Por Arlequín
Tarde, tardísimo, se les hacía a ustedes conservadores, neoanarquistas, para decir: ”¡Ajá… Ya lo ven! ¡Si Peña Nieto tuvo su Casa Blanca, ahora López Obrador tiene su Bartlett Bienes Raíces!”.
Pero no, no es así, y no se confundan; en lo único que se parecen ambos casos es que el único “pecado” que cometieron don Enrique y don Manuel es haberse casado con mujeres millonarias. De esas que quedan muy pocas.
Como usted, además de conservador, seguro es un misógino de los que cree que las mujeres no son capaces de amasar grandes fortunas , de crear empresas y comprar una o 23 casas… Pues seguro que usted piensa que esas fortunas y propiedades las han obtenido -doña Ángelica Rivera y doña Julia Abdala- con ayuda de las influencias políticas de sus parejas.
Pues, ¿qué cree?, aquí los pobres son los maridos que con sus sueldos de burócratas no han sido capaces de tener nada. Y todo lo que poseen y de lo que disfrutan es de sus esposas y de sus hijos ; al final del día ellos: los varones, son los únicos parásitos de la familia. Aunque nadie les quita lo luchones, lo entrones, así fajadores como era Pepe "El Toro", al que nadamás no le sonreía la suerte por más que le buscará. Él no tuvo la fortuna -literalmente hablando- de conseguir una esposa millonaria.
Mientras ellos Peña y Bartlett son unos godínez y unos fifís -a fin de cuentas más godínez que fifís-, sus señoras esposas son dueñas de ranchos, haciendas, fábricas ; constructoras, hospitales, empresas que hacen negocios con los gobiernos. Además, tienen restaurantes y, muy seguramente, son las que cargan con los gastos de la familia , de la prole.
Por ejemplo, ¿qué podría pagar Bartlett con sus menos de 107 mil pesos al mes? Ni una pequeña parte de los prediales de las propiedades de su esposa e hijos. Y ni hablar de la mensualidad de las escuelas, o los pagos de los autos que las personas de ese nivel utilizan. Tampoco habría efectivo para escoltas pues, aunque el Presidente Andrés Manuel López Obrador ya casi acaba de barrer las escaleras y termina con el crimen y la violencia, hoy aún es recomendable que las familias con esas fortunas utilicen sus buenos guaruras.
¡Imagínese! ¿ Qué sería del buen don Manuelito sin la ayuda y solidaridad de su acaudalada compañera de vida, o sin la generosidad de sus hijos empresarios? Vaya, podría ser hasta irónico, pero su sueldo como director de la Comisión Federal de Electricidad no le serviría ni para pagar los recibos de luz de las casas que tiene en Las Lomas de Chapultepec…
Es más, recapitulando, gracias a mujeres emprendedoras y generosas como la compañera de Manuel Bartlett, o la hoy ex esposa de Enrique Peña Nieto , el país puede gozar de estas mentes privilegiadas que entregan sus vidas al servicio público, sin la preocupación de que el sueldo es poco y la responsabilidad mucha. De alguna forma estas mujeres están financiando el desarrollo económico de la nación.
¡Y usted... Ingrato! No solo las mancha con su pensamiento misógino y machista, sino que todavía se ensaña al poner en duda el honor de sus familias pensando en que esas empresas, esos contratos de obra pública, esas concesiones, esas casas; esos edificios, esos terrenos, esos autos y todo lo que han construido -con esfuerzo y honestidad-, son fruto del tráfico de influencias o de vulgar corrupción.
¿Qué pensarían de usted sus padres y sus abuelos
si se enteran de que además de ser un conservador es de los que juzga, tan a la ligera, tan injustamente, a estas mujeres y a sus familias? Seguro no estarían de acuerdo; y me dejo de llamar Arlequín si al saberlo no creen que es un malcriado que no debe de andar haciendo eso. Y de seguro le darían sus jalones de oreja, unos buenos chanclazos y sus zapes.
En el caso de don Manuel, además de honesto, él es un valiente y un caballero como el que más. Con tal de salvar el honor de la familia negó a su esposa, es decir, para evitar que las sospechas de corrupción sobre él -sembradas por la prensa fifí y los periodistas que mienten como respiran-, alcanzaran a su esposa y su familia, negó la exigencia del vínculo matrimonial.
Pero quizá la mayor prueba de valentía la dio ella a él. Días después de los cuestionamientos que ocasionó la investigación de Carlos Loret de Mola, publicada en EL UNIVERSAL , la esposa autorizó a Bartlett para que dijera que: si bien no estaba casado legalmente con ella, sí era su compañera de vida.
Como seguro usted no cree en nada, ni en el amor… Ni tampoco cree que Ángelica Rivera percibiera -como actriz- lo suficiente y hasta más que su exesposo, Peña Nieto, para comprar una bonita Casa Blanca, pues qué hacerle... ¡Veamos! De seguro que anda de mal pensado y haciéndose marañas en la cabeza creyendo que la historia fue diferente y que, en su caso, don Manuel negó a su esposa para eludir su responsabilidad.
A ver -si ya leyó hasta aquí- dígame que no lo pensó, atrevase a decir que no fabuló que la señora de don Manuelito se molestó tanto y ha de haber montado tal rabieta que lo obligó, días después, a reconocer su relación… Eso nada me extrañaría, pues como ya lo vimos, es usted la vergüenza de sus padres y de sus abuelos. ¡Bien merecida tendría una tunda de zapes!
ME CANSO GANSO.-
Ya nos llevó el tren.
-Reportera: Don Manuel, ¿cómo va este asunto de la polémica de sus propiedades?
-Bartlett: El tema del Tren Maya va muy bien chu-chu-chu-chu… (Onomatopeya marca ACME para casos de emergencia).
ME CANSO GANSO II.-
Segunda llamada: a la otra va la chancla.
“Que tengan cuidado (los anarquistas-conservadores) porque en una de esas los voy a acusar con sus mamás, con sus papás, con sus abuelos, porque estoy seguro de que los abuelos, los papás y las mamás no están de acuerdo. Me dejo de llamar Andrés Manuel. Estoy seguro de que los ven o los verían como malcriados, que no deben andar haciendo eso; les darían hasta sus jalones de oreja y sus zapes”. (Andrés Manuel López Obrador, Presidente de México).
***En la imagen: Manuel Bartlett y Enrique Peña Nieto/ Fotos Archivo El Universal