cerca de 1 millón 100 mil unidades eléctricas, pero este año se proyecta la cifra entre 1 millón y 1 millón 210 mil vehículos. Eso es muy importante porque nuestro vecino del norte y principal socio comercial está muy enfocado en el tema de la migración a la movilidad eléctrica al otorgar diversos subsidios.
Ante este escenario, Isidoro Massri, director corporativo de GML, y Gustavo Lara, director de Marketing y Comunicaciones de BYD, pusieron sobre la mesa los principales desafíos que perciben en México para la industria de la electrificación de vehículos particulares.
El primer desafío, señalaron, es romper con paradigmas que atañen al consumidor, sobre todo respecto a la eficiencia de las unidades, la infraestructura eléctrica en las ciudades y las ventajas reales que ofrecen sobre los autos de combustión interna. En el tema de la infraestructura eléctrica, si bien la penetración es de 0.2 cargadores por cada vehículo vendido a nivel nacional, los cambios promovidos por organismos como la Comisión Reguladora de Energía, permitirán que paulatinamente entren más jugadores privados a vender el servicio. Sin embargo, en donde sí habrá que invertir más en infraestructura pública es en conectar autopistas nacionales con cargadores rápidos.
Otro punto que puede coadyuvar a la idea de que México no está todavía listo es la falta de incentivos gubernamentales, pero ambas empresas están convencidas de que la industria nacional no debe depender de ello para generar una oferta competitiva e interesante. Incluso, señalaron, si las armadoras optan por establecer plantas de producción en territorio nacional, se reducirá el impacto arancelario de la importación y esto promoverá que más mexicanos tengan acceso a vehículos de nuevas tecnologías.
Una idea central que comparten ambos directivos es que México no debe esperar a que la tendencia que inició China pase por Europa y termine consolidándose en Estados Unidos para reaccionar y decidir si queremos ser pioneros o un simple seguidor rezagado. La industria automotriz globalizada depende de estar conectado a nivel mundial y nuestro país es uno de los productores más importantes, por tanto, lo que produce tiene que estar alineado a las necesidades globales. De otro modo, incluso su papel preponderante como fabricante podría estar en riesgo.
En conclusión, ambos coinciden en que México está listo para acelerar la transición hacia esta electrificación, y no solo eso, sino que merece el cambio.
Profesor del área de Dirección de Operaciones de IPADE Business School