Desasosiego es una palabra necesaria. Lo ha sido en el pasado y ahora lo es más. El desasosiego mueve, pregunta. Entre todas las amenazas existentes en 2022, el cambio climático, por su universalidad y por su imparable crecimiento representa una de las fuentes más funestas de preocupación. Comparto sendas verdades sobre el cambio climático. Verdades cotidianas, verificables. Todas proceden de realidades incontestables.

La historia de la Tierra es larga; existe desde hace 4,543 miles de millones de años. La historia de la humanidad no va más allá de un suspiro: habitamos nuestra casa hace 200 mil o 300 mil años. Somos tan sólo un instante geológico. Dicho instante ha sido devastador. Además de nuestra insignificancia temporal hay otras variedades imposibles de soslayar. Representamos el 0.01% de la Tierra y dominamos el 99.9% restante. El dominio ha sido atroz; hemos aniquilado al 83% de los mamíferos, al 50% de las plantas y al 15% de los peces. La destrucción de nuestro hábitat anuncia una suerte de enfermedad incurable.

¿Cuánto tiempo podrá sobrevivir la Tierra? En 2021 el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de Naciones Unidas, tras analizar 14 mil artículos científicos, concluyó que 2030 es, debido al aumento de temperatura, año clave para definir el futuro de la humanidad. Hasta ahora la temperatura ha aumentado un grado centígrado; se calcula que de no cumplirse los acuerdos sobre el cambio climático pronto la temperatura global aumentará dos grados. Si eso sucede es probable que la Tierra derruida y la contumacia humana les den la razón a los científicos: en ocho años la Tierra enferma nos enfermará más.

Yerro imperdonable fue creer que la Tierra y sus atributos, ríos, plantas, mares, desiertos y animales, eran nuestros. Trasciende la fecha cuando se inició la destrucción de nuestra casa, pero importa más el tiempo cuando nuestra especie se hizo consciente de su propia barbarie. Los errores pesan más si se sabe de ellos; derruyen de incontables formas si no se aplica el conocimiento; sepultan las esperanzas si se ignoran las advertencias, en este caso de la Tierra y de los científicos preocupados por el Antropoceno, i.e., término utilizado para explicar las repercusiones que tienen en el clima y la biodiversidad tanto la rápida acumulación de gases de efecto invernadero como los daños irreversibles ocasionados por el consumo excesivo de recursos naturales.

¿Son modificables los efectos del Antropoceno? La Agencia de la ONU para los refugiados utiliza el término personas desplazadas en contextos de desastres y cambio climático, en vez de refugiados climáticos. Apuntan: “El cambio climático es la crisis que define nuestra época, y el desplazamiento por desastres es una de las consecuencias más devastadoras del fenómeno… las personas refugiadas, desplazadas internas y apátridas se encuentran en el frente de la emergencia climática… (cuyas consecuencias) están golpeando a las comunidades más pobres, las cuales no tienen oportunidad de recuperarse”. De acuerdo a ACNUR cada año más de 20 millones de personas deben abandonar su hogar.

¿Sirven los compromisos internacionales?, ¿sirve saber? El Acuerdo de París es un tratado internacional sobre el cambio climático. Fue firmado, en 2015, por 96 países individuales, así como por la Unión Europea. Su objetivo es limitar el calentamiento global por debajo de 2 grados centígrados. El mundo aguarda resultados. Por ahora la temperatura sigue aumentando. Mientras tanto las naciones pobres, las que menos contaminan, son las víctimas. Sin justicia ni paz, los seres humanos seguirán abandonando sus casas. Y sin la presencia de India y China en la recién finalizada (noviembre) COP 27 en Sharm el-Sheikh, países que mucho contaminan, las esperanzas se marchitan aún más. El desasosiego no resuelve, alerta. Con suerte concientiza.

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Médico y escritor