El huracán Otis desató una discusión muy amplia sobre la respuesta del Estado, la situación de Acapulco, las medidas de alarma y demás aspectos de prevención y reacción; muy poco se habla o más bien no se habla sobre la idea de que el Estado no debe de participar en economía y en su lugar debe dejar al libre mercado o a la libre competencia para dirigir las decisiones económicas; en el caso del desastre, la sociedad en su conjunto actuó inmediatamente haciendo labores de acopio y en parte de distribución, necesarias y mucho muy loables, pero estas son apenas una gota de agua en el desierto frente a la magnitud del desastre. Se puede hacer acopio de toneladas de suministros y entregarlas en las manos, pero eso es sólo una acción que rápidamente termina, la población necesita de alimento, agua, medidas sanitarias, limpieza y demás elementos de sobrevivencia, no puede depender de entregas espontáneas y momentáneas, requiere de un ingreso constante que le permita sobrevivir todos los días, lo cual sólo se puede garantizar con un empleo suficientemente pagado. Van a pasar varios meses antes de que las actividades económicas se normalicen, mientras tanto, no habrá empleo y mucha gente perdió su fuente de ingreso. Si el sector privado tuviera en sus manos la reconstrucción, ésta tendría un precio que sólo muy pocos podrían pagar y la ayuda sería completamente selectiva, desencadenado un descontento y malestar mucho mayor al ya expresado por el tipo de respuesta y de ayuda enviada.

Sólo el Estado puede actuar de manera integral y expedita, lo lamentable es la respuesta tardía. 7 días después de ocurrido el huracán Otis, el ejecutivo federal anunció su plan de 20 puntos con más de 61 mil millones de pesos. No obstante, en el presupuesto aprobado para 2024, no hubo un fondo de apoyo para los damnificados del huracán Otis. Gran parte de dicho dinero proviene de recursos ya presupuestados como el programa de becas, a jóvenes, adultos mayore, Sembrando Vida y otros, además de exenciones fiscales y créditos otorgados por Nacional Financiera. La autonomía del Banco de México impide al gobierno gastar más allá de lo recaudado por impuestos, y si el gasto es mayor debe de contratar deuda, lo anterior tiene por objeto regular la oferta monetaria con el fin de evitar el aumento de precios, no obstante, los precios han estado aumentando a diferentes ritmos desde hace ya más de 40 años. La inflación persiste simplemente por ubicar la tasa de interés por encima de la inflación y de la tasa de interés norteamericana, lo que provoca mayor inflación y deuda del Estado. La mejor manera para que el Estado pueda financiar desastres como el recién ocurrido y concluir las obras públicas en proceso sería eliminar la autonomía del Banco de México y completar el gasto del gobierno con emisión de dinero y no con deuda ni con mayores impuestos. Prescindir de la autonomía del Banco de México tendría mucha menor resistencia que el haber eliminado los 13 fideicomisos del poder judicial, no afectaría a nadie y proporcionaría recursos suficientes para fomentar el crecimiento, atender la asistencia social, reabrir fondos como el FONDEN e impulsar el programa de becas sin afectar otras áreas prioritarias de la administración pública. Para los que dirigen la política monetaria del país, financiar el gasto del gobierno con emisión monetaria provoca inflación, pero nadie dice nada y no provoca inflación cuando las mismas obras son pagadas con deuda del gobierno. Con la deuda del gobierno, el mercado recibe exactamente la misma cantidad de dinero que la emisión de dinero, nada más que en este último caso no se pagan intereses ni hay que regresar el préstamo, en cambio, con el crédito privado hay que regresar el préstamo y pagar intereses. Es decir, los diseñadores de la política monetaria cuidan las ganancias de los bancos privados a costa del estancamiento y pobreza de la población. Sólo como un dato, la administración de Carlos Salinas, construyó la carretera del Sol México-Acapulco, la de México-Guadalajara e Invirtió en PEMEX, entre otras obras públicas, utilizando en parte emisión monetaria; en su gobierno el país creció más del 5%. Después, decretó la autonomía del Banco de México el primero de abril de 1994, obedeciendo con ello al neoliberalismo. Los acríticos gobiernos posteriores aplicaron religiosamente la misma política de no utilizar la emisión de dinero como palanca del crecimiento.

Se piensa reconstruir Acapulco como estaba antes, es decir, regresar a los mismos defectos económicos y sociales que ya padecía, perdiendo la oportunidad de transformarlo no sólo como centro turístico sino como un lugar con mayor equidad económica y social. El defecto de Acapulco como de gran parte del país es la extrema concentración del ingreso en pocas manos. Las empresas más grandes no tienen problema para realizar la reconstrucción por ellos mimos y, a pesar de ello, recibirán apoyo del gobierno, el problema lo tienen más bien los pequeños y medianos negocios y la gran masa de la población local mal pagada. Al séptimo mes de 2021, el salario promedio de los asegurados en el IMSS en el estado de Guerrero fue de 391.7 pesos diarios, 19.3%, menos del promedio nacional de 485.3 pesos diarios. Esta diferencia salarial no es representativa, porque corresponde a sectores con cierta responsabilidad como administradores, ejecutivos y jefes de grupos; los trabajadores básicos reciben salarios mucho más bajos ubicados en limpieza, meseros, camareros, choferes y otros, los cuales no necesariamente están registrados en el Seguro Social. La miseria salarial obliga a la población a ocuparse en el sector informal donde los salarios son todavía más bajos, además de no recibir prestación alguna. Al segundo trimestre del 2022 Acapulco tenía una ocupación informal de 79.7% (Ley de Ingresos 421, Cámara de Diputados), la más alta de todo el país, además de la delincuencia organizada que se estima genera 5% del empleo nacional; la informalidad no paga impuestos, pero es fuente de corrupción a favor de políticos y agrupaciones de todo tipo que la hace posible subsistir. La ciudad depende del turismo nacional y extranjero que llega de fuera. La población local no consume la mayor parte de los bienes y servicios que se ofrecen en su misma comunidad y por lo general habita en los cinturones de miseria de la periferia. Esa situación debe de cambiar con incrementar los salarios acordes a los elevados ingresos que reciben los grandes centros turísticos. Por ejemplo, un hotel que renta una habitación en mil pesos por día, en lugar de pagar a un empleado 300 ó 350 pesos por día para limpiar varias habitaciones, podría pagar el mismo salario, pero por hora, ello representaría a lo sumo el cobro de dos habitaciones al día. Esto no sería ningún acto de bondad, por el contrario, favorecería a las empresas al ampliar las ventas locales, lo que abriría nuevas y muy amplias opciones de inversión, habría mayor cobro de impuestos y reduciría la dependencia del puerto del turismo proveniente de fuera.

Finalmente, se estima que, en 2023, Guerrero generará 1.4% del PIB nacional; por su parte, las importaciones representan una tercera parte de la producción del país, pero aportan apenas 1.1%, de los impuestos. Ello se debe a que por el T-MEC, se acordó no cobrar impuestos arancelarios a las importaciones provenientes del norte.

Coordinador del Posgrado en Relaciones Internacionales. Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco

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