El boom latinoamericano fue un fenómeno literario que surgió entre 1960 y 1970. Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, Julio Cortázar y Carlos Fuentes fueron sus principales representantes. Ahora Boom es una nueva publicación de periodismo latinoamericano fundada por Jon Lee Anderson (Estados Unidos), Boris Muñoz (Venezuela), Carol Pires (Brasil) y Patricio Fernández Chadwick (Chile). Es apartidista.
Boom busca confrontar al lector y forjar conciencia. Al lector, agrego, cuya lectura de la vida, a lo largo de nuestro (muy) enfermo continente, detesta a quienes deben detestarse por el oprobio, la humillación, las matanzas y la falta de esperanza de sus connacionales. La lista la encabezan políticos cuyas filiaciones ideológicas poco importan.
Trascienden, más bien, la traición, la estupidez y su fecalismo verborreico cuyas acciones e inacciones han sepultado a la mayoría de los pobladores latinos, desde México hasta los países en el sur del continente. Al lado de la ralea política militan religiosos investidos a la moda, lejanos a los dictámenes de su Dios, y empresarios insaciables que no venden su alma al diablo porque el demonio no utiliza efectivo; en cambio, sí la empeñan de por vida al político más prostituido. La trilogía conformada por políticos, religiosos y empresarios comparten apellido —corrupción— y destino: su suma deviene un tumor peor que el cáncer anaplásico, cuyo potencial mata en semanas, a diferencia de esa triada cuyos venenos desmembran poco a poco.
Sinpresente, sinfuturo, sinalimento, sinesperanza, sindinero, sintecho, sin estudios, sin/sin o con un poco de todos los sin mencionados, los latinoamericanos muy pobres son quienes deciden apostar su supervivencia en busca de acceder a la vida/vida, aquella que muchos tienen en Occidente. Los sin de América del Sur intentan llegar, primero a pie, a través de la región del Darién, ubicada entre Colombia y Panamá, a la tierra otrora prometida, Estados Unidos.
Darién es una zona selvática y es el camino de miles de migrantes. Atravesar la selva exige caminar poco más de 100 kilómetros entre el noroeste de Colombia y el suroeste de Panamá. Mafias, mosquitos, calor, consumo de agua contaminada, serpientes, alacranes, jaguares, violencia sexual, ríos con corrientes fortísimas, lluvias, la posibilidad de extraviarse y la deportación son los demonios que acechan. Expertos consideran esa región como la jungla más peligrosa del mundo.
Boom presenta en su página el documental, “El maldito Darién”, estrujante filme cuya brutalidad, dolor y agonía merece un comentario aparte.
Leo algunos renglones de la presentación de esta nueva plataforma periodística: “Boom es una plaza virtual de intercambio, un eje de discusión de temas de la actualidad hemisférica, un ‘hub’ de ideas. En Boom buscamos darle vuelta a las cosas que nos producen curiosidad, que nos incomodan y nos tiene en vilo como región: el populismo autoritario, el deterioro de la democracia que nos ha permitido llegar hasta donde estamos ahora, con todas sus flaquezas y bondades; lo jodidos que estamos con el narco, la corrupción, la destrucción a la naturaleza, los ultra déspotas tanto de derecha como de izquierda, las mezquindades del racismo… (sigue la presentación).
En 2023 más de medio millón de personas cruzaron el Darién. Entre ellas, muchos niños. Se ignora cuantos perecieron. El nivel de los ríos puede ser mayor que la altura de los pequeños. Cuando se trata de los sin los nombres, sin rostros, su presencia sólo importa para granjear votos por medio de despensas. ¿Cuántos perecieron? Los ríos, los animales y los moscos del Darién lo saben.
Médico y escritor