¿Y usted, ya recibió la invitación para la boda del año? Pues no es por presumir, pero este Arlequín ya fue convocado, pero no asistirá.
Desde luego, no se trata de un desaire para la feliz pareja, a la que no se le puede desear otra cosa que mucha felicidad, es simplemente pura precaución, pues las bodas de políticos son muy peligrosas.
Ahora le explico: recuerde cuál ha sido el saldo de las bodas de políticos en los últimos años. Muchas veces, los novios pertenecientes a la clase política han tenido que pagar el costo de haberse casado, o peor aún, en otras ocasiones hasta los invitados han tenido que sufrir las consecuencias de haber asistido a una boda mal vista por el régimen.
Por ejemplo, ¿qué sucedió con algunos de los asistentes a la elegante boda de la hija de Juan Collado, abogado y amigo del presidente Enrique Peña Nieto? Para empezar, don Juan está encarcelado en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México, acusado de fraude fiscal y peculado. Algunos de sus invitados, si bien no acabaron en la cárcel, como él, les fe muy mal. Por ejemplo, el expresidente Peña Nieto terminó exiliado en España; el ministro Eduardo Medina Mora perdió hasta la toga, pues tuvo que dejar su asiento en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, tras señalamientos de enriquecimiento ilícito; el sempiterno líder petrolero Carlos Romero Deschamps, acabó por perder el control del Sindicato de Trabajadores Petroleros.
Pero no solo hay riesgo cuando se trata de una boda de opositores. Uno de los hombres más fieles y cercanos al presidente López Obrador, César Yáñez, se ha pasado castigado en el congelador de la administración pública los cuatro años del gobierno lopezobradorista, pues violó los votos de austeridad republicana y de pobreza franciscana de este gobierno al casarse en una boda fastuosa, que costó millones de pesos y en la hubo vestidos de diseñador para la novia, los mejores vinos, las más exóticas viandas, y desde Iztapalapa para la Cuarta Transformación, los Ángeles Azules fueron los encargados de poner a bailar a los 600 revolucionarios y transformadores invitados.
Todo muy bien, solo lo mejor y lo más exclusivo para una pareja que no solo tenía que festejar la bendición de su amor, sino que unos meses antes había llegado luego de una gran lucha social, apoyada por pueblo más pobre, al poder.
El problema fue que uno de los 600 invitados, el testigo principal de la ceremonia civil, era, nada menos, que el presidente Andrés Manuel López Obrador, a quien quizá no le pareció muy correcto estar en una fiesta donde la mayoría iban de etiqueta y en la que en las mesas había langosta y filete a al bordalesa, cuando semanas antes pedía el voto con en el lema: “Por el bien de México, primero los pobres”.
Y la gota que derramó el vaso fue que el Presidente acabó por aparecer en la publicación que es epítome del aspiracionismo y el conservadurismo: la revista Hola.
Imagine el enojo, aparecer en una revista repleta de reyes, princesas, señoritingos, pirrurris y de blancos, a los que nunca les da el sol pues no salen a recorrer los pueblos para escuchar las necesidades de la gente pobre. ¡Qué horror!, diría el clásico.
Y, para seguir hablando de bodas malditas y peligrosas, recuerde que detrás de la salida del todopoderoso jefe de la Unidad de Inteligencia Financiera, Santiago Nieto, estuvo su boda.
Don Santiago osó gastar su ahorros para pagarse una boda en Guatemala, pero, tras conocerse los nombres de algunos de sus invitados, el menú, la selección de vinos y el costo que pudo tener esa fiesta, se desató la jauría, y don Santiago prefirió dejar el cargo para evitar costos políticos al movimiento de la Cuarta Transformación.
Así que ahora entenderá las razones de este Arlequín para no asistir a la boda de la jefa de gobierno Claudia Sheinbaum, que sin duda será la mejor del año 2024.
Pero, además de la precaución, se tratará de un acto, al que serán invitados solo un puñado de personas, y sería mejor que esos lugares fueran exclusivos solo para los más allegados a la feliz pareja.
Más vale ser prudente y evitarle un problema Sheinbaum, quien, sin duda, tomará ejemplo de las fiestas anteriores para poner a salvo su carrera política y la tranquilidad de sus invitados.
No hay nada más falso que ese dicho que dice que nadie escarmienta en cabeza ajena, y no se necesita ser científico, ni tener un doctorado -ambas cosas las poseen doña Claudia y su prometido- para saber qué es lo que no hay que hacer para casarse y no morir políticamente en el intento.
Primero, queda claro que no puede ser una boda de cientos de invitados, que no debe haber vestidos de diseñador, que un grupo famoso no puede amenizar la fiesta y que el ágape no debe estar lleno de platillos exóticos y bebidas de lujo. Segundo, y quizá más importante, no vender la exclusiva de la fiesta a las revistas de la prensa rosa.
Si se planea todo, con anticipación y apego a los principios de austeridad de la Cuarta de Trasformación, puede ser una boda muy bonita, y, sobre todo, muy segura. Doña Claudia no está en este momento para bodas que pongan en riesgo su posición de corcholata presidencial consentida, solo por el capricho de tener una fiesta de ensueño.
Sheinbaum es una mujer muy sencilla, así que con una fiesta en una trajinera en Xochimilco, un vestido bonito, pero no muy caro, un buen trio musical, de boleros si es posible, al que ella y su nuevo esposo puedan sumarse con su guitarra para cantar algunas de Juanga, un sabroso mole y aguas de jamaica y limón con chía, la cosa puede quedar requetebién, como diría la maestra Delfina.
Si la fiesta tiene este perfil, incluso, el Presidente podría cambar de opinión y asistir al enlace matrimonial (aunque en ese caso, al menú habría que agregar unos tamalitos de chipilín o unos chanchamitos, para que el invitado de honor coma a gusto).
Y, ya que quedó claro que las bodas de película no son bien vistas en los tiempos políticos que corren, doña Claudia tiene que cuidar algunos detalles, pues la emoción del casamiento no debe de nublar la razón ni la visión política.
Por ejemplo, quizá no fue una buena idea que el anunció su boda haya decidido hacerlo con el personaje más fifí y frívolo de México: Martha Debayle. Afortunadamente, doña Martha no le dio tips para su boda, pues habría sugerido que el vestido fuera comparado con algún diseñador en París, y que una vez que se haya levantado el duelo por el gran dolor que causó a la familia Debayle la muerte de la reina Isabel II (Elizabeth II, para la señora Martha, el rey Carlos III (Charles III, para Lady Debayle) fuera un invitado de honor a la fiesta.
Pero, si se maneja el tema con cuidado, y se evita caer en tentaciones aspiracionistas o errores como contratar al grupo Firme, la boda puede ser un éxito, y quizá este matrimonio traiga consigo la buena suerte, y en 2024 se conviertan en una pareja presidencial.
Bien vale tener una boda de plebeya, para poder vivir seis años en un Palacio Nacional.
ME CANSO GANSO. - Ya no hay acarreados. - ¿Ya tiene listo el sombrero, los zapatos cómodos? Recuerde que de bien nacidos ser agradecidos. Así que este domingo acompañe al líder máximo de la Cuarta Trasformación a la marcha para celebrar los cuatro años de felicidad que nos ha dado. Si no tiene como llegar al Ángel, no se preocupe, un autobús o microbús lo recogerá, y al finalizar la caminata lo regresará al lugar donde fue recogido. Y por favor, no permita que le llamen acarreado, usted solo fue movilizado. Los acarreados son del pasado, del periodo neoliberal, de la época de la corrupción. Ya no es como antes, noooo, ya no.