En el último discurso pronunciado por el presidente Andrés Manuel López Obrador en el Zócalo el 1 de septiembre destacó, entre otras cosas, la entrega de autopistas a lo largo del país, así como la creación de puentes y la remodelación de vialidades; la reducción de la deuda de Pemex; la compra de Deer Park, de Dos Bocas; la construcción de presas a lo largo del país, así como de distritos de riesgo, tales como la construcción del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles o AIFA, y el Aeropuerto de Tulum; la remodelación y mantenimiento de otros aeropuertos; la próxima terminación del Tren Interurbano México-Toluca, de la extensión del suburbano al AIFA; la finalización del Tren Interoceánico de Coatzacoalcos a Salinas Cruz y la construcción del Tren Maya.

Con estos resultados se podría pensar que es uno de los mandatarios que más ha hecho por el país. Para averiguarlo habrá que preguntarse, ¿cuál ha sido la participación de la inversión pública como porcentaje del Producto Interno Bruto o PIB durante su gobierno? ¿Realmente se incrementó la tasa de inversión? ¿En qué lugar queda la inversión de los empresarios?

Sin lugar a dudas una de las variables fundamentales para generar crecimiento económico y/o aumentar la productividad es la inversión. Por lo que, no está por demás señalar que ha sido la principal fuente de riqueza del país seguidas de las exportaciones.

La inversión total del país se cuantifica como Formación Bruta de Capital (FBK). Esta se divide en pública y privada. Prácticamente en el sexenio la inversión total como porcentaje del PIB se mantuvo entre 19.4% (nivel más bajo) en el segundo trimestre de 2020 y 24.8% en el tercer trimestre de 2023 (nivel más alto). Cifras similares si lo comparamos con gobiernos anteriores.

En el caso de la inversión pública medida como porcentaje del PIB se mantuvo en los primeros tres años en niveles mixtos ya osciló entre 2.4% y 3.5%. Sin embargo, en los siguientes tres años mantuvo una tendencia al alza. Al observar la inversión pública en términos de tasas de crecimiento, empieza a tener una tendencia a la baja desde el penúltimo trimestre del año pasado hasta el primer trimestre de este año. Por su parte la inversión privada como porcentaje del PIB se mantuvo prácticamente en los mismos niveles con ligeros retrocesos (segundo trimestre de 2020 fue 16.5%) hasta obtener el porcentaje más alto (en el segundo trimestre de 2023 que totalizó 21.6%).

Es importante señalar también el destino de la inversión pública para conocer su orientación. En la parte de construcción los primeros tres años de gobierno se tuvieron tasas de crecimiento negativos alcanzando a recuperarse a partir de 2022. Mientras que la inversión privada al primer año de gobierno la tasa de crecimiento apenas alcanzó 0.9%. En el siguiente año tuvo una caída del menos 19%. Se recuperó en los siguientes cuatro años.

En resumidas cuentas, la inversión pública, a pesar de las obras faraónicas que tanto se ha presumido, se ha caracterizado por presentar niveles bajos o parecidos a los sexenios anteriores e incluso tasas negativas. Además, recordemos que la inversión más fuerte la generan los empresarios con 89.2% de participación y el resto 10.8% la inversión pública (situación que no ha variado mucho en los últimos años). La caída más importante de ambas se tuvo en el segundo trimestre del 2020 como resultado de la crisis sanitaria del Covid 19 que se combinó con una caída de la actividad económica. Por fortuna se pudo recuperar en el siguiente año.

No obstante, la inversión total desde el año pasado ya presenta signos de desaceleración, lo que probablemente contribuirá a explicar en parte porque se espera que el sexenio termine con una tasa de crecimiento del PIB apenas de 1%.

*Académico de Carrera de la Escuela de Negocios de la Universidad del Valle de México (UVM).

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