La frase trillada de que la ronda divisional es en la que se juega el mejor football de la temporada, no defraudó. Se excedió en la calidad y emoción que le pueden brindar a cualquier aficionado del deporte.
Vimos cómo lo improbable fue natural en cada uno de los partidos, donde ganaron tres de los no favoritos y los Bills se quedaron a 13 segundos de barrer la semana, con cuatro partidos que terminaron con una anotación con el reloj en cero, así de sencillo.
Vimos el menor margen de victoria (3.8 puntos) en la historia de la Liga, con al menos cuatro partidos en una semana, con finales emocionantes y contra todo pronóstico.
Joe Burrow
se llevó la victoria con nueve capturas en contra; sólo Len Dawson había logrado esa hazaña en Playoffs.
Los 49ers no anotaron touchdown a la ofensiva, siendo el tercer equipo en ganar en Playoffs con esa fórmula durante los últimos 20 años.
Rams
perdió cuatro balones y es el cuarto equipo en la historia en ganar en Playoffs con tal cantidad de entregas.
Kansas City
permitió un touchdown a 13 segundos del final, con el que le dieron la vuelta, y aún así ganó, siendo el primero en darle la vuelta a un juego en el que se está con tal magnitud contra las cuerdas.
El circo aéreo estuvo presente, con cinco de los ocho quarterbacks superando las 300 yardas. Nos regalaron un fin de semana épico, pero no puedo asegurarles que jamás volveremos a ver algo así, porque la NFL es especialista en regalarnos espectáculos improbables.
Dejaron muy alta la vara para encaminarnos hacia las finales de conferencia y el Super Bowl LVI , pero de algo estoy seguro: Nada está escrito, aunque pasará mucho tiempo para ver otra vez lo que sucedió en la ronda divisional.
@ArturoCarlos